De Muriel Casals a Puigdemont así hallaron JxSí y CUP la llave del acuerdo

El sábado, tras el frénetico intercambio de borradores, llegó el acuerdo.

El pasado viernes por la tarde, a poco más de 48 horas de que expirara el plazo para investir al nuevo president y evitar unas nuevas elecciones anticipadas, Junts pel Sí (JxSí) y la CUP empezaron a forjar la llave que los llevaría a un acuerdo de última hora en el que ya casi nadie confiaba.


El día antes, los negociadores de JxSí y la CUP se habían estrellado por enésima vez en su intento de encontrar una solución: la figura de Artur Mas, intocable para Convergència, seguía siendo rechazada por la formación anticapitalista y la negociación no salía del punto muerto en el que se mantuvo hasta ayer.


La noche del jueves, Mas se mostró especialmente beligerante con la CUP y admitió que el acuerdo era ya "superdifícil", pero las piezas empezaron a moverse al día siguiente.


La tarde del viernes los negociadores se encontraron en la sede de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), donde constataron de nuevo su desacuerdo, si bien hubo un movimiento inesperado.


El presidente de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), Jordi Sánchez, planteó una asamblea de electos y una consulta como posibles mecanismos alternativos para decidir el nombre del presidente catalán, dos propuestas que no obtuvieron el consenso.


Pero en la reunión, según diversas fuentes conocedoras de los contactos consultadas por Efe, figuras independientes dentro del grupo de JxSí pusieron sobre la mesa el nombre de Muriel Casals para la presidencia de la Generalitat, dejando a Mas como conseller en cap.


Era una propuesta insólita, que chocaba de frente con la estrategia unitaria hasta entonces mantenida por JxSí en favor de Mas como único candidato posible, por lo que causó malestar entre los negociadores de CDC.


La reunión quedó disuelta sin haberse llegado a ningún acuerdo, pero mientras Jordi Sánchez admitía públicamente que sólo quedaba "un hilo de esperanza", el acuerdo empezaba, paradójicamente, a abrirse paso.


Mas, de hecho, emplazó a los negociadores de CDC a explorar una vía que, aunque implicase buscar otro nombre para la presidencia, permitiese salvar el proceso soberanista, evitar unas nuevas elecciones y garantizar un Govern estable.


El giro que estaba dando la negociación se amasó en una reunión secreta de cerca de cinco horas la misma noche del viernes, en un hotel del centro de Barcelona, en la que por primera vez se puso sobre la mesa la posibilidad real de que Mas aceptase dar un paso atrás a cambio de situar a un nombre elegido por él mismo.


Los negociadores de la CUP que habían acudido a la reunión de esa noche, Eulàlia Reguant, Gabriela Serra y Albert Botran, se llevaron el encargo de redactar un escrito en el que se comprometieran a investir al nuevo president, a hacer autocrítica y a garantizar la estabilidad del nuevo Govern.


El sábado por la mañana tuvo lugar un frenético intercambio de borradores, en el que desde CDC se llegó a instar a la CUP a dejar vacíos buena parte de sus escaños el resto de la legislatura para asegurar la mayoría simple de JxSí.


Finalmente, la CUP dio su visto bueno a la última versión y se trasladó a un hotel para rubricar el pacto y Mas, que durante la mañana se había reunido con la cúpula de CDC, llamó al mediodía a Palau a Carles Puigdemont para comunicarle que era el elegido. 

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