TIROTEO EN EE. UU.

La crispación política golpea Arizona

El ataque contra la congresista Giffords aparece como la consecuencia de la enconada pugna por el poder en EE. UU..

Retratos de la congresista herida Gabrielle Giffords y el juez federal asesinado John Roll, en Tucson, Arizona.
La crispación política golpea Arizona
JOHN MOORE/GETTY IMAGES

El tiroteo contra la congresista Gabrielle Giffords y otras dieciocho personas durante un mitin vecinal en Tucson (Arizona) el sábado ha causado una profunda impresión en Estados Unidos. El desconcierto y el miedo a que la violencia extremista vuelva a causar estragos justo cuando las rivalidades políticas se acentúan en Washington trajeron a la mente de muchos el impacto del terrible atentado de Oklahoma de 1995, ideado supuestamente por un grupúsculo aislado de la ultraderecha para desafiar al sistema y en el que murieron 168 personas.

Aunque las motivaciones exactas de los disparos no están claras, una página en internet ligada al supuesto atacante, Jared Lee Loughner, contiene abundante información contra el Gobierno. Los medios mostraban ayer una amplia coincidencia de que al margen de la naturaleza de los hechos que investiga el FBI, el ataque de Tucson deja un peligroso rastro que no es ajeno al lenguaje incendiario, las amenazas y las instigaciones subterráneas a la violencia tan de moda en la cultura política nacional.

Clarence Dupnik, el sheriff del condado de Pima, supo capturar el estado de ánimo general cuando dijo en una rueda de prensa que es hora de que el país haga un "pequeño examen de conciencia". "No es raro que los representantes públicos recibamos amenazas de forma constante, yo incluido. Esto es lo triste de lo que está pasado en Estados Unidos: muy pronto no seremos capaces de encontrar gente decente dispuesta a servir a la causa pública".

En las horas posteriores al tiroteo contra Giffords, que ayer continuaba su evolución positiva dentro de la extrema gravedad, un amplio elenco de voces de los dos partidos mayoritarios mostraron su pesar en un raro gesto de unidad.

El líder de los republicanos en la Cámara de Representantes, John Boehner, y su correligionaria y gobernadora de Arizona, Jan Brewer, fueron de los primeros en condenar la violencia. "Un ataque a un servidor público es un ataque a todos los que nos dedicamos a esto", afirmó Boehner en un comunicado. Conmocionado por lo sucedido, el presidente del país, Barack Obama, se expresó en términos parecidos prometiendo que su Administración trabaja para llegar "al fondo del problema".

Con la nueva correlación de poder instaurada en Washington la pasada semana, el episodio de Arizona promete traer al primer plano la plaga de males que afectan al debate político, desde el extremismo y el sentimiento anti Washington -amplificado de forma muy dañina por algunos medios de comunicación- hasta la encendida pasión utilizada por señalados líderes, que ha creado un clima propicio para que afloren situaciones violentas.

Atemperar el discurso

Entre las consecuencias de este nuevo escenario, el diario 'The New York Times' citaba ayer la posibilidad de que los conservadores -no está claro si incluidos también los miembros del llamado 'Tea Party'- atemperen su discurso frontal contra el Gobierno y busquen un lenguaje más centrado para transmitir sus propuestas.

A medida que avanzaba la jornada de ayer, los médicos que atienden a Giffords confirmaron que se halla en una senda de recuperación positiva dentro de la gravedad. Según el último parte, la congresista responde a estímulos y es capaz de comunicarse. Los facultativos han explicado que la mujer puede seguir órdenes simples y responde con la presión de sus dedos. "Estamos muy animados", declaró el jefe de neurocirugía del centro, Michael Lemole.

La política demócrata fue intervenida durante 38 minutos inmediatamente después del ataque, un factor decisivo para salvarle la vida. Pese al moderado optimismo, los doctores no se atreven todavía a hablar de recuperación. Su estado puede empeorar "en cualquier momento", advirtieron.

El equipo médico ha explicado algunos detalles de la operación, como que se vieron obligados a quitarle parte del cráneo durante la intervención para salvar su vida. El trozo que ha sido retirado, dejando al descubierto el cerebro, se conserva en el hospital con la intención de colocarlo de nuevo si la evolución es la adecuada. "La inflamación del cerebro es en realidad la mayor amenaza en este momento", manifestó el doctor Lemole a los periodistas. Pedro Rhee, uno de los cirujanos que operaron con éxito a Giffords, reveló que están tratando de inducirle un coma farmacéutico para evitarle sufrimientos.

Por otro lado, el sheriff Dupnik descartó que el individuo cuya imagen tomada por una cámara fija de vídeo había sido difundida ante las sospechas sobre su relación con el tiroteo tenga nada que ver con el ataque. Tras ser localizado e interrogado, el sheriff informó de que el hombre de la imagen es el taxista que llevó al autor de los disparos hasta el comercio junto al que la congresista Gabrielle Giffords celebraba un acto público. Tras llegar a la zona, el taxista y Loughner entraron en el supermercado en busca de cambio, pero los dos abandonaron el recinto por separado.