CHINA

Miles de personas abandonan la ciudad de Urumqi ante el temor de nuevos disturbios

Las autoridades chinas imponen el toque de queda y el cierre de 200 mezquitas

Urumqi (China). Las autoridades de la capital de la región china musulmana de Xinjiang, Urumqi, impusieron ayer de nuevo el toque de queda mientras miles de residentes abandonaron la ciudad ante el riesgo de nuevos tumultos como los del pasado domingo, en los que murieron más de 100 personas.

 

Las autoridades de Urumqi decidieron reimplantar ayer el toque de queda, que fue levantado en la medianoche del jueves tras un intenso despliegue militar para obligar a una relativa vuelta a la normalidad, pero la situación es todavía tensa. El domingo China vivió sus peores disturbios en dos décadas, cuando una marcha de estudiantes de la etnia uigur que protestaban por el linchamiento de dos de sus miembros en el sur del país devino violenta, según las autoridades, y uigures descontrolados atacaron a civiles chinos.

 

Los datos oficiales indican que murieron 156 personas, más de mil resultaron heridas y la Policía llevó a cabo más de 1.400 detenciones de uigures.

 

El martes, en venganza, la etnia han, que es la mayoritaria china, salió a la calle para tomarse la justicia por su mano en busca de uigures a los que linchar.

 

Los uigures han vivido en esta región desde hace siglos, así como otras etnias centroasiáticas, caucásicas y chinas, debido a la confluencia de culturas de la Ruta de la Seda, bajo formas de Gobierno independientes, invasiones varias y protectorados imperiales hasta que las tropas comunistas chinas llegaron en 1949.

 

Los chinos representaban entonces un 6% de la población, pero las políticas de Pekín han incrementado ese porcentaje hasta el actual 40% de colonos, en cuyas manos está la mayor parte de la riqueza de la región, rica en recursos naturales, por lo que el conflicto étnico está servido.

Conocedores de esta tensión y todavía en estado de 'shock' por la violencia del domingo, cientos de residentes de Urumqi se dirigieron ayer a las estaciones de tren, autobús y al aeropuerto para abandonar la región, uno de los polvorines étnicos chinos junto con el Tíbet. La mayoría de los viajeros del aeropuerto de Urumqi eran chinos, mientras que en las estaciones se podían ver a miembros de ambas etnias.

 

Parte de los más de 20.000 efectivos militares que controlan Urumqi desde el domingo se encuentran apostados en estos lugares de tránsito y en las principales 200 mezquitas de la ciudad, que ayer permanecieron cerradas a pesar de ser el día de plegaria de los musulmanes.

 

Las autoridades decidieron aplicar esta medida para evitar congregaciones de uigures musulmanes que pudieran desencadenar de nuevo en disturbios y violencia. De hecho, la región de Xinjiang cuenta con más de 25.000 mezquitas, la media más alta por habitante en las regiones musulmanas, por lo que las autoridades temen que se conviertan en focos de tensión descontrolados.

 

Casi la mitad de la población de Xinjiang es han, aunque las autoridades no incluyen a los millones de empleados chinos del Ejército que se ocupan de los negocios de agricultura en la región, mientras que en la capital la proporción mayoritaria es han.