MÉXICO

El horror viaja a lomos del tren patera

Se les conoce como 'la Bestia'. Son los trenes de carga que zizaguean por el territorio mexicano. En sus techos o entre sus vagones viajan inmigrantes en dirección a Estados Unidos. en busca del sueño americano. Muchos se quedan en el camino o son víctimas del crimen organizado.

Varios emigrantes corren en Lechería (Estado de México) para montar en 'la bestia', tren con destino a EE. UU.
El horror viaja a lomos del tren patera
RAMíREZ ARRIOLA/AMNISTíA INTERNACIONAL

México es uno de los países más críticos con Arizona por sus recientes leyes contra inmigrantes indocumentados. Sin embargo, desde Chiapas al río Grande, todo el país se ha convertido en una de las fronteras más peligrosas que cada año atraviesan miles de emigrantes (el 90% centroamericanos) en el techo o entre los vagones de 'la bestia', los trenes de carga que zigzaguean por todo el país hasta el sueño americano, devorando a muchos de sus pasajeros por el camino o dejándolos a merced del crimen organizado que actúa sin problemas ante la pasividad, cuando no complicidad, de las autoridades.

Marisol tiene 21 años y es de Guatemala. Se cayó al correr junto a las vías. Tiene una herida en la cara pero le preocupa su embarazo de cinco meses, que no la ha impedido embarcarse en esta odisea por segunda vez. "Es triste la vida de uno", cuenta mientras espera el tren bajo un puente en la zona de Lechería (a unos 20 kilómetros de la capital mejicana) uno de los puntos donde se unen las rutas del sur y del norte, lugar conflictivo que los criminales aprovechan para actuar.

Hace dos años intentó llegar a EE. UU. pero la secuestraron en Veracruz. "Allí estuve unos días, luego me subieron a Reynosa (en la frontera norte) donde me tuvieron tres meses en una casa en la que había unas 250 personas, incluidos niños". Habla sin miedo. "Me violaron y me golpearon muchas veces, nos llamaban basura. Contactaron con mi familia para que mandara dinero. Cuando vieron que no tenían, me soltaron y me advirtieron que si denunciaba me encontrarían". Tuvo suerte, a otras las pegan un tiro si nadie paga. La presidenta de la oenegé Apoyo al Inmigrante, Patricia Camarena, reconoce perfectamente al captor de Marisol cuando esta le describe. Todo el mundo le conoce. "No apuntes el nombre o estamos muertas", avisa.

Camarena perdió a su hermano cuando viajaba como ellos hacia EE. UU. y hace casi una década que acude a las vías a llevar comida a los migrantes, acompañarles al médico o mediar con los policías para que frenen el tren. "Van a subir de todos modos y en movimiento es mucho más peligroso, les puede partir en dos", suplica. Sus denuncias le han supuesto amenazas y agresiones pero no se calla. "O te mueres o luchas", afirma.

4.000 tipos de abusos

Los últimos datos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) indican que en solo seis meses entre 2008 y 2009 fueron secuestraron 9.758 emigrantes. Amnistía Internacional, en un reciente informe, asegura que en la mitad de los casos están involucrados policías o autoridades. La oenegé ha registrado 3.924 abusos distintos que se agravan con los menores y las mujeres. Seis de cada diez son agredidas sexualmente y por eso es habitual que se pongan una inyección contraceptiva antes de empezar el viaje.

La gran mayoría de los crímenes nunca se investigan "y rara vez los criminales rinden cuentas, con lo que se alimenta un clima de impunidad", dice AI. "Las autoridades mejicanas deben detener los continuos abusos pero cierran los ojos e incluso toman parte activa en secuestros, violaciones y asesinatos", sentencia la oenegé.

Por eso cunde la impotencia y las lágrimas a veces no pueden contenerse, reconoce Ramón, de 17 años. Las extorsiones llegan de todas partes, de los vigilantes de las vías, de las distintas policías (algunos exigen cuota hasta para mendigar cuando es la única opción que les queda tras los más que habituales robos) y el miedo a ser detenido es una constante.

"No te puedes fiar de nadie. En Huichapan (Hidalgo) les dicen que se bajen que hay un albergue pero no es cierto, es para secuestrarlos", denuncia Camarena. " Y aquí llega un hombre que se lleva a los chavitos, los viola y luego cuelga los vídeos en internet".

Pablo, guatemalteco, lamenta que les traten "como delincuentes" cuando en realidad, dice, "somos las víctimas de los criminales". "Pero también hay gente buena", afirma, como Camarena, a quien muchos conocen como 'mamá Lechería', o los que se acercan a las vías con agua o algo de comida.

Quemados con ácido

A lo largo de los más de 3.000 kilómetros de ferrocarril que separan Guatemala de Estados Unidos (un trayecto de 15-20 días en el mejor de los casos) hay casi medio centenar de albergues subvencionados por la Iglesia o distintos colectivos. Por el de Lechería, que dirige Guadalupe Calzada, pasan unas 100 personas al día. Muchas no llegan a su destino. En 2009, 64.000 fueron detenidos. Otros se dan media vuelta, desaparecen, mueren o resultan mutilados, como Donar Ramírez. El tren se quedó con sus sueños al cortarle las dos piernas en una caída hace cinco años. Ahora vive en Chiapas.

"Hemos visto de todo -cuenta Calzada-: quemados con ácido en la cara y los genitales, sin dientes, mujeres violadas hasta 7 veces? Algunos se drogan para sobrevivir al camino porque si no, no aguantan".

Si la primera vez no lo consiguen, no lo dudan en intentarlo las que sean necesarias. Subidos en 'la bestia', aunque sea por momentos, sienten el aire en sus caras, sienten la libertad.