​La Audiencia Nacional investiga a Boko Haram por terrorismo al haber una víctima española

Una misionera madrileña fue víctima de una situación de acoso y coacción en Adamada.

El juez de la Audiencia Nacional (AN) Fernando Andreu ha acordado abrir una investigación contra el líder de Boko Haram, Abubakar Shekau, por un delito de terrorismo basado en el acoso y coacción a una religiosa española en la ciudad nigeriana de Ganye.


Andreu ha adoptado esta decisión en un auto, al admitir a trámite la querella que presentó hace un mes la Fiscalía de la Audiencia Nacional contra este grupo terrorista por delitos de terrorismo y lesa humanidad y que se basa en una denuncia interpuesta por el exjuez Baltasar Garzón.


En el auto de admisión de la querella, el juez prevé practicar una serie de diligencias como la toma de declaración a la religiosa española María Jesús Mayor García, de la Orden del Niño Jesús de Madrid, que fue víctima de un ataque de Boko Haram en Ganye, en el estado nigeriano de Adamada, el 22 de marzo de 2013.


Para ello solicita la averiguación del domicilio de la víctima española "a fin de recibirle declaración y realizarle ofrecimiento de acciones como perjudicada".


Además solicita a Interpol que elabore informes sobre Boko Haram y acuerda incorporar a la causa los informes de Naciones Unidas y de Human Rights Watch relativos a Boko Haram, sus acciones y a sus víctimas.

Andreu considera que se dan las condiciones establecidas por la ley de justicia universal, tras su reforma en marzo de 2014, para poder abrir una investigación a este grupo terrorista.


Estas son: la existencia de una víctima española, que se haya iniciado el procedimiento por medio de una querella de la Fiscalía y que no conste la existencia de una investigación sobre estos hechos en el país en el que se cometieron o en un tribunal internacional.


La querella de la Fiscalía, la primera que se interpone en la Audiencia Nacional tras la reforma de la ley de justicia universal, que limita la competencia de la jurisdicción española para investigar delitos en el extranjero, iba dirigida contra Abubakar Shekau, sus integrantes, colaboradores y financiadores, aunque el juez solo la ha admitido por el momento contra el líder de Boko Haram.


Andreu, al igual que la fiscal Dolores Delgado, entiende que el delito de terrorismo sería conexo a otro de lesa humanidad porque los hechos se engloban "en un contexto generalizado de actuaciones delictivas de naturaleza terrorista que está llevando a cabo la mencionada organización yihadista de forma sistemática contra personas y colectivos".


Según la querella, que esgrime datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), desde que en 2009 iniciara su campaña violenta Boko Haram ha asesinado a 12.000 personas y ha herido a otras 8.000 y en los últimos seis meses ha causado 2.000 muertos y 10.000 desplazados.


Entre esos asesinados podrían encontrarse las más de 200 niñas secuestradas en un colegio católico de Chobok, al norte de Nigeria, el 14 de abril de 2014, según informes de la ONU citados en la querella.


La Fiscalía esgrimía también que el principal objetivo de Boko Haram es el establecimiento de un estado islámico en Nigeria, coincidente con el de Al Qaeda, Estado Islámico (DAESH) y los Soldados del Califato (Magreb), "cuya acción terrorista ha sido y está siendo respectivamente de incidencia en España, Gran Bretaña, Bélgica, otros países de Europa, y Estados Unidos".

Además, su líder, Abubakar Shekaku, que recientemente manifestó su adhesión al EI, expresó en 2012 su solidaridad con otros grupos yihadistas y les alentó a seguir participando en ataques terroristas, entre los que la Fiscalía nombra los secuestros de los periodistas españoles Marc Marginedas, Javier Espinosa y Ricardo García Vilanova, que se investigan ya en la Audiencia Nacional.


No obstante, el hecho central de la querella se basa en un ataque de Boko Haram en Ganye, en el estado nigeriano de Adamada, el 22 de marzo de 2013, donde la religiosa española, de la Orden del Niño Jesús de Madrid, desarrollaba su labor.


En el transcurso de ese ataque, la misionera fue víctima de una situación de acoso y coacción, pese a lo cual pudo escapar y esconderse, teniendo que ser rescatada por miembros de los servicios de inteligencia de Nigeria.