​Los barones empañan los cambios de Rajoy

Pedro Sanz renuncia a presidir el Gobierno de La Rioja el mismo día que Esperanza Aguirre anuncia que también dejará la presidencia del PP de Madrid.

Mariano Rajoy sofocó a golpe de teléfono un primer intento de revuelta de los barones del PP tras las elecciones del 24 de mayo. Ordenó que nadie se moviera hasta las elecciones generales. Pero la disciplina ha durado tres semanas. El mismo día que Esperanza Aguirre anunciaba que dejará el liderazgo del PP de Madrid, Pedro Sanz comunicaba que, después de 20 años en el cargo, renunciaba ser presidente de La Rioja.


Los políticos dicen que en lo suyo las casualidades no existen. Si hay que creerles, los pasos que han dado Aguirre y Sanz el mismo día no son fruto del azar. El gesto de la presidenta de los populares madrileños era más o menos esperado tras el revolcón electoral que frustró su sueño de ser la alcaldesa de la capital, pero el del presidente riojano constituye una sorpresa. Sanz dice que se va porque no se ve gobernando en minoría. Su presencia al frente del Ejecutivo autonómico era un lastre en las negociaciones con Ciudadanos, un partido que defiende la limitación a dos de los mandatos de los gobernantes. El partido de Albert Rivera se apuntó el tanto de la renuncia del veterano barón popular, el más longevo del PP.


Pero no lo ven así en el partido. Sanz había comunicado su decisión a Mariano Rajoy, quien, según fuentes populares, trató de disuadirlo. No en vano fue el propio presidente del Gobierno el que convenció al gobernante riojano a que se presentara a las elecciones del 24 de mayo en contra de los deseos del interesado. Pero Sanz, al igual que otros barones del PP, cree que ha llegado el momento de dejar paso a otros dirigentes. El presidente riojano, además, ni quería gobernar en minoría ante la imposibilidad de cerrar un acuerdo con Ciudadanos ni quería gobernar con el freno de un partido aliado en el supuesto de que hubiera cuajado el pacto con el partido naranja. Quería gobernar como lo había hecho siempre, en solitario gracias a las cinco mayorías absolutas que obtuvo el PP.


Un imposible para los nuevos tiempos que corren. Así lo entendió Sanz y se marchó para continuar su trayectoria política en el cómodo retiro del Senado, donde coincidirá con otra compañera de fatigas, la aragonesa Luisa Fernanda Rudi, y es probable que con alguno más.


La decisión del presidente riojano no es una isla en el PP. Se enmarca en la desazón que se instaló entre los gobernantes autonómicos populares tras los comicios, y que Rajoy a duras penas logró apaciguar. Pero Aguirre volvió a abrir hoy las esclusas del malestar, y cinco horas después Sanz siguió su camino.


Todo ello 48 horas antes de que el presidente del Gobierno anuncie en un comité ejecutivo del PP los cambios que quiere para el partido. No andará lejos tampoco la remodelación que planea para el Gobierno aunque esta no tiene fecha para materializarse. Hay quien dice que todos los cambios, los del partido y los del gabinete, se van a concretar el jueves, pero su impacto ya ha quedado empañado.


Con los pasos al costado de Aguirre y Sanz, la familia de barones del PP queda muy mermada porque a sus renuncias se suman las ya anunciadas de la aragonesa Rudi después de las elecciones generales, el valenciano Alberto Fabra, y el balear José Ramón Bauzá, aunque este quiere irse antes y persiste en la idea de convocar un congreso extraordinario después del verano para formalizar su dimisión. La dirección del PP ha recordado a todos que hasta después de los comicios legislativos de fin de año no pueden celebrarse congresos regionales.


Una orden que es muy posible que también choque con las pretensiones de Aguirre, que quiere reunir el cónclave madrileño "cuanto antes" y eso, según fuentes cercanas a ella, es antes de las elecciones generales. El equipo de la calle Génova de Madrid reiteró el calendario para disuadir a la todavía presidenta del PP de Madrid, pero sus posibilidades éxito con ella son discutibles.Dolores de Cospedal


Otro que mantiene en vilo a la dirección popular es el presidente de Castilla y León, Juan Vicente Herrera. Aún no ha confirmado que se presentará a la investidura y ya ha protagonizado algún amago de irse. Aunque son varias las fuentes del PP que apuestan a que se quedará, en la calle Génova no las tienen todas consigo. El presidente castellanoleonés, con 14 años de mandato a sus espaldas, también es de lo que creen que hay dar el relevo a otras generaciones. Pero aún mantiene el suspense sobre sus planes.


Como Dolores de Cospedal. La secretaria general del PP no va a ser indisciplinada con Rajoy, pero su futuro es una incógnita porque no depende tanto de su voluntad como de la de su jefe. Si el presidente del Gobierno decide, como se especula, que salga de la secretaria general para entrar en el Ejecutivo es improbable que siga al frente del partido en Castilla-La Mancha, aunque lo haría hasta después de las generales.


Los únicos que en el PP parecen dispuestos a ejercer de líderes de la oposición son el extremeño José Antonio Monago y el andaluz Juan Manuel Moreno. El cántabro Ignacio Diego aún no ha aclarado su futuro, mientras que la catalana Alicia Sánchez-Camacho y la vasca Arantza Quiroga son irrelevantes a esos efectos. Entretanto, Alberto Núñez Feijóo otea el panorama desde su observatorio gallego, y, pese a que también obtuvo malos resultados municipales, es el nombre que todos salvan de la quema y al que ven cada día con más cara de sucesor.