ELECCIONES EN BIELORRUSIA

Lukashenko, el 'último dictador' de Europa

Alexander Lukashenko, el llamado 'último dictador' de Europa, se presenta a las elecciones presidenciales de este domingo con la victoria prácticamente garantizada.

El presidente bielorruso, Alexander Lukashenko
Lukashenko, el 'último dictador' de Europa
EFE

Alexander Lukashenko, el llamado "último dictador" de Europa, se presenta a las elecciones presidenciales de este domingo con la victoria prácticamente garantizada, por mucho que le pese al Kremlin y a los líderes europeos, en lo que no van a ser tanto unos comicios como un "autonombramiento", según la oposición.


La única incógnita que queda por despejar es si Lukashenko, que lleva 16 años en el poder, se hará con la victoria en la primera vuelta o en la segunda. Las encuestas le conceden un 40 por ciento del respaldo de los bielorrusos, a diez puntos porcentuales del mínimo necesario para conseguir la victoria directa. Ninguno de los partidos de la oposición llega al 30 por ciento en intención de voto.


La oposición está prácticamente convencida de que las elecciones van a estar marcadas por el fraude. "No va a haber control alguno sobre el recuento", opina el candidato Yaroslav Romanchuk, uno de los nueve que van a desafiar a Lukashenko. "Que nadie se espere una elección, sino un autonombramiento", indicó al 'The Moscow Times'.


Tanto Romanchuk como el ex ministro de exteriores Andrei Sannikov son los principales oponentes de Lukashenko. Ambos denuncian que han sido marginados por la televisión estatal durante la campaña. Su denuncia está respaldada por los 40 observadores permanentes de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), que pondrá sobre el terreno a otros 400 más el próximo domingo para vigilar la votación.


El informe de la OSCE, publicado a principios de mes, indica que la cobertura televisiva está entregada a las actividades del presidente, mientras otros candidatos reciben una "cobertura marginal".

"No habá cambios en el poder"


El mismo Lukashenko ha garantizado que las elecciones "arrojarán cambios políticos, pero no habrá cambios en el poder", según hizo saber durante una reciente visita a Moscú en la que firmó un acuerdo sin precedentes para importar crudo libre de impuestos desde Rusia a cambio de entregar a Moscú sus beneficios aduaneros de la exportación de productos derivados del petróleo.


En virtud de este acuerdo, firmado el pasado 9 de diciembre y valorado en 4.000 millones de dólares, Minsk seguirá beneficiándose del crudo refinado que exporta a Europa, una práctica que se ha constituido en pilar fundamental de la economía bielorrusa y que ha impedido el proceso de reformas democráticas en el país.


A pesar de las quejas del Kremlin ante las numerosas exhibiciones prosoviéticas del presidente, los observadores entienden que Lukashenko es el único "candidato realista" que merece ser respaldado en público. Además, "con él (Lukashenko) no hay peligro de revoluciones", indicó el diputado de Rusia Unida --el partido del Gobierno ruso--, Sergei Markov.

Juego a dos bandas

El Kremlin, no obstante, tampoco se olvida del doble juego que está llevando a cabo Lukashenko: al tiempo que parece controlar lo que parece la "última república soviética", en palabras del escritor Stewart Parker, el presidente está cortejando abiertamente a la autoridades europeas y desdeñando a instituciones rusas como la Organización para el Tratado de Seguridad Colectiva.


Por ello, la televisión rusa NTV (que está controlada por la empresa pública Gazprom) emitió recientemente una serie de documentales titulados "El Padrino Bielorruso" en los que se acusa al presidente de simpatizar con el dictador nazi Adolf Hitler, y de emprender una campaña de represión política.


Lukashenko contraatacó con una entrevista celebrada en la televisión estatal con el presidente de Georgia, Mijail Saakashvili, el archienemigo regional por excelencia de Rusia desde el conflicto por la región separatista georgiana de Osetia del Sur. Posteriormente, Lukashenko acusó directamente a Rusia de financiar a la oposición bielorrusa.


La respuesta del Kremlin a esta afirmación constituye el último episodio de estas tensiones: el pasado 3 de octubre, el presidente ruso, Dimitri Medvedev, acusó en su blog al presidente Lukashenko de "proclamar discursos no sólo alejados de las reglas de la diplomacia, sino de los principios humanos más elementales".


Pero a pesar de este cruce de declaraciones, Moscú sigue inyectando dinero constantemente a su vecino para impedir que se declare en insolvencia. A día de hoy, Minsk debe a Rusia y al Fondo Monetario Internacional una cantidad estimada de 25.600 millones de dólares, mientras que sus reservas de moneda extranjera no llegan siguiera a los 3.000 millones.

Percepción internacional


El Indice de Democracia 2010 publicado a principios de esta semana por la sección de inteligencia del diario 'The Economist', tacha a Bielorrusia de "régimen autoritario", en puesto 130 de la lista, entre Gambia y Angola. Rusia no lo hace mucho mejor, en el 107, como un "régimen híbrido" que se encuentra entre Nepal y Kirguistán.


Tal es el impacto de la figura de Lukashenko que las protestas contra él han llegado incluso a Ucrania, donde el grupo feminista Femen convocó una protesta contra la Embajada bielorrusa en Ucrania. La manifestación sólo contó con una participante, que procedió a prácticamente desnudarse en la nieve con sólo tacones, unos pantalones cortos, y un cartel con el eslogan 'Echemos a Batksa' en referencia al apodo que se le da al presidente bielorruso.