UE

Los Balcanes quieren ser Europa

Los países de los Balcanes occidentales (ex Yugoslavia y Albania) han iniciado el camino hacia la integración en la UE.


Hace más de 10 años, el 10 de junio de 1999, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó la resolución 1.244 que puso fin a la guerra de Kosovo y a los bombardeos de los países de la Alianza Atlántica sobre la República Federal de Yugoslavia (RFY). Ese mismo día, en Colonia (Alemania), los ministros de Exteriores de 38 países y 15 organismos internacionales, respondiendo a un llamamiento de la UE, aprobaron el Pacto de Estabilidad para Europa del Sureste, lo que significó una nueva etapa para los Balcanes.


La cumbre de la UE de Tesalónica (Grecia) de 2003 apostó por impulsar las relaciones con la región. Seis años después, Bruselas contempla con cautela su apertura al flanco balcánico. Tras el ingreso de Rumanía y Bulgaria en la UE, en enero de 2007, la Europa comunitaria, que atraviesa graves problemas políticos, institucionales y económicos, prefiere esperar. Entretanto, los Estados balcánicos han realizado serios progresos en democratización y llevado a cabo reformas políticas y económicas que los acercan a la UE. Pero a pesar de esta "europeización", en palabras del profesor Jovan Teokarevic, el proceso de adhesión podría ser largo. Como dice el presidente serbio, el europeísta Boris Tadic, "la UE, actualmente, no está dispuesta a acoger a los países de los Balcanes occidentales al ritmo que nos gustaría".


Procesos en marcha


Croacia, que tiene como valedor a Alemania, y Macedonia son candidatos oficiales a la adhesión, y Zagreb podría terminar sus negociaciones a finales de 2009 e ingresar en la Unión en 2011.


Montenegro presentó oficialmente su candidatura el pasado mes de diciembre y Albania hizo lo propio después de ingresar en la OTAN en abril de este año. Serbia también se ha acercado a la UE, pero tendrá que superar innumerables problemas políticos derivados de la sangrienta guerra de Yugoslavia antes de aspirar a la adhesión.


Para Bosnia-Herzegovina, la conclusión del Acuerdo de Estabilización y Asociación (ASA) depende de cuatro condiciones: finalizar la reforma de la Policía, cooperar con el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY), remodelar la radio y la televisión públicas y modernizar la Administración. Bruselas considera que el proceso de integración no concluirá hasta que estos países resuelvan problemas como la corrupción y la ineficacia de la Administración pública. Vanja Calovic, directora de MANS (una red de lucha anticorrupción de Montenegro), cree que en su país "lo que falta es voluntad política" y "el Estado no está dispuesto a impulsar reformas de fondo".


La crisis económica complica el panorama y la independencia de Kosovo, en febrero de 2008, ha provocado una degradación de las relaciones entre Serbia y otros países de la región y de la Unión.


Los contenciosos entre países balcánicos y miembros de la UE son también numerosos. Croacia, que ingresó en la OTAN en abril pasado, y Eslovenia mantienen un conflicto sobre la soberanía de seis kilómetros terrestres y una frontera en el mar, a la altura del Golfo de Piran. Holanda bloquea el proceso de integración de Serbia por su falta de colaboración con el TPIY y Grecia no quiere que Macedonia -que obtuvo el estatuto oficial de país candidato en diciembre de 2005-, cuyo nombre es el mismo que una de sus provincias septentrionales, ingrese en la UE. La posición geopolítica neutral de Serbia entre Rusia y la OTAN puede igualmente frenar el proceso. Los dirigentes europeos aseguran que la integración de los Balcanes occidentales va por buen camino y es la mejor garantía para impulsar el desarrollo económico y la prosperidad, conseguir la estabilidad política y la seguridad y evitar la vuelta a los nacionalismos intransigentes que asolaron esta parte del Viejo Continente en el siglo XX.


Problemas pendientes


Los intercambios económicos y la cooperación entre la UE y los Balcanes occidentales se han incrementado notablemente en los últimos años y Estados Unidos se decanta por una línea de colaboración que garantice la seguridad, como dejó claro el vicepresidente estadounidense, Joe Biden, en su gira del pasado mes de mayo por la región. Pero los problemas derivados de la guerra de Yugoslavia, con criminales de guerra fugados de la justicia, conflictos interétnicos de baja intensidad y nacionalismos intransigentes que no han renunciado a la violencia, así como la pobreza y el atraso económico, la fragilidad democrática y las frustraciones sociales ensombrecen el panorama.


Boris Tadic, que firmó recientemente un "partenariado estratégico con Francia" y ha demostrado su voluntad por perseguir a los criminales de guerra serbios, ve con preocupación el futuro de su país tras la secesión albanokosovar. Karel Schwarzenberg, ex ministro de Asuntos Exteriores de Chequia, declaró recientemente a la cadena de televisión Euronews: "Si no aceptamos a los países de los Balcanes en la UE, podría haber otra explosión". El presidente de Serbia está convencido de que "todas las naciones balcánicas aspiran a la integración en la UE, porque la paz y la prosperidad pasan por ahí". Habrá que ver si Bruselas asume este reto.