Mi primer día en la nieve

Los alumnos del colegio Fuente del Rey pasaron una jornada en el punto de nieve. Allí, muchos aprendieron a esquiar entre bromas y alguna caída.

Mi primer día en la nieve
Mi primer día en la nieve
Mariano Castejón

Nunca se habían puesto unos esquís, pero no tardaron en dominar la técnica. Los cuarenta y un alumnos de sexto curso del colegio Fuente del Rey pasaron este miércoles un día en la nieve que muchos tardarán en olvidar. El Punto de Nieve de Santa Inés fue su escuela y los monitores, sus profesores por un día. Allí comieron, jugaron y hasta merendaron. "Es una jornada de convivencia y actividad deportiva en la que, además, hacen uso de los recursos de la provincia. De no ser por el Ayuntamiento, muchos no tendrían acceso a una actividad como esta", comentó Nieves, una de las profesoras del centro.


Los niños solo tuvieron que llevar sus abrigos, sus guantes y sus gafas, ya que los esquís y las botas los puso el punto de nieve. Entre los jóvenes había de todo. "La mayoría son principiantes, pero algunos ya han estado en la nieve", apuntó la maestra. Una vez equipados, fue momento de formar los grupos. Carla, que ya había estado el domingo, fue al de los ‘expertos’. "Aprendes cayéndote y levantándote", dijo. A su lado, Laura, Sofía, María y Lucía no podían ocultar sus ganas de empezar. "Teníamos muchas ganas de venir", reconocieron. Unos metros más adelante, Álvaro y David explicaban a sus amigos cómo bajar correctamente. "Tenéis que tener paciencia e ir haciendo curvas. No os caigáis", apuntaron.


En fila india, los principiantes pusieron rumbo a la pista de iniciación. Los ‘expertos’, por su parte, se dirigieron al remonte. Tras el calentamiento del rigor, los novatos recibieron "nociones básicas de esquí" y aprendieron a hacer la cuña, técnica necesaria para frenar sin darse un ‘coscorrón’. Entre caída y caída, los jóvenes fueron haciéndose con el instrumental. Casi todos, de hecho, terminaron la mañana en el remonte junto a sus compañeros. En la pista todo fueron risas, exhibiciones improvisadas y algún que otro resbalón. Los estudiantes terminaron "agotados" de tanto subir y bajar, pero las fuerzas duraron horas. La jornada comenzó a eso del mediodía y no terminó hasta, aproximadamente, las 17.00 horas.


A media mañana, los trineos robaron parte del protagonismo a los esquís. Los jóvenes no dudaron en subir colina arriba, colocarse en la casilla de salida y deslizarse hasta la línea de meta al grito de: "Preparados, listos... ¡Ya!". Las carreras no estuvieron exentas de tropiezos y caídas que arrancaron numerosas carcajadas. "Yo trataba de girar a la izquierda, pero el trineo no respondía", expuso uno de los escolares. Otros, nada contentos con el resultado, acusaban a sus compañeros, medio en broma medio en serio, de hacer trampas y salir antes de tiempo. A la hora de comer fue momento de hacer balance.


Para muchos, tirarse de la pista grande fue "lo mejor". Algunos como Álvaro presumían de no haberse caído "ni una sola vez". "No he pasado nada de miedo", añadió. A pocos metros, Claudia, Inés, Esther, Paula, Toño y Lucía compartían anécdotas. Todos coincidieron en que la experiencia fue "súper guay". Quienes se quedaron con ganas tendrán una segunda oportunidad este fin de semana, ya que todos recibieron un forfait y la mayoría prometió repetir. Aquellos que decidan volver lo harán como unos auténticos esquiadores. "El 70% suele repetir. Vienen con un nivel suficiente como para no tener que ir acompañados por un monitor", aseguró el adjudicatario del punto de nieve, Juan Carlos Abad.Con cuchillo y tenedor

Los pequeños fueron recibidos a mesa puesta en el restaurante de Santa Inés. Del menú, compuesto por macarrones a la boloñesa, patatas, hamburguesas y flan, no quedaron ni las migas. Estas eran solo algunas de las elaboraciones preparadas para la ocasión. "Tenemos menús especiales para celiacos y alérgicos. También disponemos de opciones halal para los musulmanes", apuntó Abad. Tener el estómago "lleno" no impidió que los menores aprovechasen la nieve hasta el último minuto. De hecho, pudieron jugar un rato más hasta la hora de la merienda, en la que pudieron degustar un rico chocolate con pastas.


La jornada fue "un éxito". La única pega: que a la vuelta había que estudiar para un examen de ‘Cono’.