Manifestación de protesta

Seis colores para un grito: "No a los recortes"

La manifestación en protesta contra los recortes del Gobierno se convirtió en una fiesta reivindicativa de colores, en el que dominaba el rojo de UGT y CCOO

La madrileña plaza de Colón se ha convertido en un arcoíris de cientos de miles de personas unido en una sola voz para rechazar los recortes del Gobierno.


La manifestación se había organizado en cinco "mareas": verde para los trabajadores de la educación pública, blanca para la sanidad, naranja para servicios sociales y dependencia, violeta para las asociaciones de mujeres y negra para los servicios públicos en general.


A pesar de su empeño, a estos colores se ha añadido un predominante rojo corporativo de CCOO y UGT, así como los uniformes de bomberos y enfermeros, que han querido llevarse el trabajo a la fiesta.


El grito era unánime -"No a los recortes"- pero cada uno barría para su casa, y mientras los mineros anunciaban su llegada con petardos y tracas, los bomberos exhibían una pancarta que decía "Trabajadores parados, heridos, muertos. Gobierno dimisión".


La concentración, anunciada como "histórica" por los sindicatos, ha resultado una jornada festiva, con disfraces, batucadas, pitos y trompetas para niños y mayores bajo pancartas de "Bienvenidos a Madrid".


Y es que buena parte de los manifestantes ha llegado desde todos los rincones de España en los cientos de autobuses fletados por las organizaciones sindicales para la ocasión (2.000 según los convocantes y 507 según la Delegación del Gobierno en Madrid).


Agotados tras una larga noche de autobús, se dejaban caer en las aceras de Colón, bocadillo en mano, dispuestos a coger fuerzas para aguantar los cánticos hasta el final.


El buen tiempo ha acompañado en demasía y el calor ha obligado a los asistentes a buscar desesperadamente la sombra, ya fuera de un sombrero, de una banderola o de edificios como la Biblioteca Nacional.


También ha habido quien ha hecho su particular agosto con las altas temperaturas, vendiendo botellas de agua entre la multitud, aunque sin duda quienes más han agradecido esta avalancha de visitantes han sido los propietarios de los hoy abarrotados bares, cafeterías y tiendas de comestibles de los alrededores de Colón.


Para los olvidadizos que han querido sumarse a las "mareas" de colores a última hora, las camisetas con lemas se cotizaban entre los cinco y los nueve euros en improvisadas tiendas ambulantes.


Uno de los pocos momentos de tensión vividos en la jornada de protesta lo han protagonizado los bomberos, que han querido poner ante el escenario de los mítines un féretro con un muñeco con la cara del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ante la resistencia de los servicios de seguridad de los sindicatos, que finalmente han cedido.


Antes de que terminara el acto, han retirado el féretro para pasearlo por la plaza junto a una maqueta de helicóptero de dos metros.


Sin embargo, el helicóptero protagonista de la jornada ha sido uno real, el de la policía, que era recibido con pitadas cada vez que sobrevolaba Colón, lo que ha obligado a interrumpir los mítines en varias ocasiones.


A solo unos cientos de metros de la Plaza de Colón, la sede del Partido Popular era custodiada por la policía, que ha blindado la calle Génova y las vías de acceso, lo que ha provocado las protestas de algunos manifestantes, al grito de "a por ellos, oé", "dimisión" y "el pueblo unido jamás será vencido".


Al colorido de las camisetas se han unido cientos de banderas: de sindicatos, regionales, con el "Che" Guevara, republicanas y otras con lemas propios, desde "Los recortes a los ricos primeros" hasta "Votemos a Alí Babá, al menos así sabremos que solo hay cuarenta ladrones".


Animados por el éxito de la convocatoria -la plaza estaba tan concurrida que las líneas telefónicas funcionaban con dificultad y obligaban a comunicarse por Whatsapp-, muchos manifestantes pedían la dimisión del Gobierno, mientras otros, más modestos, apostaban por una nueva huelga general.