EDITORIAL

El bloqueo de Gaza

El sangriento asalto al 'Mavi Mármara', uno de los barcos de la flotilla que transportaba ayuda a Gaza, se cobró un inaceptable y terrible tributo en vidas humanas. Pero, además, pone en evidencia la injusticia del bloqueo que Israel, con la colaboración de Egipto, mantiene en ese territorio. Una situación que no debe prolongarse.

HAY que suponer -lo contrario sería atroz- que las autoridades israelíes no pretendían, cuando ordenaron el abordaje de la llamada Flotilla de la Libertad, provocar la masacre a la que dieron lugar. Pero es evidente que en la operación, criticable desde el comienzo desde el punto de vista del Derecho internacional y desde la mera conciencia humanitaria, se utilizó un grado de violencia desproporcionado y, por lo tanto, injustificable. Israel no puede, ni moral ni políticamente, desembarazarse sin más de las consecuencias de sus actos, ni la comunidad internacional debe permitirlo. Rechazar, como hizo ayer el primer ministro Netanyahu, la razonable propuesta del secretario general de la ONU para una investigación independiente solo servirá para intensificar la deslegitimación -en el exterior, pero también en el interior- del Gobierno israelí, así como el aislamiento del país. La tragedia del 'Mavi Mármara' viene por otra parte a subrayar la insostenible situación de Gaza. El bloqueo israelí somete a la población a un sufrimiento inadmisible, sin conseguir por ello erradicar la amenaza extremista y terrorista que supone Hamás. Por razones políticas y humanitarias, Israel debería adoptar inmeditamente medidas para que la vida en la franja de Gaza recobre la normalidad y se restablezcan, salvaguardando en lo necesario la seguridad, los lógicos intercambios con el exterior.