La ajedrecista que juega el Mundial sin velo no volverá a Irán

El primer destino de Sara Khadem apunta a España, mientras la comunidad internacional denuncia falta de garantías en los juicios a activistas.

Sara Khademalsharieh
Sara Khademalsharieh
Reuters

Cuando concluya el Mundial de Ajedrez Rápido y Blitz de la FIDE, que se disputa en Almaty (Kazajistán), Sara Khadem no volverá a Irán. La mejor ajedrecista del país, de 25 años, ha competido sin hiyab en tierras kazajas y a partir de ahora podría fijar su residencia en España, donde tiene una vivienda, según confirman a este medio fuentes cercanas a la estrella del ajedrez. Jugar sin velo ha sido el gesto de solidaridad de Khadem con las protestas que vive la república islámica desde mediados de septiembre, cuando la joven Mahsa Amini murió en dependencias de la Policía de la moral en Teherán.

Un gesto que le va a costar el exilio para evitar las represalias tras su vuelta a casa, y que enfureció al régimen. "Khade participaba por su cuenta" en el torneo, declaró el jefe de la federación de ajedrez iraní, Hassan Tamini, citado por la agencia Fars. "No participó en esas competiciones a través de la federación, sino que fue de forma independiente e hizo esta acción", insistió.

Las primeras fotos de Khadem compitiendo sin hiyab recordaron el caso de la escaladora Elnaz Rekabi, que representó a su país en un campeonato sin cubrirse la cabeza. Desde su regreso a Teherán, donde fue recibida como una heroína en el aeropuerto, Rekabi permanece bajo arresto domiciliario.

Pena de muerte

Khadem, que está casada con el director iraní Ardeshir Ahmadi con quien tiene un bebé, no correrá la misma suerte que Rekabi y sigue los pasos de otros grandes campeones del ajedrez iraní que, por diferentes motivos, han tenido que buscar refugio en el exterior como Alireza Firouzja, Atousa Pourkashian o Shohreh Bayat. Aunque el fútbol es el deporte que se lleva más titulares, en el caso de la república islámica son los ajedrecistas quienes desafían al régimen desde hace años ya que, según Bayat, actualmente refugiada en Reino Unido, "es un deporte de cerebro y quien usa el cerebro no puede seguir las órdenes de los ayatolás".

Las protestas viven su cuarto mes y tras las dos primeras ejecuciones desde organismos internacionales como Amnistía Internacional (AI) denuncian el uso sistemático de juicios rápidos carentes de garantías para los detenidos. El caso más mediático es del futbolista Nasr Azadani, de 26 años, pendiente de que se confirme su castigo a morir en la horca bajo la acusación de haber participado en la muerte de tres agentes de seguridad durante unos disturbios en Isfahán, en el centro del país.

Pese a la falta de liderazgo, las movilizaciones se mantienen en las principales ciudades del país y decisiones como la de Khadem sirven para internacionalizar la denuncia de la norma que obliga a las mujeres de Irán a cubrirse.

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