Cataluña

Mariano Rajoy-Artur Mas; sonrisa fría, debate caliente

Mas acudió al inicio del I Foro Económico del Mediterráneo para saludar pero no para intervenir, por lo que consideró que no tenía mucho sentido quedarse a escuchar al presidente.

Había disposición a escudriñar al milímetro los gestos de Mariano Rajoy y Artur Mas en su fugaz encuentro en Barcelona, una cita precedida de la polémica protocolaria sobre el papel que debía jugar el presidente de la Generalitat en el evento que la facilitaba.


El I Foro Económico del Mediterráneo, con el Palacio de Pedralbes como sede, fue el escenario para esa foto de ambos en medio de un debate en el que ninguno de los dos da su brazo a torcer ante las aspiraciones soberanistas de Cataluña.


Sí, no, sí, no,..., finalmente Mas acudió al inicio del foro para saludar pero no para intervenir, por lo que consideró que no tenía mucho sentido quedarse a escuchar al presidente y, tan pronto como los informadores gráficos acabaron su trabajo, emprendió rumbo al Parlament para asistir a la sesión de control a su gobierno.


Allí, el guante de seda con el que parecía que había enfundado su mano al saludar a Rajoy poco antes se convirtió en un discurso de hierro al acusar al Gobierno central de "imposiciones protocolarias" mientras que él mantiene la dignidad de forma educada para no generar más tensión.


Nada ha cambiado pues en el fondo. También mantuvo Rajoy su discurso cuando, ya sin Mas en la sala y cuidándose de no citar expresamente a Cataluña, advirtió de que lo moderno es la unión, no la disgregación, y que el signo de los tiempos es la integración y no el aislamiento.


Un aviso en la línea de los que ha venido lanzando para dejar claro que, aunque siempre estará dispuesto al diálogo, no hay nada de qué hablar si lo que se pretende es la independencia de un territorio que forma parte de España.


Este miércoles, al menos, sus posiciones fueron precedidas de unas formas que ambos supieron guardar en todo momento saludándose, intercambiándose ante los informadores contadas y frías sonrisas, y compartiendo de forma distendida alguna confidencia.


El saludo había generado mucha expectación. Decenas de acreditaciones habían sido solicitadas por los periodistas y hasta un par de responsables de los servicios de prensa y seguridad hicieron de dobles de los dos presidentes para señalar el lugar exacto en el que minutos después iba a tener lugar el presumible apretón de manos.


Era cuestión de buscar el mejor ángulo para inmortalizar ese momento, que contó finalmente con la bienvenida de Mas a Rajoy y un distendido palmeo en el brazo izquierdo del presidente del Gobierno.


E intercambiaron alguna confidencia, aunque Mas se guardó mucho de girarse para ello y hacerlo de espaldas a los periodistas no solo para que no se le escuchara, sino para que no se pudieran leer sus labios.


Poco después, otra foto juntos pero en esta ocasión con todos los ministros de Exteriores y presidentes de las organizaciones empresariales de los diez países de las dos orillas del Mediterráneo que participaban el foro de Barcelona.


Alguna sonrisa contenida más, algún comentario de nuevo entre ambos y, cuando abandonaba el lugar, Mas fue abordado por el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo.


Ambos, mientras caminaban, mantuvieron una conversación que dio pie a que los periodistas intentaran medir si la comisura de los labios de Mas en ese preciso instante había ganado grados respecto a la sonrisa que intercambió con Rajoy.


Quizás haya que abrir la puerta a que el lenguaje gestual se convierta en nueva asignatura en la carrera de Periodismo.