En una ceremonia austera pero colmada de visitantes extranjeros, asumió ayer la presidencia de Uruguay el ex guerrillero José Mujica, de 74 años. Su Gobierno se presenta como la continuidad de la gestión del saliente de Tabaré Vázquez, que fue el primer mandatario izquierdista en la historia de este pequeño país sudamericano.

Mujica prometió acatar la Constitución ante su esposa, la senadora Lucía Topolansky, que fue la legisladora más votada en los últimos comicios y es presidenta del Parlamento. Luego, el flamante jefe de Estado se dirigió en un vehículo eléctrico hasta la Plaza Independencia para recibir la banda presidencial de su antecesor y tomar juramento a sus ministros, en un acto que por primera vez se realiza a la intemperie.

Ganador de las elecciones de noviembre, Mujica dijo que mantendrá las políticas que permitieron a Tabaré Vázquez conseguir el crecimiento económico y la reducción de la pobreza. El sesgo de su gestión estará en mejorar la educación, dar impulso a las energías renovables y afianzar la seguridad ciudadana.

Bondades uruguayas

Mujica, que en los años setenta fue un dirigente guerrillero y pasó catorce años preso, destacó las bondades de Uruguay, un país que es al mismo tiempo relajado y moderno, una nación «que ama los largos fines de semana, donde nadie está muy apurado y donde los ministros caminan por las calles sin escolta», declaró.

El acto contó con la presencia de la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton; el rey Juan Carlos y el príncipe Felipe, y los presidentes de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Paraguay y Venezuela, entre otros representantes. La mandataria chilena, Michelle Bachelet, y el electo Sebastián Piñera se excusaron debido al terremoto que azotó su país el pasado sábado.