REINO UNIDO

Los laboristas buscan al sucesor de Brown

El primer ministro británico es visto en su partido como el responsable de las últimas derrotas electorales.

 El presentador de la predicción meteorológica en el telediario de una emisora londinense casi se ríe cuando lo dijo: "Hará calor en el Reino y al mismo tiempo habrá fuertes tormentas con perturbaciones atmosféricas, especialmente en la costa de Suffolk", donde desde el sábado descansa el primer ministro británico, Gordon Brown, en la que podrían ser sus últimas vacaciones como jefe de Gobierno.


Los británicos no apuestan ni un penique por el futuro político de su primer ministro, a pesar de la encendida defensa que hizo de él su ministro de Justicia, Jack Straw, para atajar los rumores del barrio gubernamental de Whitehall de que él es quien está detrás de la naciente conspiración para derribar al premier.


La prueba a la que está sometido el laborismo tiene ribetes de un drama de Shakespeare. "Ante la creciente convicción de que no hay otra salida, miembros del Gobierno predicen que habrá intentos por quitar a Brown de en medio para finales de agosto como muy tarde", escribe el dominical "The Observer". Brown es visto en su partido como el principal responsable de las últimas y aplastantes derrotas electorales del Laborismo.


El último golpe


El último golpe para el cada vez más arisco primer ministro vino de su natal Escocia, precisamente en un distrito electoral que desde hace casi 60 años se consideraba un bastión intocable del laborismo. Los electores de Glasgow East depositaron masivamente su confianza en los nacionalistas escoceses que gozan del apoyo del actor Sean Connery.


Glasgow East podría ser la gota que colma el vaso. Cuando Brown derribó con una revuelta interna a Tony Blair hace un año, su popularidad estaba por los cielos. Pero cuando desistió de convocar elecciones para ser ratificado en el cargo, la opinión pública le dio la espalda.


La venganza fue terrible. La crisis económica que pronosticaban los expertos se hizo dura realidad. Bancos hipotecarios fueron rescatados con miles de millones para evitar su quiebra. Al igual que en el resto del mundo, los precios energéticos y de alimentos se salieron de control. La inflación del Reino Unido -3,7% interanual- es de las más altas de la Unión Europea. Y Brown fue precisamente durante diez años el secretario del Tesoro, la máxima autoridad económica del Reino Unido.


La pérdida de confianza en Brown, de 57 años, es tan poderosa, que los laboristas serían barridos de los cargos públicos como por un tsunami en caso de que se celebrasen elecciones ahora, según las encuestas. La recuperada oposición conservadora no se cansa por ello de reclamar elecciones anticipadas. La ley estipula que deberán realizarse a más tardar en mayo de 2010. Para salvar lo que quede para entonces, los adversarios internos de Brown quieren a un nuevo hombre al frente del partido.


Uno de los políticos que más entusiasmo despierta para esta tarea es el ministro de Exteriores, David Miliband, de 43 años, que se mantiene alejado del debate por la sucesión de Brown a pesar de que los medios siguen cada uno de sus pasos. La semana pasada Miliband hizo un viaje inusual para un ministro de Exteriores al suburbio londinense de Slough, donde el laborismo sigue gobernando imbatible. Quizás allí se pueda entender cómo salvar al partido, ironiza "The Observer".


Antes de comenzar sus vacaciones. Brown retomó la teoría que mantiene desde la primera derrota en las locales del 1 de mayo de atribuir los contratiempos en las urnas a la "preocupación de la gente" por el alza de los precios y propuso una revolución encaminada al ahorro, especialmente en el ámbito energético, con la que apelar al bolsillo de los ciudadanos y eliminar la traba responsable, en su opinión, de horadar las posibilidades de lograr una cuarta victoria en las generales.


Además aprovechó para advertir del retroceso que supondría la vuelta de un Gobierno conservador y sus políticas recesivas en materias sociales, como el gasto en educación o salud, y de "recortes masivos" de impuestos para las rentas más altas.