El jurado popular no ve racismo en el homicidio de un senegalés a manos de una familia gitana

La Fiscalía pedía una condena de 20 años de cárcel por asesinato con la agravante de racismo.

Un jurado popular ha condenado al padre de una familia gitana y a su hijo por el homicidio de un senegalés en el barrio barcelonés del Besòs en enero de 2011, aunque sin apreciar la agravante de racismo en el crimen.


Un jurado popular ha juzgado en la Audiencia de Barcelona a cuatro miembros de una familia gitana, para dos de los cuales la Fiscalía pedía una condena de 20 años de cárcel por el asesinato de un senegalés con la agravante de racismo, al entender que el origen étnico de la víctima había motivado el crimen.


El jurado ha considerado culpable del homicidio al padre de la familia, Antonio F.P., como inductor del crimen, y a su hijo Antonio F.G. como autor material del homicidio del senegalés, al que mató disparándole con una escopeta.

Sin embargo, en su veredicto, leído anoche en la Audiencia de Barcelona, el tribunal popular ha descartado que existiera una motivación racista en el crimen y ha rebajado el caso a un delito de homicidio, en vez de asesinato, como planteaban la Fiscalía y la acusación particular, ejercida por la abogada Laia Serra.

El veredicto del tribunal popular aprecia en el caso del padre de la familia las atenuantes de toxicomanía y reparación del daño, al considerar probada su adicción a las drogas y por haber entregado al juzgado 12.000 euros para cubrir la indemnización que pudiera exigírsele como responsable de la muerte del senegalés.


Asimismo, el tribunal popular ha condenado a una falta de lesiones a otro hijo del inductor, por los golpes que propinó a la víctima en el enfrentamiento previo al crimen, y ha absuelto a un cuarto procesado, miembro de la misma familia, a quien la Fiscalía acusaba de amenazas.


El crimen, que provocó tensiones entre las comunidades gitana y africana que residen en el barrio barcelonés del Besòs, sucedió la tarde del 3 de enero de 2012, cuando la víctima se encontraba jugando a fútbol con unos compatriotas en las inmediaciones de la calle Palermo de Barcelona, frente a la casa de la familia acusada.


En su declaración en el juicio, el padre del clan, Antonio F.P. exculpó a su hijo y asumió que pudo haber disparado accidentalmente el arma homicida en un forcejeo con la víctima, pero insistió en que no había ninguna motivación racista en la agresión: "gitanos y negros somos razas perseguidas", proclamó.