ESPIONAJE

Un espía ruso que fingía ser español protagoniza el peor caso de espionaje de la OTAN

Los expertos lo consideran el peor caso de espionaje que ha sufrido la OTAN desde el final de la Guerra Fría.

Un caso de espionaje ha sacudido los cimientos de la OTAN y la confianza de los socios del este y el oeste dentro de la Alianza Atlántica. Herman Simm, de 61 años, alto funcionario del Ministerio de Defensa de Estonia fue arrestado el pasado mes de septiembre después de descubrirse que había estado vendiendo, desde finales de la década de los 80, información de la OTAN sobre el Escudo Antimisiles de EE.UU. y la ciber-defensa de la Alianza a un espía ruso que se hacía pasar por un empresario español. Los expertos lo consideran el peor caso de espionaje que ha sufrido la OTAN desde el final de la Guerra Fría.


Equipos de investigación de la Unión Europea y la Alianza Atlántica, bajo la supervisión de funcionarios estadounidenses, han viajado en las últimas semanas a Tallin, capital de Estonia, para evaluar el alcance de las filtraciones de Simm a los servicios de Inteligencia de Moscú. "Cuanto más trabajan en el caso, más obvio es cómo de grande ha sido el impacto de la supuesta traición ha sido", señala la revista alemana 'Der Spiegel', en la que un alto funcionario alemán califica la penetración rusa en la OTAN de "catastrófica".


Al parecer, según las informaciones del diario británico 'The Times' recogidas por otr/press, Herman Simm, de 61 años y alto cargo del Ministerio de Defensa de Estonia fue contratado por los servicios secretos rusos a finales de la década de los 80. Fue arrestado el pasado mes de septiembre después de descubrirse que había facilitado a Moscú información clasificada del Gobierno de Tallin sobre la OTAN y que había dado a los servicios de inteligencia rusos a documentos secretos de alto nivel de otros países que forman parte de la Alianza Atlántica.


El diario británico compara el caso de Simm con el de Aldrich Ames, jefe del departamento de contraespionaje de la CIA estadounidense que, en realidad, era un espía contratado por los servicios secretos rusos. En este caso, el alto cargo estonio utilizaba un radio transmisor para contactar con el hombre de la Inteligencia rusa, que se hacía pasar por un hombre de negocios español. Además, Simm no operaba solo, ya que contaba con la ayuda de su mujer Heete, que había trabajado como abogada de la Policía del país, y que también ha sido detenida.


Simm, atrapado


Simm fue atrapado, en primer lugar, por sus errores, al emplear ese sobresueldo que le pagaban los servicios secretos rusos en adquirir múltiples propiedades que evidenciaron que estaba manteniendo cuantiosos ingresos al margen de los que percibía como empleado del Ministerio de Defensa. Por otro lado, por el error de la Inteligencia rusa, que trató de contratar a un segundo agente en el Gobierno de Estonia y éste informó a las autoridades del país, lo que llevó a seguir la pista del supuesto empresario español y a dar con el agente infiltrado.


Sin embargo, el daño ya está hecho. Por un lado, Simm ha demostrado que el país que es considerado como el más avanzado tecnologícamente de la OTAN en sistemas online también es vulnerable a los ataques de potencias extranjeras. Por otro, la victoria táctica es de Moscú, pues ha conseguido sembrar la desconfianza entre los socios de la Alianza Atlántica, después de haber demostrado que cualquiera de los empleados de alguno de los muchos gobiernos que conforman la OTAN puede ser sospechoso de haber dejado al descubierto los más altos secretos en materia de Defensa