UNIÓN EUROPEA

El Tribunal Constitucional checo aplaza a noviembre su fallo sobre el Tratado de Lisboa

La Corte Constitucional de la República Checa aplazó hasta el 3 de noviembre su veredicto sobre el recurso presentado por diecisiete senadores conservadores contra el Tratado de Lisboa, al alegar que viola la Carta Magna.


La República Checa es el único país de los veintisiete miembros de la Unión Europea (UE) que aún no ha ratificado el Tratado de Lisboa, a pesar de que las dos cámaras parlamentarias han aprobado ya el documento comunitario.


Desde mayo pasado, la ratificación está pendiente sólo de la firma del jefe del Estado checo, Vaclav Klaus, quien dijo que esperará hasta la sentencia del Tribunal Constitucional.


Pero esa corte aplazó su decisión sobre un recurso presentado el pasado 28 de septiembre por diecisiete senadores conservadores contra el texto, alegando que viola la Carta Magna al considerar que el Tratado de Lisboa limitará la soberanía checa por traspasar importantes competencias a la UE.


Por otro lado, Klaus ha exigido que su país quedara fuera de la aplicación de la Carta de Derechos Fundamentales, que acompaña al texto comunitario, ante el temor de que ello abriera la puerta a reclamaciones de indemnizaciones por parte de los alemanes y húngaros expulsados de Checoslovaquia tras la Segunda Guerra Mundial.


Fuera del tribunal, un grupo de manifestantes del extraparlamentario y euroescéptico Partido de los Liberales acogió con sorpresa la decisión de la corte de aplazar el fallo, informó su representante, Tomas Vana.


"Creíamos que hoy habría sentencia", dijo Vana, quien dio por hecho que el tribunal respaldará la sentencia de hace un año, cuando no vio incompatibilidad de seis enunciados del Tratado de Lisboa con la Carta Magna checa.


Esta vez los senadores elevaron el recurso a la totalidad del enunciado del Tratado.


Jiri Oberfalzer, uno de los autores del recurso, volvió a esgrimir los argumentos sobre pérdida de soberanía y ausencia de una versión consolidada en checo sobre los tratados fundacionales de la UE.


Y es que, en su opinión, los tratados de Roma y de Maastricht quedaron "desfigurados", mientras que el actual proceso de integración es percibido como "un germen de federación".


El Gobierno checo, representado por el ministro de Asuntos Europeos, Stefan Füle, fue taxativo al indicar que el Constitucional ya había emitido sentencia sobre este texto el año pasado.


"Esta situación no es sostenible a largo plazo. Debería establecerse un procedimiento para casos similares en el futuro", señaló Füle, en referencia a la negativa del euroescéptico Klaus de estampar su firma en el documento.


De hecho, ante la renuencia del presidente a suscribir el Tratado, todos los partidos políticos minoritarios (democristianos, verdes y conservadores del TOP 09) han propuesto enmiendas constitucionales para fijar plazos de ratificación, transferir la firma a otros órganos del Poder Ejecutivo o plantear una denuncia de competencias en el alto tribunal.


A diferencia de noviembre pasado, Klaus no acudió hoy a la vista pública en la sede del tribunal en la ciudad de Brno, lo que en círculos políticos se ha interpretado como un síntoma de que esta batalla particular contra el Tratado está perdida.


Klaus enviará el jueves a Bruselas a su canciller, Jiri Weigl, para asegurar que los checos obtienen al menos un exención de la Carta de Derechos Fundamentales de la UE.


El político checo, padre de las reformas económicas del país en la década pasada, condicionó su firma a dicha exención, por considerar que la Carta puede desatar una oleada de reclamaciones de propiedad de los antiguos pobladores de habla alemana de los Sudetes.


Estos fueron expulsados de Checoslovaquia tras la Segunda Guerra Mundial de acuerdo con los acuerdos de Postdam, pero sus propiedades fueron confiscadas por los decretos del entonces presidente, Eduard Benes.