Tercer Milenio

En colaboración con ITA

De la farmacéutica de Olot a los ERE: un cuarto de siglo en la elite de la investigación

La Unidad Central Operativa de la cumple 25 años.

Foto de archivo de una de las operaciones de la UCO
De la farmacéutica de Olot a los ERE: un cuarto de siglo en la elite de la investigación
Efe

De la liberación de la farmacéutica de Olot a los ERE de Andalucía. De la detención del asesino de cinco mujeres en Castellón a la recuperación del tesoro expoliado por Odyssey. El buque insignia de la Guardia Civil en la lucha contra la delincuencia, la Unidad Central Operativa (UCO), cumple 25 años.


Fue en 1989, dos años después de crearse la policía judicial, cuando se puso en marcha esta unidad. Integrada en sus inicios por apenas una quincena de agentes, la elite de la investigación criminal del instituto armado ha ido creciendo hasta contar hoy con 445 miembros.


Son los Rubén Bevilacqua, las Virginia Chamorro -los agentes de la UCO que protagonizan varias novelas del escritor Lorenzo Silva- o los Rubén Sierra -el capitán de la serie de televisión que popularizó esta unidad investigadora-, dedicados en cuerpo y alma a las entre 180 y 190 operaciones que se mantienen abiertas permanentemente, de las que la mitad se explotan en el año.


Homicidios, secuestros en España y de españoles en otros países, robos del patrimonio histórico, arqueológico y subacuático, tráfico de drogas, mafias, dopaje, falsificación de medicamentos, sustracción de vehículos, delincuencia económica o ciberdelitos. Allí donde no pueden llegar las unidades territoriales de la Guardia Civil, está la UCO.


Una unidad que evoluciona conforme demanda la sociedad y que, como explica el coronel jefe de la UCO, Pedro Ortega, ha tenido que potenciar los grupos dedicados a la investigación de los delitos que más preocupan ahora a los ciudadanos, donde "nos aprieta el zapato": la delincuencia económica y la corrupción.


Se trata de investigaciones complejas, concienzudas, como la de los ERE, que requieren una máxima especialización y muchas horas de trabajo, de mirar con lupa cada informe, cada anotación, cada cifra...


Pero los resultados lo compensan. Como ilustra el coronel Ortega, el año pasado cada uno de los agentes del grupo de investigación de delincuencia económica recuperó para el Estado más de 15 millones de euros. Por eso, sentencia: "luchar contra la corrupción es rentable".


Igual de complejo resulta escudriñar en el mundo de la ciberdelincuencia. Horas y horas se pasan los 21 agentes del grupo de delitos telemáticos pegados al ordenador tratando de desenmascarar al pedófilo o al timador "on line".


Aún son pocos, pero el deseo del coronel es dotarles de más personal, al igual que al grupo de delincuencia económica.


No se ven uniformes en la UCO. Si acaso alguno guardado en un armario por si hay que explicar a las televisiones alguna operación. Sí se ven en sus oficinas agentes muy jóvenes, muchos de ellos con un "look" que les permite infiltrarse en las organizaciones criminales, hacer fuentes o vigilar a los delincuentes sin levantar sospechas.


Formar parte de la UCO no es fácil, como tampoco permanecer en ella. Algunos de sus miembros, como el comandante Sacristán, pertenecen a esta unidad desde su creación, pero muchos de sus agentes aguantan una media de cinco años y cambian de destino.


Porque "no todo el mundo está dispuesto a estar cien días fuera de su casa", dice Sacristán, un agente al que sus hijos jamás han visto de uniforme y que ha contado siempre con el apoyo de su mujer.


Viajar constantemente, a veces sin saber cuándo se va a volver a casa, puede poner en riesgo la estabilidad familiar. Y hay quien no está dispuesto a asumirlo.


Todo el personal de la UCO es voluntario. Pero no basta con solicitar este destino. Además de tener que superar un curso de Policía Judicial y pasar el filtro de un psicólogo que valora la "actitud y aptitud" del aspirante, el agente permanece un año en comisión de servicio en la unidad para evaluar sus capacidades y adjudicarle, si pasa la criba, el grupo de investigación correspondiente.


Una selección "muy rigurosa", resalta el coronel Ortega, para una unidad "muy sacrificada", en la que no hay horarios.


Sacristán recuerda los inicios de la unidad, en dependencias "prestadas", con escasos medios, poco personal y ya metida de lleno en investigaciones como el fraude del IVA que saltó a primeros de los años noventa o el asesinato de una pareja de novios por un vigilante de una cantera en Vall d'Uxó (Castellón).


La irrupción de bandas organizadas, como las de los albano-kosovares, y de los delitos urbanísticos en la época del "boom del ladrillo" obligó a la UCO a especializarse aún más y a aumentar el número de agentes.


Recuerda Sacristán las dificultades a las que se enfrentaban en los primeros años los agentes. A modo de anécdota, relata que mientras los delincuentes huían en "porsches", los investigadores les perseguían en un Seat Ritmo. Aún así, eran detenidos.


En el "haber" de la UCO figuran investigaciones con final feliz, como el secuestro de la farmacéutica de Olot o el más reciente de la niña de origen marroquí residente en Cataluña y retenida en Bolivia; la recuperación del "Beatus" de Liébana, un manuscrito del siglo X sustraído del Museo Diocesano en la Seu d'Urgell; o la de las 500.000 monedas de oro y plata que la empresa estadounidense Odissey extrajo del pecio de un barco español.


Son algunos ejemplos que, según el coronel, hacen de la UCO un referente nacional e internacional en la lucha contra el crimen.