GEORGIA

Moscú teme una Georgia rica

La importancia estratégica del país radica en que es paso alternativo del crudo desde el Caspio hacia Europa.

La importancia estratégica que Georgia tiene para Europa radica en el hecho de que constituye el único punto de tránsito hacia Occidente de los hidrocarburos del Caspio sin pasar por Rusia. El país aspira a ser también el puente que una Asia con Europa. Hay ya en marcha proyectos de construcción de las carreteras y vías de ferrocarril más modernas de toda la zona. Por eso Tiflis es un serio competidor de Moscú y de ahí la existencia de mentes en el Kremlin que consideran que es mejor una Georgia pobre y sumida en el caos que próspera y democrática.


Pese a las sanciones económicas de Rusia, Georgia lleva varios años con índices de crecimiento en torno al 10 por ciento gracias en gran parte a las reformas estructurales impulsadas tras la llegada al poder de Mijaíl Saakashvili en 2004. La economía del país ha estado siempre basada en la agricultura, que representa el 30 por ciento del PIB, pero empiezan a pujar fuerte otros sectores como la construcción, las manufacturas y las telecomunicaciones.


Georgia carece prácticamente de recursos naturales, salvo algunos yacimientos de cobre y manganeso. Sin embargo, su privilegiada posición geográfica y su participación en los grandes proyectos energéticos de la región la garantizarán el acceso a la cantidad necesaria de hidrocarburos. Pronto podrá romper su actual dependencia del gas y del petróleo rusos.


Los oleoductos


El oleoducto Bakú-Tiflis-Ceyhan, que transporta crudo desde el Caspio al Mediterráneo, entró en servicio en 2006. Ahora se encuentra momentáneamente inactivo debido a una avería causada por una explosión en Turquía. La tubería recorre casi 300 kilómetros por territorio georgiano, en uno de cuyos tramos ha estado a punto de ser alcanzada por las bombas rusas. Se prevé que el año que viene suministre un millón de barriles de oro negro diariamente, lo que supondrá un 1,5 por ciento del PIB georgiano en derechos de tránsito.


Funciona también el oleoducto Bakú-Tiflis-Supsa, que ayer fue también cerrado por motivos de seguridad ante la amenaza de incursiones aéreas, según indicó la compañía British Petroleum (BP), y el gaseoducto Bakú-Tiflis-Erzurum, que sigue parte del trazado del conducto que lleva el crudo a Ceyhan. A partir de 2010, se empezará a construir cerca de Erzurum con financiación de la UE una ramificación (Nabucco) que llevará gas a Bulgaria, Rumanía, Hungría, Austria e Italia.


Supsa es uno de los puertos georgianos del Mar Negro dotados de terminales para cargar petroleros y se piensa construir un muelle nuevo. Se utiliza además el puerto de Batumi, que como el de Poti, está siendo modernizado. Pero la guerra ha paralizado la actividad en todos esos embarcaderos. Las instalaciones portuarias de Poti han sido atacadas varias veces en los últimos días.


Hay un acuerdo firmado con los Emiratos Árabes Unidos para la renovación de las infraestructuras marítimas de Poti y la creación de una "zona económica especial". Se proyecta también mejorar las carreteras georgianas y construir una línea de ferrocarril permanente entre Azerbaiyán y Turquía. Asia Central quedaría así unida con Europa.


Desde Moscú se ve todo ese movimiento con recelo. Da la sensación de que Rusia necesita que existan "agujeros negros" como Abjasia y Osetia del Sur, que haya caos y que Georgia viva permanentemente en situación de inestabilidad y coartar también su derecho a pertenecer a la OTAN.


Mucho antes de que Saakashvili decidiera enviar tropas a Osetia del Sur, Rusia comenzó a atizar la tensión con un devastador embargo, restableciendo lazos económicos con el enclave separatista, derribando los aviones espía del Ejército georgiano y sobrevolando la zona con sus cazas. Había que provocar un conflicto para lanzar el mensaje al mundo de que el régimen de Saakashvili no es fiable y no merece la pena invertir dinero en oleoductos e infraestructuras que pueden ser destruidas por una guerra.