COLOMBIA

El complicado camino para escapar de la guerra en Colombia

Muchos de los que tomaron parte en el conflicto en el país sudamericano dejan las armas e intentan comenzar una nueva vida. Algunas oenegés les ayudan para que aprendan a ganarse la vida de una forma digna

Las víctimas de la guerra en Colombia se cuentan por millares y los que un día tomaron parte en el conflicto con las armas se enfrentan ahora al dilema de cómo afrontar su futuro. En los mismos barrios en los que hay viudas de militares conviven quienes un día empuñaron un arma en las guerrillas convencidos por la causa y que con el tiempo decidieron retirarse para empezar de cero, algo que casi nunca resulta sencillo.


Filadelfo y Rodrigo Morales son dos hermanos nacidos en el departamento petrolero de Casanare (este) que terminaron luchando en bandos opuestos en la guerra. El primero ingresó en los paramilitares que operaban en Casanare y en el vecino departamento de Meta (sureste), mientras que el segundo se fue a la base militar del Ejército que está situada en la misma zona.


Plan gubernamental


Después de varios años de lucha, Filadelfo se desmovilizó en 2005 con el plan de paz emprendido por el Gobierno del presidente colombiano, Álvaro Uribe, y comenzó a presionar a su hermano menor para que dejara el Ejército.


"Un día que yo estaba de permiso él me dijo que me saliera de eso y que empezáramos a trabajar en un proyecto agropecuario con cerdos. Al principio yo no le hice caso, pero con el tiempo me aburrí de las ordenes y del Ejército y fue entonces cuando me salí", explica el menor de los hermanos, acompañado de su esposa y sus tres hijos.


En los cerca de cinco años que empuñaron las armas estuvieron a punto de enfrentarse en algunas ocasiones cuando patrullaban zonas cercanas, y hoy no pueden dejar de agradecer que nunca el azar los llevara a tener que combatir.


Filadelfo Morales, un joven de contextura fuerte y caminar recio, tiene ahora dos hijos, vive con su esposa y decidió buscar el apoyo de instituciones estatales y organizaciones no gubernamentales, porque el negocio que había emprendido con su hermano les estaba llevando a la quiebra.


Ambos acudieron a la oenegé Tejido Humano, asociada con la Fundación Arcángeles de Casanare, que tiene en la zona un programa de apoyo a miembros de la Fuerza Pública heridos en combate, sus viudas, huérfanos, jóvenes desvinculados de la violencia y víctimas de minas antipersonales.


Esa asesoría les sirvió para mejorar su negocio de cerdos e incluso ampliarlo a una granja de gallinas ponedoras y una piscifactoría, que les permitió cumplir su sueño de alejarse de las armas.


Diana García, viuda de un soldado, también forma parte de las personas que se han beneficiado de los programas de apoyo gubernamental y de oenegés a través de proyectos agropecuarios.


Hace dos años su esposo murió por la explosión de una mina colocada por la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).


La pensión que le otorga el Ejército no le alcanzaba para la crianza de sus tres hijas y el cuidado de su madre, por lo que se decidió a pedir asistencia. Ahora cuenta con una granja y espera poder comprar tres novillas para empezar un negocio de ganadería.


La Corporación Tejido Humano apoya el desarrollo de poblaciones vulnerables como veteranos de las Fuerzas Armadas, viudas y huérfanos víctimas de la violencia con algún tipo de discapacidad.


En el departamento de Casanare el principal proyecto es "Hectárea Productiva" que gestiona la Fundación Arcángeles y que beneficia a más de 200 personas de las partes rurales de esa región.


A pesar de que con la desmovilización de los paramilitares aún quedan algunas bandas emergentes que controlan de manera silenciosa ese departamento e incluso algunos han visto por los alrededores a algunos guerrilleros, la mayoría está de acuerdo en que no volverán a empuñar las armas.