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  • Eduardo Bandrés Catedrático de la Universidad de Zaragoza y director de Economía Pública de Funcas

La economía y la guerra de Ucrania

Eduardo Bandrés es Catedrático de la Universidad de Zaragoza y director de Economía Pública de Funcas.
Eduardo Bandrés es catedrático de la Universidad de Zaragoza y director de Economía Pública de Funcas.
H.A.

Antes de la invasión de Ucrania por el ejército ruso la economía española todavía pugnaba por recuperar los niveles de actividad económica, dañados por los efectos de la pandemia. En febrero de 2022 preocupaba especialmente el brote de inflación, de la mano de la subida de precios del petróleo, la electricidad y los alimentos. La evaluación de riesgos seguía haciendo referencia al ritmo de resolución de los cuellos de botella en las cadenas de suministro y a la inflación, pero se confiaba en una desaceleración de los precios en la segunda mitad del año y en la continuidad del crecimiento económico de la mano del consumo privado y del turismo internacional. Comenzaban a surgir las dudas de cuál sería la reacción de los bancos centrales y cómo debería abordarse el proceso de normalización monetaria en un escenario ya muy tensionado por las subidas de precios.

La guerra de Ucrania desbarató el proceso de recuperación económica, y la crisis energética generada por el conflicto situó la inflación en niveles de dos dígitos a mediados de 2022, iniciando un efecto en cascada que amenazaba con trasladarse, como así fue, al núcleo de la inflación subyacente. En consecuencia, los tipos de interés oficiales del BCE iniciaron una senda de ascenso que se ha sumado a los efectos recesivos de la guerra sobre el consumo de los hogares y la inversión de las empresas.

Un año después del comienzo de la guerra, el colchón de ahorro acumulado durante la pandemia está ya prácticamente agotado, el giro restrictivo de la política monetaria aún no ha tocado techo y la incertidumbre envuelve gran parte del futuro inmediato. Los últimos datos apuntan a que la economía española no entrará en recesión, aunque apenas crecerá un 1% en 2023; continuará la creación de empleo, pero más lentamente; y es muy probable que la inflación se relaje en primavera y en verano, cerrando el ejercicio con una media anual cercana al 4,5%.

La pandemia y la guerra suponen un antes y un después en el devenir de la economía europea tras la Gran Recesión. La excepcionalidad y la gravedad de ambos acontecimientos golpean en la línea de flotación de la globalización, acentúan la necesidad de dar pasos en la autonomía estratégica en materia energética, sanitaria y alimentaria, y sitúan los objetivos de seguridad por delante de los de eficiencia. En todo caso, respuestas como la de la UE con el Programa Next Generation o el compromiso de reforzar su capacidad en materia de defensa son un buen indicador de que Europa está comprendiendo el alcance los desafíos a los que se enfrenta en el futuro más inmediato.

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