CATÁSTROFE EN HUNGRÍA

El vertido tóxico de lodo rojo alcanza el Danubio

Su capacidad contaminante se reduce mientras los pueblos húngaros afectados tendrán que ser abandonados.

Dos pescadores sacan peces muertos por la contaminación del barro rojo en el río Marcal, ayer en Gyoer-Gyirmot (Hungría).
El vertido tóxico de lodo rojo alcanza el Danubio
KAROLY GYOERI/EFE

Lo que las autoridades húngaras temían se produjo ayer por la mañana: el vertido de lodo de color rojo provocado por la ruptura de una balsa con residuos tóxicos en una planta de aluminio en la localidad de Ajka, a unos 160 kilómetros al oeste de Budapest, alcanzó el caudal del río Danubio, la segunda vía fluvial más grande de Europa, tras destruir completamente el ecosistema del río Marcal, que fue el primero que quedó contaminado por la fuga, y llegar al Raba, otro afluente del Danubio. No obstante, su capacidad contaminante se ha reducido sustancialmente.


Tibor Dobson, responsable regional de los servicios anticatástrofes, anunció la terrible noticia. Por su parte, la subdirectora de Desastres de Hungría, Reka Becz, confirmó el mal dato, explicando que han subido de manera alarmante los niveles de acidez y alcalinidad en el río Raba.


Dobson comentó que el nivel alcalino en el río Raba subió más del pH 9 actual, cuando lo normal es que se sitúe entre 6 y 8. Según este, el vertido tóxico ha causado ya la muerte de millares de peces en el río Marcal.


El vertido de lodo tóxico ha inundado tres condados del oeste de Hungría, unos 40 kilómetros cuadrados. Siete pueblos han quedado completamente enfangados y centenares de personas han tenido que ser evacuadas por los equipos de rescate.


De momento, el número de muertos se eleva a cuatro y unas 120 personas han resultado heridas. El Gobierno húngaro y los grupos ecologistas consideran que el país sufre una catástrofe ecológica de grandes dimensiones y sin precedentes históricos de la que la naturaleza y la agricultura tardarán años en recuperarse, y se necesitará al menos un año para limpiar completamente la zona.


Desde que ocurrió este accidente, el lunes, los equipos de emergencia trabajan día y noche para cerrar la filtración del depósito de lodos tóxicos de la fábrica de aluminio, que sigue avanzando.


A pesar del dolor por las pérdidas humanas y materiales, los habitantes de la zona, sobre todo en aquellas poblaciones que han quedado muy afectadas, como Kolontár, luchan por reducir el lodo que ha invadido viviendas, carreteras, ferrocarriles, campos de labranza y naves industriales.


El primer ministro de centroderecha del país magiar, Viktor Orban, visitó ayer a primera hora Kolontár, y se mostró más bien pesimista con las labores de reconstrucción. "Por desgracia, tengo la impresión de que todo esfuerzo aquí, más allá de la reconstrucción del puente, no sirve para nada. Probablemente se creará un nuevo territorio para los aldeanos y se abandonará esta parte de la villa para siempre, porque es imposible vivir aquí", manifestó.


De momento, según dijo Orban, los servicios de rescate tendrán que cercar y aislar las zonas más golpeadas por el siniestro en Kolontár, para evitar que el material contaminante afecte a más población.


El Gobierno húngaro decretó el martes el estado de emergencia en los tres condados afectados por la marea tóxica.


La Comisión Europea expresó su disponibilidad a ayudar a Hungría y también a otros países de la región que lo necesiten.


Una fábrica muy antigua

La sociedad MAL Zrt, propietaria de la fábrica de aluminio donde tuvo lugar la fuga, fue construida en 1943 y es muy antigua. Fue comprada al Estado en la década de los noventa del siglo pasado, después de la caída del comunismo y en plena dinámica de privatización de la economía.


El secretario de Medio Ambiento, Zoltan Illés, reiteró su "convencimiento" de que la ruptura del dique de contención se debió al exceso de almacenamiento de lodos tóxicos. Illés aseguró que la compañía tendrá que hacer frente a una parte de los gastos de limpieza de la zona afectada, que "podrían alcanzar decenas de millones".