EEUU

Bush ordena la reestructuración de los servicios de espionaje estadounidenses

Las operaciones encubiertas serán responsabilidad del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, la CIA será la encargada de ejecutarlas y el director nacional de inteligencia las supervisará.

La Casa Blanca anunció este jueves una gran reestructuración de los servicios de inteligencia estadounidenses, que redefine los cometidos de las distintas agencias y centraliza el poder en la figura del director nacional de espionaje.


Los cambios se recogen en un decreto ley autorizado por el presidente estadounidense, George W. Bush, cuyos detalles se han dado a conocer hoy.


El decreto 12333 actualiza otro emitido por el presidente Ronald Reagan en 1981, considerado hasta ahora el documento angular de la comunidad de inteligencia estadounidense.


El diario "The Wall Street Journal" menciona que la iniciativa representa el último esfuerzo de Bush para cerrar los asuntos pendientes tras la nueva era en materia de seguridad que comenzó a raíz de los atentados del 11 de septiembre de 2001.


La Casa Blanca respondió en 2004 a la presión de los familiares de las víctimas del 11-S y la comisión que investigó los atentados con una reestructuración de los servicios de espionaje que incluyó la creación del puesto de director nacional de espionaje, encargado de coordinar las 16 distintas agencias de inteligencia.


El citado director, en la actualidad Mike McConnell, recibió el cometido de poner fin a la rivalidad entre las distintas agencias y de acabar con sus reticencias a compartir información, un problema al que se responsabiliza en parte del fracaso a la hora de impedir los atentados del 11-S.


El "Journal" menciona que el progreso en ese frente dista todavía de ser ideal. El decreto recién aprobado busca dar una solución definitiva a los problemas todavía existentes, al otorgar más poder al director nacional de espionaje y definir claramente la autoridad y limitaciones de las distintas agencias.


McConnell será el principal responsable de impulsar las relaciones con las agencias de inteligencia internacionales, algo de lo que tradicionalmente se había encargado la Agencia Central de Inteligencia (CIA).


El directivo también asumirá un mayor protagonismo a la hora de despedir y contratar a los responsables de las agencias, así como más responsabilidad en las adquisiciones importantes, como las compras de nuevos satélites espías.


Las operaciones encubiertas serán responsabilidad del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, la CIA será la encargada de ejecutarlas y el director nacional de inteligencia las supervisará.


La portavoz de la Casa Blanca, Dana Perino, señaló que el decreto revisado ayudará a crear una comunidad de inteligencia "más unificada, que comparte información más libremente, coordina sus acciones de forma eficaz y colabora de forma más estrecha".


"El decreto ley revisado hace hincapié en la creciente importancia de proteger a EEUU del terrorismo y las armas de destrucción masiva", señaló Perino en un comunicado.


La medida aprobada por Bush busca impulsar e institucionalizar los cambios contemplados en la Ley de Reforma y Prevención Terrorista de 2004 y proveer un marco duradero para las actividades de inteligencia del país.


El decreto ley "pide a la comunidad de inteligencia que genere información oportuna, precisa y perspicaz con especial énfasis en las amenazas planteadas por el terrorismo internacional y la propagación de armas de destrucción masiva", informó Perino.


La Casa Blanca hizo hincapié, asimismo, en su compromiso con la protección de las libertades civiles y el derecho a la privacidad de los ciudadanos, temas que han sido objeto de polémica en los últimos años ante las mayores atribuciones de los servicios de seguridad.


Sin ir más lejos, varios legisladores expresaron a la prensa su frustración ante el hecho de que la Casa Blanca no informase al Congreso sobre la histórica reestructuración.


"No consultaron al Congreso en absoluto", dijo al "Journal" una fuente del Congreso.


La reestructuración ha sido objeto de estudio durante más de un año