TRAS NUEVE AÑOS EN EL CARGO

Musharraf deja la presidencia de Pakistán acosado por sus adversarios en el Gobierno

En un discurso televisado a la nación, Musharraf justificó su decisión de dejar el poder en su deseo de evitar más "inestabilidad", que en su opinión sería el resultado tanto si superaba como si no el proceso de impugnación en el Parlamento que el Ejecutivo anunciaba para esta semana.

La presión de sus adversarios, en el poder desde hace unos meses por las urnas, ha terminado tumbando al presidente de Pakistán, Pervez Musharraf que, ante el riesgo de una destitución forzada, presentó su renuncia al cargo. Lo hizo, según afirmó, "en interés de la nación", si bien negó en todo momento las acusaciones de sus rivales políticos. "Ningún cargo podrá ser probado contra mí mientras tenga total confianza en Alá el Todopoderoso", agregó en su discurso de dimisión. Las calles del país se llenaron de paquistaníes que celebraron la inesperada noticia, aplaudida por sus rivales políticos por las posibilidades que ahora se abren para profundizar en la democracia.


"Después de las consultas con asesores legales y aliados políticos cercanos, y según su consejo, tomo la decisión de renunciar". Con estas palabras, Musharraf dijo adiós a nueves años de Presidencia, a la que accedió tras un golpe de Estado no violento, antes de trasladar su decisión definitiva al presidente de la Asamblea Nacional y anticipándose con ella al interés de la oposición por derrocarle en base a cargos legales.


Sin embargo, su discurso de abandono tuvo también tintes de advertencias a sus rivales, cuyas críticas negó de forma rotunda. "Durante 44 años he salvaguardado al país y continuaré haciéndolo. Ningún cargo tendrá ninguna posibilidad contra mí. Ningún cargo podrá ser probado contra mí mientras tenga total confianza en Alá Todopoderoso", subrayó el todavía presidente. Sí admitió, como "ser humano" que es, haber cometido errores, según informaciones de Al Jazeera. "Espero que esta nación y la población los tolere con el pensamiento de que mis intenciones fueron siempre limpias y en beneficio del país".


También tuvo un especial recuerdo para quienes compartieron sus años de mandato, "ya fueran soldados, políticos, burócratas, miembros de la sociedad civil" y que "fueron consultados en todas las decisiones". En cualquier caso, su posición había quedado mermada en cuanto a importancia desde la victoria de la oposición ganara las elecciones parlamentarias el pasado febrero y, ahora, previsiblemente el presidente del Senado tomará el bastón de mando provisionalmente hasta la elección de un nuevo jefe de Estado.

Alegría de la oposición


La coalición de Gobierno, liderada por el Partido del Pueblo de Pakistán (PPP), al que pertenecía la ex primera ministra asesinada Benazir Bhutto, acordó a primeros de mes iniciar un proceso para destituir al presidente, por lo que la decisión de Musharraf ha sido acogida con satisfacción. El hijo de Bhutto y presidente del PP, Bilawal Bhutto Zardari, mostró su confianza en que ahora el país "pueda resolver" los problemas internos. "La democracia es la mejor de las venganzas y estamos muy orgullosos de nuestro país", añadió, en declaraciones a los medios de comunicación desde Dubai.


Los ciudadanos también celebraron en las calles la dimisión de Musharraf, especialmente el colectivo judicial, perseguido en varias ocasiones. "Abajo el bufón estadounidense", gritaba un abogado, mientras un militar retirado indicó que "la raíz de todos los problemas ha desaparecido". No obstante, también existe un amplio sector de la población que observa con cautela las nuevas noticias y que podrían completarse con la renuncia del fiscal general, Malik Muhamad Qayum. Preguntado al respecto hoy, se limitó a aclarar que tomará una decisión "en los próximos días".

Decisión interna


En el exterior de Pakistán, la salida del presidente no ha recibido demasiadas valoraciones, alegando que se trata de una decisión local. Así lo expresó el portavoz de la Comisión Europea, Martin Seylmar, que lo ve "un asunto de política interna", algo también observado por el Gobierno indio, con quien Islamabad ha pasado de la guerra al tímido acercamiento en pocos años.


Por su parte, la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, declaró que su país continuará trabajando con el Gobierno paquistaní y le ayudará "en sus necesidades más urgentes, incluyendo contener el aumento del extremismo, ocuparse de la escasez de alimentos y energía y mejorar la estabilidad económica". Todo ello, según Rice, para que logre convertirse "en una nación musulmana estable, próspera, demócratica y moderna". Washington tiene en Pakistán un aliado, algo también destacado por el ministro de Asuntos Exteriores británico, David Miliband, quien apeló a promover en pakistán un proceso de "reformas exhaustivas". Pase lo que pase, desde Londres se confía en que Pakistán siga siendo "un amigo vital" de Reino Unido y "esencial para la seguridad británica".