ITALIA

Un nuevo Berlusconi, serio y severo, se estrena contra la basura y la emigración ilegal

El Ejército defenderá los vertederos y las revueltas se castigarán con la cárcel. Los alcaldes expulsarán a vecinos de la UE sin renta mínima y seguro médico.

Berlusconi ya está aquí. Este miércoles celebró en Nápoles su primer consejo de ministros, que abre cinco años de legislatura decisivos para reflotar o hundir definitivamente Italia, y pareció muy consciente de su responsabilidad. Fue un nuevo Silvio Berlusconi el que se presentó en escena. Ha practicado el papel estas semanas con un sorprendente silencio ante la prensa, sobriedad en los tonos e incluso un talante dialogante con la oposición. Este miércoles, el magnate se mostró serio, conciso y hasta severo, sin temor de resultar impopular y con la mano fácil para abrir la puerta de la cárcel. Apenas hizo dos chistes en una hora, probablemente su mejor marca hasta el momento.


La batería legislativa inaugural del centro-derecha, en cuatro horas de reunión, se basó en tres grandes temas de impacto: basura, inmigración ilegal y medidas económicas para aliviar a las familias con recortes de impuestos y ayuda en las hipotecas. Berlusconi fue contundente con el problema de la basura de Nápoles, que dura 15 años y que en su último repunte lleva cinco meses apestando la ciudad. "He venido a decir que el Estado ha regresado (...), a solucionar esta situación que no es propia de un país civilizado", sentenció. "Es la hora de decisiones dolorosas, de tomar medidas como en un terremoto o una erupción volcánica". Una definición bastante precisa de lo que ocurre.


El sistema de recogida de basuras napolitano, inexistente, nace de una cultura individualista y de supervivencia y de la ausencia de autoridad. Nadie quiere un vertedero en su pueblo y ningún político quiere enemistarse con sus votantes. Por eso se tira con agujeros que se llenan cada año. Ahora mismo, ante los planes de abrir nuevos basureros ya están en pie de guerra varios municipios. Hasta ahora la técnica ha funcionado, pero con Berlusconi puede acabarse. Abrirá ocho nuevos vertederos pero no dijo dónde, para evitar que se organice la resistencia, y serán considerados "lugares de interés estratégico nacional", vigilados por el Ejército. En resumen, zonas militares. Colarse en ellos o impedir el acceso significará de tres meses a un año de cárcel, y los desórdenes, de uno a cinco años.


El líder de la derecha prometió que la primera incineradora de la región, proyectada hace ocho años en Acerra pero aún en obras, "se abrirá antes de fin de año". Hasta ahora, el plazo de apertura era dos años. En dos años y medio, plazo para que todo vuelva a la normalidad, la región tendrá un total de cuatro plantas. Si Berlusconi lo logra será un milagro. Si no, a ver qué se inventa para justificarse. Pero al menos se la ha jugado.


Si la basura es el símbolo del caos nacional y afrontarla es una fuerte señal interna, el otro gran frente de medidas, contra la inmigración ilegal, es el que más interesa a Europa. El llamado "paquete de seguridad", conocido en los últimos días, estrecha los controles sobre los extranjeros sin papeles y los convierte en delincuentes. La inmigración ilegal será un delito penado con cárcel, como quiere la Liga Norte, pero en realidad los detalles están en el aire. La batalla pasa al Parlamento. No ha entrado en el decreto de aplicación inmediata y debe definirse en las cámaras, donde a buen seguro será modulado, pues crea división en el Gobierno, por no hablar de la sociedad, empezando por el Vaticano, muy influyente en Italia. Berlusconi dijo que defiende "el derecho del ciudadano a no tener miedo". Se ignora si incluye a los que le tienen miedo a él.

Roces con la UE


Una de las medidas más polémicas es la confiscación de los pisos que se alquilen en negro a extranjeros clandestinos, y otra que significa la legitimación de las prácticas de la Liga Norte a nivel local: se da potestad a los alcaldes para exigir unos ingresos mínimos y seguro médico a los ciudadanos comunitarios que residan en sus municipios -léase, más que nada, rumanos y gitanos-, con el poder de expulsarlos si no cumplen los requisitos. Hasta hoy estas cosas eran obra de alcaldes exaltados de la Liga que actuaban por su cuenta como un 'sheriff'. Ahora serán ley. Es el sello de la Liga de Umberto Bossi en la acción de Gobierno. Pero el ministro de Interior, de este partido, Roberto Maroni, subrayó que la medida "respeta plenamente las directivas europeas". Se refiere a las acusaciones de que tales prácticas suponen una vulneración de la libre circulación de ciudadanos del Tratado de Schengen.


Con este estreno fulgurante y el acierto de viajar a Nápoles, donde Prodi jamás puso un pie, Berlusconi ha borrado de un plumazo la traza de grisura, parálisis y vaguedad del anterior Ejecutivo de izquierda. Es innegable que este miércoles dejó una nueva impronta de acción y soluciones. Dice que volverá a Nápoles cada semana. Habrá que ver en qué se queda todo, pues las reservas con tal personaje y este país son obligadas. Suele vender que hace cosas, orden, autoridad, y luego no hace nada. Este miércoles lo vendió todo fenomenal. Es hora de abrir el envoltorio.