Un fructífero y ajetreado viaje

Tras su visita a Obama, don Felipe y doña Letizia han proyectado en Washington y Florida la imagen de una monarquía moderna.

El rey Felipe VI estrecha la mano del presidente de EE. UU., Barack Obama, en su visita a la Casa Blanca.
El rey Felipe VI estrecha la mano del presidente de EE. UU., Barack Obama, en su visita a la Casa Blanca.
Efe

El rey Felipe VI termina un fructífero viaje a Estados Unidos, donde ha potenciado la imagen de España, ha recibido el apoyo y reconocimiento del presidente Obama y ha confirmado su prestigio como modelo de monarca moderno.


Su buen hacer y el trabajo de la diplomacia española han logrado que el presidente de EEUU dedicase a España casi las mismas palabras que pronunció en vísperas del referéndum de Escocia, lo que tiene especial mérito porque el Reino Unido es el más firme aliado de EEUU.


Obama no necesitó ser más explicito y dijo: "estamos profundamente comprometidos en nuestra relación con una España fuerte y unida" y todos entendimos lo que decía, como se comprobó de inmediato en los despachos de las agencias, en la apertura de los noticiarios de la radio y de la televisión y en las primeras páginas de los periódicos del día siguiente.


El rey ha reforzado la imagen de España como un país importante en la alineación de las grandes democracias y comprometido en la búsqueda de solución a los problemas globales, como recordó el propio presidente Obama, que citó Afganistán y el Líbano entre otras zonas de conflicto donde España tiene desplegada fuerza militar.


Para la historia quedará, probablemente, la foto del apretón de manos o la reunión con Obama en la sala oval de la Casa Blanca, pero hubo mucho más. Una agenda cargada para un viaje intenso, duro, a prueba de buena salud.


En el ámbito político cabe destacar, además de la entrevista con Obama, una reunión en el Capitolio con la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado, la participación en un foro transatlántico con expertos de los dos países y un encuentro con los líderes de las comunidades hispanas.


En Washington intervino, además, en una sesión con científicos españoles que trabajan en EEUU, a los que le gustaría ver regresar, desayunó con empresarios estadounidenses, a los que animó a invertir en España y cenó en la universidad Georgetown, donde hace años curso un máster en relaciones internacionales. Y no faltó, claro, un encuentro con la colonia española.


No fue menor la intensidad de la agenda en Florida. Visita a la Torre de la libertad, reunión con las autoridades locales y, después con la dirección del Miami Dade College, donde dictó la lección inaugural de curso. Y el último día, jornada maratoniana en San Agustín con diversos actos en recuerdo de la fundación de la ciudad, hace 450 años, por el español Pedro Martínez de Avilés.


Días en Florida de honda remembranza y afirmación española. La lección inaugural del rey en Miami versó sobre "El español en Estados Unidos", una lengua que viene de lejos en San Agustín, la primera ciudad de los Estados Unidos y fundada por españoles, como recordó la alcaldesa, Nancy Shaver, y donde la bandera de España ha ondeado más años que la estadounidense.


El resultado del viaje es, sin duda, un éxito personal del monarca y, sobre todo, una importante baza, bien jugada, en beneficio de la imagen de España y de sus intereses nacionales.


Si se pudiesen separar los "papeles" del rey, cabría hablar de éxito personal e institucional, e incluso, profesional, si, acudiendo a unas palabras de su padre, el papel de rey o de reina se puede llamar profesión.


El éxito institucional se refleja en los medios de comunicación con los testimonios del presidente Obama y de su secretario de Estado. El personal, más sutil, lo corrobora la facilidad y naturalidad con la que se ha movido entre la gente en ambientes muy diferentes y lo certifica el influyente The Washington Post, que ve en los Reyes la imagen de una monarquía moderna. Del éxito profesional da cuenta la agenda cumplida.


Este viaje a Washington y Florida se podría comparar por su resonancia mediática y social en España con la primera intervención de su padre, Juan Carlos I, en la ONU hace casi cuatro décadas, donde presentó una España con anhelos de libertad después de los cuarenta años de franquismo.


El entonces joven rey Juan Carlos derrochó ilusión y buenos propósitos en Nueva York, la esperanza de una España que quería ser democrática. Felipe VI ha dejado ahora la credencial de solvencia y credibilidad, personal e institucional, como jefe de estado de una nación democrática, España, que tiene siglos de historia, voluntad de renovación y una posición relevante en el concierto de las naciones.


Si sus coetáneos reconocieron en Carlos III al mejor alcalde de Madrid, bien podría decirse hoy que Felipe VI es el mejor embajador de España.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión