INDONESIA

Suharto es enterrado en el mausoleo familiar con todos los honores

La particular idiosincrasia indonesia llevó a miles de personas a salir a las calles para ver pasar al féretro cubierto con la bandera nacional y desearle "selamat jalan".

Las principales autoridades del país y miles de indonesios despidieron este lunes al ex dictador Suharto, que fue enterrado en la javanesa ciudad de Solo con honores de Estado, pese a los crímenes y la corrupción que caracterizaron su mandato.


El presidente indonesio, Susilo Bambang Yudhoyono, un general retirado que ganó hace cuatro años las primeras elecciones presidenciales directas en Indonesia, encabezó la ceremonia en el camposanto Astana Giribangun de Solo (Java Central).


Acompañado del vicepresidente y de parte del Gobierno, Yudhoyono arrojó pétalos de flores sobre la tumba del ex mandatario cuando fue sepultado en el mausoleo familiar pasado el mediodía (05.00 GMT), al tiempo que expresaba sus condolencias a los familiares y pedía a los cerca de 240 millones de indonesios que rezaran por el finado.

Yudhoyono prefirió destacar los "servicios meritorios" de Suharto a la nación, el "milagro" económico y la estabilidad que disfrutó Indonesia durante los 32 años que gobernó, antes que los defectos.


La hija mayor de Suharto, Hardijanti Rukman, más conocida por "Tutut" y en la actualidad una rica empresaria, leyó un mensaje en nombre de su familia en el que pidió comprensión con su padre.

"Nos hemos dado cuenta con su muerte de que era humano, de sus grandezas y de sus debilidades, y de que no estuvo exento de errores", manifestó Tutut entre lágrimas, escoltada por todos sus cinco hermanos.


Los recuerdos sobre lo mejor y lo peor del "Nuevo Orden" que impuso Suharto regresaron a los indonesios el pasado día 4, cuando "Pak Harto", como le llamaba su pueblo, ingresó de urgencia en el Hospital Pertamina con hipotensión, un edema pulmonar, deficiencias renales y otras dolencias.


La nación siguió con atención los 28 días de agonía, con sus altas y bajas, recuperaciones y recaídas, hasta que al general, de 86 años, le traicionó su férrea voluntad, cayó en coma y murió, el domingo pasado.

La particular idiosincrasia indonesia llevó a miles de personas a salir a las calles para ver pasar al féretro cubierto con la bandera nacional y desearle "selamat jalan" (buen viaje).


Nadie ha olvidado las atrocidades de régimen autárquico, las cerca de 500.000 personas asesinadas en 1965 en la represión de la intentona golpista atribuida a los comunistas, los 100.000 independentistas muertos en Irian Jaya (actual provincia de Papúa) o las 200.000 víctimas de los derechos humanos en Timor Oriental.


Inolvidable es también la falta de democracia, pese a las elecciones quinquenales, la endémica corrupción, los abusos de los poderosos y la centralización en detrimento de las identidades regionales.


Suharto encabezaba las listas de dirigentes más corruptos del mundo del Banco Mundial y de Transparency International, organismo este último que calcula en 35.000 millones de dólares la riqueza que el ex mandatario acumuló durante sus mandatos, desde 1967 hasta 1998.

El director regional para Asia de Human Rights Watch, Brad Adams, afirmó que fue "un dictador más, que vivió entre lujos sus últimos días y escapó a la justicia (...) pero sus amigos siguen vivos, y el Gobierno indonesio debería aprovechar el momento para juzgarles".


Estos llamamientos son más numerosos en el exterior que en el interior de Indonesia. En defensa de Suharto han emergido los últimos días personalidades como el ex primer ministro malasio Mahathir Mohamad, quien le calificó de "gran líder y estadista de categoría internacional".

Más sorprendió el presidente de Timor Oriental y Nobel de la Paz, José Ramos Horta, cuando este mes pidió a los timorenses que perdonasen a Suharto y rezaran por él.