REINO UNIDO

Londres elaboró un plan secreto contra Sadam dos años antes de la invasión

Según el diario 'The Independent', en él se prometían contratos petroleros y otros acuerdos una vez derrocado el dictador.

El Gobierno británico elaboró un plan secreto para alentar una rebelión interna contra el presidente iraquí, Sadam Husein, dos años antes de la invasión anglo-estadounidense del país árabe.

 

Los británicos calificaron el plan de "contrato con el pueblo iraquí" para dar a entender que Londres apoyaría el eventual derrocamiento del dictador, según informó ayer el diario 'The Independent'. En él se prometía ayuda, contratos petroleros, cancelaciones de la deuda, acuerdos comerciales y otras ventajas una vez que Sadam Husein fuera apartado del poder.

 

Frente a lo afirmado el pasado viernes por Tony Blair, en el sentido de que los atentados del 11 de septiembre de 2001 habían modificado la percepción del riesgo que presentaba Sadam Husein, el documento, con fecha del 11 de junio, prueba que el entonces primer ministro británico pensaba ya antes en un "cambio de régimen" en el país árabe.

 

"Queremos trabajar con un Iraq que respete los derechos de su pueblo, viva en paz con sus vecinos y cumpla el derecho internacional", reza el documento.

"El pueblo iraquí tiene derecho a vivir en una sociedad basada en el imperio de la ley, libre de represión, de tortura y detenciones arbitrarias, a gozar del respeto de los Derechos Humanos, la libertad económica y la prosperidad", agrega.

 

El Gobierno británico ofrecía a un nuevo régimen iraquí la "reestructuración de la deuda" en el llamado club de París, así como ayuda del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial y de la Unión Europea, que negociaría con Bagdad un acuerdo de comercio. Se invitaría a empresas extranjeras a invertir en los yacimientos petrolíferos iraquíes y se ofrecería a los profesionales del país árabe cursos especiales de formación.

 

Otro documento secreto, un memorándum fechado en marzo de 2001, es decir, anterior también al 11-S, y que lleva la firma de John Sawyers, entonces asesor de política exterior de Tony Blair, aboga por propugnar junto a Estados Unidos un "cambio de régimen" en Iraq.

Testimonio en tela de juicio

Tras conocerse ese documento, Ed Davey, portavoz de política exterior del partido Liberal-Demócrata, único en oponerse desde el principio a la invasión del país árabe, puso en tela de juicio el testimonio prestado por Blair el viernes ante la comisión que investiga las circunstancias de la guerra de Iraq.

Según Ed Davey, el llamado "contrato con el pueblo iraquí" muestra que "la intención de Blair fue siempre el cambio de régimen".

 

Por otro lado, de acuerdo al diario 'The Guardian', Blair será llamado de nuevo a declarar en público y en privado por la comisión de Iraq, ya que parte de su testimonio pareció estar en contradicción con el prestado por el ex fiscal general Peter Goldsmith.

 

Por otro lado, el jefe de las Fuerzas Armadas del Reino Unido, el mariscal de la Fuerza Aérea Jock Stirrup, reveló ayer que las fuerzas británicas fueron a Iraq sin disponer de suficientes chalecos antibalas porque la guerra se planeó "en el último momento".

 

Además, Jock dijo ante la comisión presidida por el ex alto funcionario John Chilcot, que trata de determinar los motivos por los que el Reino Unido decidió participar en la guerra, que los programas militares aéreos no estaban financiados adecuadamente en el periodo previo a la invasión.

 

Stirrup, que era el responsable del equipamiento de defensa en 2002 y 2003, afirmó que en los meses y años previos a la guerra se cometieron varios errores. Así, admitió que algunos de los soldados que fueron enviados a Iraq no tenían prendas ni botas adecuadas para el desierto porque los suministros no llegaron a las unidades correctas.

 

Asimismo, sostuvo que algunos soldados no recibieron los chalecos antibalas que se supone que debían recibir. "Todo se estaba haciendo muy rápidamente, en el último momento, así que nadie sabía quién tenía qué", añadió.

 

La muerte de uno de los primeros militares británicos fallecidos en Iraq se atribuyó a la escasez de chalecos antibalas. Al sargento Steven Roberts, de 33 años, lo mató un compañero que le disparó mientras luchaban contra un iraquí en marzo de 2003.