ISRAEL

Viejas estufas y lámparas de aceite para alumbrar una Gaza en tinieblas

La única planta eléctrica, que proporciona electricidad al 25 por ciento de Gaza, dejó de funcionar hace ya diez días y, desde entonces, una cuarta parte del millón y medio de habitantes de la franja no disponen de suministro.

Los habitantes de Gaza desempolvan sus viejas estufas de queroseno y lámparas de aceite para hacer frente al frío y la falta de electricidad tras veinte días de cierre de las fronteras de la franja palestina.


Frente al taller del anciano Saleh al-Astal, en el campo de refugiados de Jan Yunes, una larga cola de hombres y mujeres espera pacientemente; en sus manos portan viejas lámparas, estufas de cobre y quemadores de bronce heredados de sus antepasados y que durante décadas no han utilizado.


"Ha llegado su momento", dice Yousra al-Aqad, madre de seis hijos, en alusión a los viejos cacharros mientras sostiene una hornilla requemada que su padre "compró en los años sesenta, cuando la electricidad todavía era un lujo aquí".


"Gracias a Dios que la había guardado y podemos utilizarla ahora que llegan tiempos tan duros", añade.


El reparador, Al-Astal, asegura que "desde que empezó la crisis y el bloqueo ni siquiera puedo cerrar la tienda a mediodía", ya que son muchos los que necesitan reparar artilugios antiguos y hasta ahora inútiles para protegerse del invierno, cocinar y conseguir ducharse con agua caliente.


El pasado día 5 de noviembre Israel cerró los accesos a Gaza después de que las milicias palestinas lanzasen varios cohetes de fabricación casera contra su territorio, en represalia por una incursión del Estado judío en la franja en la que murieron seis milicianos.


Entonces se inició una escalada de violencia que ha acabado con la vida de dieciséis palestinos y en la que Israel se escuda para justificar un cierre hermético de los pasos, que sólo se han abierto en una ocasión para permitir la entrada de ayuda humanitaria, que no incluyó combustible.


La única planta eléctrica, que proporciona electricidad al 25 por ciento de Gaza, dejó de funcionar hace ya diez días y, desde entonces, una cuarta parte del millón y medio de habitantes de la franja no disponen de suministro.


La sobrecarga en las redes eléctricas ha estropeado varias de las líneas que entran desde Israel, extendiendo las tinieblas en que se sume buena parte de Gaza al caer el sol, sobre las cinco de la tarde.


Los constantes cortes de electricidad y la cada vez mayor escasez de queroseno y gas de cocina ha llevado a los palestinos a volver a viejos métodos para proveerse de iluminación y calor y, también, a agudizar la imaginación para hacer durar el poco combustible que les llega, buena parte del cual entra a través de túneles desde Egipto.


Uno de los "trucos" más utilizados cuando se ha agotado el queroseno es mezclar tres litros de gasolina diesel con una cucharadita de sal y utilizar ese líquido para alimentar las cocinas.


"Es increíble, gracias al diesel salado puedo cocinar", dice sonriente Ahmad Abu Yahel, que tiene un restaurante de falafels (pasta de garbanzo frita).


Pero esta precaria solución no ha logrado salvar a muchos de los negocios que venden comida y dependen del gas de cocina, gasóleo o electricidad para fabricar sus productos.


"Han cerrado más de una treintena de panaderías y las 17 que siguen abiertas sólo trabajan parcialmente, cuando tienen electricidad", explica Abdel Naser al-Ajrami, director del sindicato de panaderos.


La situación ha beneficiado a las pocas panaderías que aún conservaban viejos hornos artesanales alimentados con leña, pero tampoco ellas hacen el agosto porque hay también una gran carencia de harina.


Según al-Ajrami, los panaderos están recurriendo a trigo usado habitualmente para forraje para hacer el pan, con lo que se obtiene una masa de mucha peor calidad que muchos no quieren comprar.


El movimiento islamista Hamás, que gobierna de facto en la franja, asegura que dejó de lanzar cohetes hace ya diez días, pero otras milicias palestinas más pequeñas continúan tirando proyectiles y, según cifras del Ejército israelí, en este periodo han lanzado más de ciento cincuenta, que no han causado ninguna víctima.


La violencia por ambas partes pone en riesgo la continuidad de la tregua en vigor desde el pasado junio y que debía haber durando hasta finales de año.