SE DECIDIRÁ DURANTE UNA CENA

La UE busca candidatos de consenso para los nuevos cargos entre multitud de propuestas

Reinfeldt anuncia que se decidirán los nombres del presidente y del alto representante en una cena el día 19. La apuesta franco alemana por Van Rompuy para el Consejo Europeo crea incomodidad.

Los jefes de Estado o de Gobierno de la Unión Europea decidirán en el transcurso de una cena, el jueves 19, los nombres del nuevo presidente del Consejo Europeo y del Alto Representante (ministro) para la Política Exterior de la UE, de acuerdo con una decisión adoptada por la actual Presidencia por turno de la UE, correspondiente a Suecia, que ayer hizo pública en Bruselas su primer ministro, Fredrik Reinfeldt.

 

El mandatario sueco reveló que, al término de una primera ronda de contactos con las capitales, existe una abundancia de candidatos para ambos puestos, aunque se abstuvo de enumerarlos. "El objetivo -dijo- es llegar a la reunión del Consejo Europeo con un nombre para cada una de esas responsabilidades". En caso de que no lo alcance, Reinfeldt reconoció que los nombramientos se producirán por votación, a la mayoría cualificada.

El primer ministro dejó entrever una relativa incomodidad por una aparente presión franco alemana a favor del primer ministro belga, Herman van Rompuy, para la Presidencia del Consejo Europeo.

 

Sarkozy advirtió en su momento de que él y Angela Merkel se habían puesto de acuerdo sobre el perfil del personaje ideal para el cargo. Posteriormente, parece ser que ambos han encontrado que Van Rompuy encaja en ese continente. Pero la apuesta franco alemana, si bien sólida, dista de ser compartida por una Unión que tiene 27 socios con grandes diferencias de percepción entre unos y otros sobre quién debe dirigir Europa y cómo. Y existe una natural prevención entre los nuevos socios ante cualquier manifestación de decisiones adoptadas por los grandes a espaldas de los demás. Polonia, aunque también Suecia, son particularmente sensibles a este género de comportamientos, sobre todo porque el peso real de ambos países en Europa es superior al que las circunstancias les confieren en las instituciones europeas.

 

Los pasillos de las instituciones europeas son estos días un río de rumores sobre candidaturas que no se confirman, pero que tampoco llegan a desaparecer del todo por el foro. El Reino Unido, que ambiciona ostensiblemente uno de los dos puestos, es el que más nombres ha puesto a flotar en la corriente. Blair, a quien Gordon Brown decía ayer continuar apoyando con un "o él o ninguno", tiene en la liza a su ministro de Exteriores, David Miliband, para el cargo de ministro de Exteriores, aunque este lo niegue. Últimamente se habla también de Peter Mandelson, ministro de Comercio con Brown y ex comisario europeo, quien también se declara sorprendido porque su nombre haya comenzado a circular.

 

Sin discriminación

Ante la ausencia de consenso sobre Miliband, el presidente del Grupo Socialista en la Eurocámara, Martin Schultz, aventó a comienzos de semana el nombre de Massimo D'Alema para el cargo de ministro de Exteriores, en el entendimiento tácito de que la presidencia del consejo irá a parar a un miembro del centro derecha.

 

Pero no es una voz política autorizada en Europa, después de que la socialdemocracia alemana haya naufragado en las últimas legislativas y el grupo que preside haya quedado numéricamente por detrás del español por primera vez en la historia de la Eurocámara.

 

Reinfeldt insistía ayer en la necesidad de congeniar todos los equilibrios que el caso requiere, entre los que figuran el de los socios grandes y pequeños de la UE, las izquierdas y las derechas, y los cuatro puntos cardinales de la Europa comunitaria, es decir, los ejes norte-sur y este-oeste, y la no discriminación entre hombres y mujeres.

 

La ecuación sería prácticamente imposible de resolver si no fuera porque el Tratado de Lisboa permite la decisión de este asunto a la mayoría cualificada.