REINO UNIDO

El mayordomo pierde su flema

El servidor y confidente de Diana, Paul Burrell, afirma que la teoría conspirativa sobre su muerte es absurda. Durante la investigación judicial es atrapado por el abogado de Mohamed Al Fayed en una maraña de contradicciones.

Paul Burrell, mayordomo de la difunta Diana de Gales, inició su comparecencia como testigo en la encuesta judicial que trata de aclarar las circunstancias de su muerte como un perfecto paje de la realeza. Y terminó la jornada desacreditado, roto por el implacable interrogatorio del abogado de Mohamed Al Fayed. Era la primera vez que Burrell se sentaba en un banquillo para testificar. En 2002, en la sala uno del Tribunal Penal Central, pasó diez días sentado en el banquillo de los acusados. La Policía le acusaba del robo de múltiples objetos pertenecientes a la fallecida princesa. Pero, en el décimo día, cuando su defensa le iba llamar para ofrecer su testimonio, el juicio se interrumpió 'in extremis'.

La reina Isabel, que encarna la única institución con inmunidad jurídica, había recordado que el mayordomo le dijo, en una audiencia privada, que se llevaría a su casa objetos y documentos que él creía que debían quedar salvaguardados para la historia. En el curso de aquella causa se alegó que, cuando la Policía llamó a su casa, en Farndon, en el norte de Inglaterra, le ofreció un pacto. Se marcharían de allí si les daba el contenido de un arcón de madera, en el que Diana guardaba sus documentos más personales, y que él habría robado. Entre aquellos documentos había unas cartas del duque de Edimburgo.


La teoría

Aquellas cartas son una de las pruebas para sustentar la teoría de la conspiración promovida por Mohamed Al Fayed. El duque habría escrito a la madre del futuro rey de Inglaterra con tal dureza que sería posible concebir que, con la colaboración de los servicios británicos de inteligencia, organizó el asesinato de Diana cuando mantenía un romance con Dodi Al Fayed.

-Eso es imposible-, dijo Burrell este lunes durante la sesión de la mañana, cuando respondió a preguntas del abogado de la encuesta, Ian Burnett.

El duque no es un hombre sucio, explicó el mayordomo, cuya mujer, María, trabajó durante muchos años en el servicio del marido de la reina. "Esa no es su personalidad", añadió. "La princesa era la madre de sus nietos. ¿Por qué querría dañarla? Es imposible".

Solo maneras


Moreno, ahora que reside en Florida, acicalado y cortés, con las maneras de un paje que ha pasado tantos años en estrecho contacto con la aristocracia, el mayordomo, tras su desagradable proceso bajo la acusación de hurto, volvía al redil. Habló bien de todos los miembros de la familia real. Y de Mohamed Al Fayed, a quien veía herido, porque "mientras todos nos dolíamos por la muerte de Diana, olvidamos a su hijo". "Esa es la tragedia de todo esto", sentenció. Paul Burrell había trazado el camino de regreso hacia la paz con la Casa Real.

Michael Mansfield, el letrado de Al Fayed, ha despedazado antes a otros testigos. Este abogado socialista y republicano, extraño aliado del antiguo traficante de armas y ahora patrón de Harrod's, no levanta la voz mientras disecciona los testimonios que perjudican a su cliente.

A los cinco minutos, Burrell se quejó de que ahora parecía el acusado. Mansfield ya le había atropellado sobre su afirmación matinal de que el romance de Diana y Dodi era una cosa sin más y su conclusión, en el primer libro que publicó tras su procesamiento, donde afirma que Diana le contó un gran secreto aquellos días, un secreto que quedaría para siempre entre señora y mayordomo.

¿Cual era el secreto? No lo quería revelar. ¿Pero lo conoce? Sí. Minutos después, Burrell dijo que no lo recordaba. Fue el principio de un rápido declive hacia la incoherencia. Del hombre atildado de la mañana se pasó al atolondrado de la tarde, tan perplejo ante lo que ocurría que sus silencios, su expresión pasmada, sus palabras, provocaban carcajadas en la sala anexa del público. Fue también cursi, intentando no decir en público que la madre de Diana la llamó 'puta' por andar con 'jodidos musulmanes'.

Guardar y destruir


Insistió en que conocía las cartas, todas afectuosas, del duque de Edimburgo, las que estaban en el arcón, algunos de cuyos fragmentos él cita en su libro. ¿Tiene las cartas? No. ¿De dónde salen las citas literales? De los recuerdos que el mayordomo tenía de su lectura y que anotó en su diario. Mansfield lo atornilló de nuevo sobre el contenido de una nota, también publicada en uno de sus libros, en la que Diana le decía que su ex marido, Carlos, estaba planeando un accidente de tráfico en el que ella quedaría físicamente neutralizada y él podría casarse con otra mujer, que Diana no creía en aquel momento que fuese Camilla.

Pidió a Burrell que entregase esas notas. El mayordomo dijo que sí. Había dicho que guardaba un diario. ¿Lo entregaría también? Tendría que pensarlo. Acabó diciendo que destruyó el diario. Pero, ¿no quería él, según dijo a la reina, guardar los documentos para la historia? Hoy regresa al banquillo para intentar salir del embrollo en el que se ha metido.