Sucesos

El conductor que arrolló al bebé en Madrid conocía a la familia

La Policía continúa tomando declaración a los testigos del accidente para averiguar como la niña pudo deslizarse hasta la calzada.

El conductor que arrolló el lunes a una bebé de dos meses en Madrid, después de que esta se deslizara de su silla y cayera a la calzada, conocía a la pequeña y a sus padres porque viven cerca, y tras el suceso tuvo que ser atendido por una psicóloga.


El suceso ocurrió ayer sobre las 20.15 horas a la altura del número 36 de la calle de Higueras, cuando los padres aparcaron el coche y sacaron del vehículo el portabebés y varias bolsas de la compra y, por circunstancias que se investigan, la pequeña se escurrió de la silla y fue atropellada por un coche que pasaba justo en ese momento.


Se trata de una calle estrecha y en cuesta por la que los coches suelen ir despacio, como según varios testigos circulaba este lunes el coche que atropelló a la niña, que al parecer buscaba aparcamiento cuando la pequeña cayó a la calzada y la arrolló.


Este joven, de nacionalidad ecuatoriana, iba junto a un amigo en el vehículo y ambos tuvieron que ser atendidos por una psicóloga del Samur cuando vieron lo que había pasado.


Se da las circunstancia de que el conductor conoce a la pequeña y a sus padres -él de origen colombiano y ella cubano- ya que son vecinos.


Según las primeras investigaciones, la pequeña no iba bien sujeta a la silla, ya que si no, no se habría deslizado, y ahora se investiga dónde estaba exactamente y cómo pudo deslizarse.


Algunos testigos han asegurado que la silla estaba entre dos coches, junto a las bolsas de la compra, al borde de la calzada, y la pequeña pudo deslizarse debido a la inclinación de la calle.


Otra vecina ha asegurado que vio cómo la madre llevaba el maxicosi colgado de un brazo cuando la pequeña se resbaló.


La Policía Municipal de Madrid continúa tomando declaración a varios de los testigos del accidente para aclararlo.


Varios vecinos de la zona han explicado a Efe-Televisión que oyeron gritar a varias personas en la puerta del número 36 de la calle y al acercarse vieron a la niña fallecida, en la calzada, mientras los padres lloraban desesperados.


Ambos tuvieron que ser atendidos por psicólogos para calmar sus crisis de ansiedad.