SIETE AÑOS DESPUÉS

Las tropas de ataque de EE. UU. salen de Iraq

Las últimas tropas de combate de Estados Unidos han salido del país esta madrugada rumbo a Kuwait, dando por concluida la Operación Libertad Iraquí comenzada en 2003.

Un miembro de la cuarta brigada de ataque del ejército estadounidense, que ha abandonado esta madrugada Iraq
Goodbye, Iraq
AFP

 Los iraquíes viven con incertidumbre la salida de las últimas tropas de combate de EE. UU. en Iraq, donde la violencia ha aumentado en las últimas semanas, aunque permanecerán 50.000 soldados estadounidenses para labores de adiestramiento.


"¿Y ahora qué?" Es lo que se preguntan muchos ciudadanos iraquíes después de que el último batallón de combate estadounidense entrara en el vecino Kuwait, procedente de Iraq.


El taxista iraquí Chamel Abdalá, de 43 años, expresó sus reservas sobre la marcha de los estadounidenses porque teme por la seguridad del país. "El Ejército iraquí no es fuerte para afrontar la seguridad", señaló Abdalá, quien consideró que a Iraq le espera un futuro incierto dada la ausencia de un consenso político.


En las últimas semanas, la violencia se ha recrudecido con un aumento de los atentados, como el de hace dos días en un centro de reclutamiento del Ejército en Bagdad que causó casi medio centenar de muertos, en uno de los ataques más mortíferos en lo que va de año.


Para disipar esos temores, el Gobierno iraquí afirmó que las fuerzas de seguridad nacionales son capaces de asumir todas las misiones.


En declaraciones a la prensa, el portavoz del Ejecutivo iraquí en funciones, Alí Al Dabag, explicó que el repliegue estadounidense se llevó a cabo con la planificación de ambos gobiernos y subrayó que los preparativos de los cuerpos de seguridad de Iraq son suficientes para afrontar los desafíos futuros.


"Hemos optado por asumir la misión de mantener la seguridad del país nosotros solos, sin la necesidad de ayuda de tropas extranjeras", subrayó el portavoz.


Sin embargo, el pasado día 11, el jefe del Estado Mayor iraquí, general Babakar Zibari, reconoció que el Ejército no estaba preparado para asumir todas las misiones y que no estaría consolidado hasta el 2020.


Para el experto en grupos armados Nazem Al Yaburi, las Fuerzas Armadas iraquíes están mal equipadas porque una gran parte del dinero que el Ejército recibió para gastar en armamento se perdió por culpa de "la corrupción financiera y administrativa".


A ello se suma "la debilidad" de los dirigentes castrenses porque hay una confusión entre la aplicación del sistema estadounidense, en el que se basó la construcción del nuevo Ejército, con los procedimientos utilizados durante la época del fallecido dictador Sadam Husein, subrayó Al Yaburi.


Coincidiendo con el repliegue, el primer ministro iraquí en funciones, Nuri Al Maliki, y el nuevo embajador de EE. UU. en Bagdad, James Jeffrey, que presentó ayer sus credenciales, se entrevistaron hoy en la capital, según un comunicado de la oficina del jefe de gobierno saliente.


En la cita, Al Maliki destacó la importancia de "reforzar los lazos entre Iraq y EEUU, y de reactivar el acuerdo marco estratégico en todos los campos para desarrollar los lazos comunes".


Al Maliki se refería al pacto de seguridad firmado en diciembre del 2008 entre ambos países que estipula la retirada total estadounidense para finales del 2011.


Jeffrey, por su parte, reiteró el respaldo de EEUU al proceso político y democrático y a los partidos de Iraq en los esfuerzos para formar un nuevo Ejecutivo, cuya creación lleva paralizada desde los comicios del pasado 7 de marzo por la falta de consenso entre las distintas coaliciones.


Pese a la retirada de hoy, ni la Casa Blanca ni el Pentágono han dado por el momento finalizada la misión de combate en Iraq, fijada para el próximo 31 de agosto.


Según la cadena de televisión CNN, la salida de las últimas tropas de combate deja el número de soldados estadounidenses en el país en 56.000, aunque deben marcharse 6.000 adicionales para que se cumpla la meta del presidente de EE. UU., Barack Obama, de dar por finalizada las misiones de combate.


El joven Haizam Meky, de 17 años, y residente en el barrio bagdadí de Al Mansur, no pudo ocultar su satisfacción por la partida de los uniformados de EE. UU., que no quiere volver a verlos "ni en sueños".


"Destruyeron los muebles de nuestra vivienda y golpearon brutalmente a mi padre, y no pudimos dormir esa noche porque estábamos aterrorizados", narró Meky, quien recordó con pesar un día hace seis años y dos meses, cuando soldados estadounidenses irrumpieron por la fuerza en su casa.