cumbre en lisboa

La nueva OTAN tiende la mano a Rusia

El repliegue de tropas de la Alianza Atlántica en Afganistán comenzará a lo largo del próximo año y se prolongará hasta 2014.

Dimitri Medvédev, Barack Obama y Nicolas Sarkozy, presidentes de Rusia, EE. UU. y Francia respectivamente, ayer en Lisboa.
La nueva OTAN tiende la mano a Rusia
DOMINIQUE FAGET/AFP

La Alianza Atlántica va a sobrevivir al final de la Guerra Fría. Si el futuro de la más poderosa organización militar de la historia parecía incierto por la desaparición práctica del enemigo, la URSS, que nació para combatir hace 61 años, la cumbre que ayer concluyó en la capital lusa acertó a definir nuevos horizontes para una organización que se presenta no solo reforzada, sino lo suficientemente viva como para atraer a nuevos candidatos, especialmente de los Balcanes, que ayer fueron llamados a integrarse en ella cuando satisfagan los requisitos exigibles.

Montenegro lidera la carrera, seguido por Bosnia y por Serbia a mayor distancia. Y Rusia, el enemigo de otro tiempo, entra en una "nueva fase" de relaciones con la OTAN, como la calificó el secretario general de la organización aliada, Anders Fogh Rasmussen.

Todo lo asumido por la OTAN en estos sus dos días de cumbre tiene una gran proyección de futuro. El escudo antimisiles, comprendido en el nuevo concepto estratégico, configura un programa de acción para toda una década, que es, exactamente, el marco temporal conferido a la nueva doctrina militar aliada. Fija un marco económico y tecnológico concreto, que actuará como un imán para los potenciales nacionales de inversión y de desarrollo tecnológico. La inversión establecida por la cumbre, 200 millones de euros, sirve únicamente para vincular el proyecto de defensa antimisiles para unidades militares en misión por suelo europeo a la nueva estrategia de defensa del territorio y de los ciudadanos continentales. Después vendrán otras inversiones, que tendrán que acometer los países aliados que quieran garantizarse esa protección antimisiles, en sensores y radares de detección y, eventualmente, en interceptores.

En la nueva era de las relaciones entre la OTAN y Rusia que se anuncia, el escudo antimisiles no podía erigirse en un obstáculo, como lo fue bajo la Administración Bush con sus planes de instalar interceptores y radares en Polonia y la República Checa. Moscú fue ayer formalmente invitado a participar en la iniciativa. Rasmussen, sin embargo, estableció una diferenciación sutil entre el proyecto de escudo "militar" (el destinado a proteger tropas en misión), en el que ofreció a Moscú colaboración explícita, y el de defensa del territorio y de la población, sobre el que fue menos concreto. Es un problema de tecnología, además de político. El dispositivo que se está diseñando tiene que ofrecer capacidad de respuesta efectiva en un lapso de una veintena de minutos (el tiempo que tarda un misil en volar desde Irán hasta un enclave en Europa) y no consta que las tecnologías rusa y americana puedan ser integradas.

"No enemigo"

De todos modos, los rusos ganaron ayer un derecho a participar en el proyecto, sin que se sepa aún con qué ni cómo. Además, Rusia y la OTAN se pusieron de acuerdo ayer sobre una lista de amenazas compartidas, que Rasmussen resumió en tres grandes capítulos: terrorismo, armamento de destrucción masiva y piratería marítima.

En todos ellos, el secretario general anunció un refuerzo de la cooperación.

El documento final de la cumbre no es explícito sobre la condición de "no enemigo" de Rusia, como Moscú hubiera deseado. La tibieza se explica por las suspicacias que el gigante oriental continúa despertando en sus antiguos aliados, actualmente miembros de la Alianza. Dimitri Medvédev, el presidente ruso, obvió esta carencia y habló en tono positivo de un "reseteado" de las relaciones con la OTAN.

Precisó, en cualquier caso, que para prosperar, el nuevo momento de las relaciones pasa por la ratificación norteamericana del Tratado Start (de armamento nuclear estratégico) y que la participación rusa en el escudo tendrá que articularse "sobre bases de total transparencia y en pie de igualdad".

De todos modos, la OTAN y Rusia se pusieron de acuerdo para mejorar el transporte de mercancías "no letales" con destino a Afganistán por territorio ruso. Se podrá utilizar el ferrocarril y el tráfico discurrirá en los dos sentidos, no como hasta ahora, que es solo de ida por las limitaciones impuestas por Moscú.

Tal y como se preveía, la OTAN definió 2011 como el inicio del periodo transitorio para la transferencia de responsabilidades (de seguridad, de reconstrucción, de gobierno) a las autoridades afganas. El proceso concluirá en 2014 pero Barack Obama recordó que su "primera obligación" es proteger a los ciudadanos norteamericanos de la amenaza terrorista, y que mantendrá activos los recursos necesarios hasta la eliminación de Al-Qaeda para garantizar su cumplimiento. Es decir, que las presencias norteamericana y de la OTAN en la zona continuarán más allá de 2014.