LEY DE DEFENSA NACIONAL

EE. UU. pagará a los talibanes moderados para que dejen la lucha

Si no puedes con tu enemigo, alíate con él. Y si no le interesa tu amistad, cómpralo. Esa parece ser la filosofía de EE. UU. para las guerras modernas que se le resisten. Barack Obama firmó con gran fanfarria la ley de Defensa Nacional para el año 2010, que contiene una nueva partida para pagar a los talibanes que renuncien a la lucha armada. Entre los 150 invitados de honor se encontraba también la viuda del senador Ted Kennedy y otros miembros de la familia.


El plan es ofrecerles a cambio trabajos en las fuerzas de seguridad para que "defiendan sus propias ciudades". La ley no fija una cantidad específica para esta causa, sino que la deja al juicio de los mandos del Departamento de Defensa que dispondrán de un fondo de 1.300 millones de dólares bautizado como Programa de Respuesta de Emergencia para los Comandantes, que también se puede usar para otros propósitos.


Según el senador Carl Levin, presidente del Comité de Servicios Armados, el programa será "como el de los Hijos de Irak", que presume de haber contribuido a estabilizar el país invadido en 2003. Según las cifras oficiales, ése programa iniciado en la provincia de Ambar ha logrado que 90.000 insurgentes suníes dejen las armas.


En realidad el programa ha tropezado con muchos baches, empezando por el incumplimiento de los pagos y las detenciones de algunos de sus más prominentes integrantes por parte de las fuerzas de seguridad del gobierno iraquí, de mayoría chií.


Otro enemigo que ha pasado a la nómina del gobierno estadounidense es Ahmed Wali Karzai, hermano del presidente afgano al que se acusa de dirigir el boyante mercado del tráfico ilegal de opio. Según 'The New York Times' este Karzai lleva casi ocho años en la nómina de la CIA por una variedad de servicios entre los que se citan el reclutamiento de fuerzas paramilitares. Mercenarios que atacan a las "fuerzas terroristas" bajo la dirección de la agencia de inteligencia pero también patrullan el lado sur de Kandahar donde se encuentra el hogar de la familia.


Es una prueba más de que EE. UU. está cerrando los ojos ante el lucrativo negocio del opio que sirve para inundar de heroína los mercados del mundo, alimenta la corrupción y nutre los bolsillos talibanes. Algo que alienta las voces que urgen a Obama a poner mano dura en Afganistán, empezando por aumentar el número de tropas, como dijo hoy de nuevo el senador John McCain, rival de Obama en las elecciones. En su opinión, la indecisión de Obama está desmoralizando a los mandos militares y tiene nerviosos a los aliados de EE. UU. Y mientras la situación se deteriora el presidente "sigue revisando la situación una y otra vez", se quejó el héroe de Vietnam.