TERREMOTO EN HAITÍ

Una ayuda demasiado lenta, demasiado poca

Más allá de las buenas intenciones, la realidad refleja que la ayuda de la comunidad internacional llega en ocasiones demasiado tarde y es demasiado escasa. Haití es un buen ejemplo.


La última cumbre de donantes, celebrada en abril pasado en Washington, comprometió 350 millones de euros para paliar los efectos de los huracanes y tormentas tropicales que sufrió este país en 2008.


Seis meses después de la reunión, el ex presidente estadounidense Bill Clinton y enviado especial de la ONU para el país caribeño denunció el incumplimiento de la mayoría de los países.


La experiencia confirma esta práctica, subraya en una entrevista  el director de Cooperación en Centroamérica y Caribe de Intermón Oxfam, Miguel Ángel Herrero.


"Cada uno o dos años hay una conferencia para Haití, pero la experiencia nos dice que los donantes no siempre honran sus compromisos y las cuantías -como es el caso de la última conferencia de Washington- son escasas" en relación a las necesidades reales.


"No nos dejemos deslumbrar por las cifras, porque recuperar las condiciones de vida y las fuentes de ingresos para millones de personas requiere de una inversión con bastantes más ceros de los que estamos hablando", recalca.


Con una superficie similar a la de Galicia, Haití forma parte del mapa mundial de la pobreza extrema: el 76 por ciento de sus diez millones de habitantes sobreviven con dos dólares diarios; la tasa de desempleo oscila entre un 65 y un 70 por ciento, y casi la mitad de la población es analfabeta.


El director general de Médicos sin Fronteras en España, Aitor Zabalgogeazkoa, apunta también a que el dinero para ayudar a Haití tras el seísmo del 12 de enero "ya está comprometido, lo que ahora realmente hace falta es que se libere".


"Ocurre -dice- que los gobiernos se comprometen en las conferencias y después tardan mucho en liberar los fondos".


De la misma opinión es Jaime Bará, experto de ayuda humanitaria y de emergencias de Cruz Roja Española, quien advierte del potencial peligro de que la ayuda no llegue o lo haga tarde.


La ayuda humanitaria sigue fallando a muchas personas. Pese a que la ayuda ha aumentado en los últimos años, sigue sin cubrir todas las necesidades: suele llegar tarde y, con frecuencia, está más determinada por la cobertura mediática de la crisis y por intereses políticos que por necesidades humanitarias.


Y muchos de los llamamientos de la ONU para la emergencia de desastres o para el súbito deterioro de las crisis humanitarias existentes reciben menos del 30 por ciento de los fondos requeridos durante el primer mes, según datos proporcionados por Intermón Oxfam.

El día después


Cuando los focos de las televisiones se apaguen y Haití desaparezca de los periódicos, miles de cooperantes permanecerán durante años sobre el terreno.


Por ejemplo, Cruz Roja Española estima que continuará en el país diez o quince años. Ahora está a punto de acabar la primera fase de salvamento y socorrismo, explica Bará, quien recuerda que el alto número de heridos ha colapsado las infraestructuras sanitarias y prácticamente sólo se brinda asistencia en tiendas y hospitales de campaña.


La comunidad internacional ha enviado catorce hospitales de campaña, cuatro de ellos de Cruz Roja.


A continuación comienza la fase de ayuda humanitaria, que puede prolongarse de tres a seis meses y durante los cuales se provee de alimentos, agua, saneamiento y cobijo a la población; le sigue el plan de pos-emergencia, que suponen otros dos años para la rehabilitación y el desarrollo económico.


Finalmente, durante la etapa de reconstrucción y rehabilitación -aproximadamente una década- se procura que las acciones se orienten a normalizar la situación.


"Cuando todo esté estabilizado, Cruz Roja seguirá trabajando en proyectos de desarrollo y con otro enfoque, orientado a reducir las tasas de pobreza, señala Bará.


Las primeras cifras estiman que hay tres millones de damnificados por el seísmo, muchos han perdido su empleo y sus medios de sustento.


Un esquema muy similar es el que aplica Médicos sin Fronteras (MSF) España, con presencia en Haití desde hace 19 años y que en el momento del terremoto tenía 800 profesionales en el país. Hoy, se desconoce el paradero de un centenar de ellos.


MSF continua trabajando en la fase de emergencias; todavía hay muchas necesidades debido al número de heridos y sus equipos han atendido a 3.000 pacientes.


Los quirófanos trabajan 24 horas al día, realizando sobre todo primeras cirugías (provisionales) para evitar gangrenas, infecciones graves e incluso la muerte del paciente, explica el director general de MSF, Aitor Zabalgogeazkoa.


En la etapa de pos-emergencia evaluará la oportunidad de entrar en proyectos de reconstrucción y continuará con sus proyectos regulares de prevención de violencia urbana y sexual.


Intermón Oxfam, con proyectos de desarrollo económico desde hace quince años en Haití, también centra su labor en la incidencia política, es decir en presionar para que la comunidad internacional asuma sus compromisos de sacar al país de la pobreza, "y ahora aún más".

Presencia estadounidense


Sobre la presencia militar de Estados Unidos en Haití para ayudar a la población civil -lo que ha suscitado recelos en países como Francia-, Cruz Roja Española considera que cualquier actuación que salve vidas y se haga de forma independiente y neutral es "bienvenida".


"A nosotros no nos está afectando, estamos trabajando con entera libertad", explica Jaime Bará.


En similares términos se expresa el director general de Médicos Sin Fronteras, quien considera que en una situación como la vivida en los primeros días después de la catástrofe "alguien tiene que poner orden".


El operativo que las Naciones Unidas tenían desplegado se vino abajo por los efectos de la catástrofe natural y el Gobierno haitiano quedó prácticamente desmantelado.