DOCUMENTOS WIKILEAKS

Más presiones tras las filtraciones sobre Iraq

El viceprimer ministro británico considera "extraordinariamente graves" las revelaciones sobre asesinatos y torturas.

Julian Assange, en su comparecencia pública en un hotel londinense, el pasado sábado.
Más presiones tras las filtraciones sobre Iraq
FELIPE TRUEBA/EFE

La presión se acentuó ayer sobre Estados Unidos tras las revelaciones sobre malos tratos cometidos o encubiertos por el Ejército estadounidense durante la guerra de Iraq que aparecen en unos 400.000 documentos publicados por WikiLeaks.

Gobiernos y organizaciones de defensa de los derechos humanos esperan respuestas sobre las acusaciones contra las tropas de Estados Unidos, sus aliados e iraquíes sobre torturas y muertes reveladas por los documentos clasificados publicados por la página que dirige Julian Assange.

El ingente material revelado, que cubre un periodo que va desde 2004 a 2009, ofrece una nefasta instantánea del conflicto, en especial sobre el abuso de los civiles iraquíes por las fuerzas de seguridad de Iraq. Los documentos muestran como el Ejército norteamericano "no hizo nada" para impedir casos de tortura y abusos sobre civiles cometidos por las fuerzas iraquíes. Los documentos revelan que hubo unas 15.000 víctimas civiles más de lo que se sabía anteriormente.

El viceprimer ministro británico, Nick Clegg, calificó las acusaciones como "extraordinariamente serias" y dijo que la gente "querrá escuchar una respuesta". "Cabe lamentar la forma en la que se produjeron estas filtraciones, pero pienso que las acusaciones realizadas son extraordinariamente serias", declaró Clegg en una entrevista con la televisión 'BBC One'. "Supongo que la Administración estadounidense querrá dar su propia respuesta. No nos corresponde decirles cómo hacerlo", añadió.

Ninguna explicación

El viernes, la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, condenó la filtración de todo documento que pueda poner en peligro "la vida de los soldados y de los civiles de Estados Unidos y de sus aliados", algo que también hizo el ministro británico de Defensa y el de Australia.

Los documentos 'liberados' el viernes contienen relatos de torturas, asesinatos de civiles y de la injerencia de Irán en la guerra de Iraq, informes que documentan los sangrientos años que siguieron a la invasión liderada por Estados Unidos en 2003 para derrocar a Sadam Husein.

Otros documentos describen los abusos contra prisioneros y la muerte de civiles en los controles militares de Estados Unidos.

Un análisis de los documentos llevado a cabo por el Bureau of Investigative Journalism para la emisora de TV británica 'Channel 4' indica que 832 personas murieron y 2.200 resultaron heridas entre 2004 y 2009 en las proximidades de esos controles. Un total de 681 de los muertos por armas de fuego eran civiles inocentes, 120, insurgentes y el resto policías o soldados iraquíes, indican esos datos procedentes del propio Ejército estadounidense.

Otros documentos, citados por el diario 'New York Times', demuestran que la intervención de las empresas de seguridad privadas agravó el caos bélico en Iraq. No hubo suficiente coordinación con los militares, indicó el diario, que pudo evaluar los casi 400.000 documentos clasificados. Los mercenarios "solían disparar, sin distinguir entre civiles iraquíes desarmados, soldados estadounidenses e incluso otros guardias privados. (Esa práctica) apenas casi nunca tenía consecuencias", según los documentos.

Sin embargo, según el periódico, el Ejército no podría renunciar actualmente a estas empresas de mercenarios, a pesar de que los documentos revelados atestiguan infinidad de casos de disparos sin motivo y solo unos pocos en los que los responsables tuvieron que responder por ellos. En opinión de 'The New York Times', "se espera que la acción de las empresas privadas de seguridad continúe en aumento y no disminuya".

La organización Human Rights Watch dijo que Iraq debería investigar si sus fuerzas de seguridad recurrieron sistemáticamente a la tortura. Por su parte, Amnistía Internacional reclamó a Washington que iniciara una investigación, estimando que es "una grave violación del derecho internacional" el hecho de que las fuerzas estadounidenses hayan entregado "a miles de detenidos a las fuerzas iraquíes sabiendo que continuaban recurriendo a la tortura".

Un portavoz del Pentágono dijo que los documentos eran "esencialmente instantáneas de acontecimientos, trágicos y triviales, y que no cuentan toda la historia".