Vigo, 8:45 de la mañana. El atracador entra en una sucursal bancaria de la ciudad con un cuchillo con el que amenaza a los empleados. Se lleva 600 euros del expendedor automático. Sale del banco y sigue con su mañana de trabajo. Lo hace andando, camina hasta que encuentra otro banco y también lo atraca simulando llevar un arma en la chaqueta. Ha pasado apenas una hora entre los dos robos y aunque la policía ya peina toda la zona aún no lo ha encontrado.

Algunos vecinos comentan con cierta extrañeza, y quizá también algo de comprensión, que la gente ya no sabe qué hacer para conseguir dinero.

El ladrón, a quien la policía lleva ya hora y media buscando sale de su segundo atraco con 1.400 euros. Es posible que tras tanto ajetreo piense que es hora de hacer una pausa para un tentempié. Junto al banco que acaba de atracar entra en un bar y pide una caña y una tapa de arroz. Sin inmutarse deja el cuchillo y los fajos de billetes sobre el mostrador. Uno de los clientes cree que quizá pensó que a la policía no se le ocurriría buscarlo tan cerca.

Pero si que lo buscaban. Lo vieron desde fuera del local y lo vigilaron. Finalmente entraron en el local y se lo llevaron hasta el baño del establecimiento. Allí lo detuvieron. Un viandante cree que seguramente ni siquiera opuso ni resistencia. Si se resistió o no aún no esta claro, lo que si se sabe es que este peculiar ladrón tiene 42 años, es natural de Vigo, tiene antecedentes y se dejó en una cafetería la cerveza más cara de su vida.