ELECCIONES PRESIDENCIALES

Colombia opta entre el continuismo de la mano dura o un giro en el combate a la guerrilla

Juan Manuel Santos y Antanas Mockus se enfrentan hoy en uno de los comicios más reñidos de la historia del país.

Los candidatos Noemí Sanín, Juan Manuel Santos, Germán Vargas, Antanas Mockus y Gustavo Petro, en un debate televisivo, el viernes.
Colombia opta entre el continuismo de la mano dura o un giro en el combate a la guerrilla
L. MUñOZ/EFE

Las elecciones de hoy en Colombia son las más cerradas de la historia y representan el fin de la era Uribe. Nueve candidatos aspiran a sustituir al líder conservador que durante su mandato ha conseguido acorralar a la guerrilla, el drama que desangraba al país sin dejar casi margen para la esperanza. Previsiblemente, el oficialista Juan Manuel Santos y el iconoclasta Antanas Mockus superarán esta primera vuelta con holgura y llegarán empatados al asalto definitivo del 20 de junio. Gane quien gane entonces, el nuevo mandatario dirigirá un país muy diferente al que recibió Álvaro Uribe cuando llegó al poder hace ocho años.

Muchas sombras

Antes del triunfo del presidente conservador, conducir por una carretera colombiana era más que un acto heroico porque suponía caer en manos de cualquier grupo guerrillero, especialmente las FARC. Menos de una década después aquella situación ha caído casi en el olvido, pero también los desmanes que se cometieron para garantizar la seguridad. Uribe ha conseguido salir airoso de asuntos tan espinosos como las escuchas ilegales de los servicios de espionaje contra magistrados, periodistas y defensores de derechos humanos. También le han acusado de las vinculaciones con los paramilitares y de la compra del voto de una congresista para que apoyara la reforma constitucional que permitió su reelección en 2006.

El presidente, de hecho, abandona el cargo con la popularidad por encima del 60% y si hubiera podido presentarse a un tercer mandato probablemente hubiera ganado de forma incontestable. Su Gobierno se ha caracterizado por la mano dura contra los rebeldes. Logró arrinconar a las FARC, aunque no las liquidó. El abogado conservador sentó en la mesa de negociación al Ejército de Liberación Nacional (ELN) y se vanaglorió de la reinserción de los paramilitares, muchos de los cuales han vuelto a las andadas pese a los criticados beneficios que obtuvieron por dejar las armas.

Esencialmente, la mayor seguridad y estabilidad es el legado que recibe Santos. Con ese bagaje, el aspirante oficialista daba por seguro que recogería la banda presidencial de su jefe. Pero calculó mal. El escenario cambió con la remontada de Antanas Mockus. Su eslogan es 'Elijamos la legalidad democrática' y sus lemas han calado en el electorado que corea con devoción, casi como salmos, "la unión hace la fuerza", "recursos públicos, recursos sagrados" y "el fin no justifica los medios". El filósofo y matemático cerró su campaña invocando un "no al miedo". Santos, más pragmático, con un ataque a la yugular: "Es tiempo de resultados, no de filosofías". Las encuestas apuntan a que el legado uribista, resumido en el "retroceder no es una opción", no es suficiente para ganar los comicios.

La cita electoral, vigilada por 150.000 miembros de las fuerzas armadas y 11.000 efectivos de empresas de seguridad privada, cuesta 7 millones de euros para la primera ronda y otros 3,5 para la segunda. Mockus, que ha llamado a la contención del gasto, pidió a quienes vayan a votar por él en junio que lo hagan ahora. Pero no será así. Analistas apuntan las funciones diferentes de las dos rondas. Hoy se confirmará el apoyo real de cada partido. En la segunda vuelta se apreciará la conformación de alianzas entre las formaciones. El Partido Social de Unidad Nacional de Santos, el Partido Verde de Mockus y el Partido Conservador Colombiano, encabezado por Noemí Sanín, van a la cabeza.

Milagros López de Guereño