Occidente vive el síndrome de la guerra nuclear tras el desastre ruso en el Donbás

Los descalabros en el frente y la presión interna y externa sobre Putin generan incertidumbre en una sociedad, en la que desde EE. UU. hasta el Papa han pedido que se frene la "espiral" atómica.

Un tanque ruso quemado en una carretera ucraniana UKRAINE RUSSIA CONFLICT
Un tanque ruso quemado en una carretera ucraniana UKRAINE RUSSIA CONFLICT
OLEG PETRASYUK

La incertidumbre sobre los siguientes pasos del presidente Vladímir Putin, tras el nuevo desastre militar en el frente del Donbás, mantienen en vilo a la comunidad internacional, especialmente después de que un colaborador central del Kremlin en esta guerra, el líder checheno Kadirov, haya solicitado el uso de "armas nucleares de baja intensidad" para cambiar el curso de la batalla. Algunos blogueros ultranacionalistas favorables a la invasión también han publicado artículos en el mismo sentido. Occidente, mientras tanto, tiene cada vez más claro que una escalada de este nivel abriría la puerta a la Tercera Guerra Mundial.

Estados Unidos, a través de distintos miembros de la Casa Blanca, ya ha hecho saber a Moscú las duras consecuencias que tendría hacer caso a las voces que piden una miniofensiva atómica. Putin se sabe también más solo cada día. Al rechazo mayoritario internacional a la anexión de Lugansk, Donetsk, Zaporiyia y Jersón, se ha unido este domingo el de los líderes de la República Checa, Estonia, Letonia, Lituania, Macedonia del Norte, Montenegro, Polonia, Rumania y Eslovaquia, que en un comunicado consideran las acciones de Rusia como una "violación flagrante del derecho internacional". Incluso el Papa, de una manera excepcional en sus misas dominicales, ha apelado directamente al presidente ruso para que "detenga esta espiral de violencia y muerte» por el bien de la humanidad y de los rusos. Francisco cree que ha aumentado «el riesgo de una escalada nuclear" y tampoco ha querido dejar fuera de su discurso al presidente de Ucrania, Volódimir Zelenski, a quien ha emplazado a "estar abierto a propuestas serias de paz".

Precisamente, la ausencia de voluntad de Putin y Zelenski para negociar el final de la guerra, salvo que la parte contraria asuma condiciones que ellos mismos consideran inadmisibles, unido a los acontecimientos de este fin de semana, las anexiones y la continuidad de los descalabros de Rusia en el frente, son síntomas para algunos expertos militares de una fuerte subida de temperatura que únicamente puede conducir a escenarios peores. Porque si en algo parecen coincidir los gobiernos occidentales es que el mundo vive un momento de tensión atómicoparecido o incluso superior al de la crisis de los misiles en Cuba de 1962.

Arma táctica pequeña

Sin embargo, otros analistas ven difícil que el Kremlin pueda llevar a cabo un ataque nuclear sin que Estados Unidos fuera consciente de ello, incluso si usara un arma táctica pequeña, como los famosos misiles balísticos Iskander. Los preparativos son tan evidentes que resultaría casi imposible que pasasen inadvertidos ante los sistemas de vigilancia y contravigilancia dispuestos por las dos potencias.

La OTAN ha alertado a sus aliados de la movilización del submarino nuclear ruso K-329 Belgorod, que ahora mismo estaría navegando por aguas del Ártico. Así lo ha informado este domingo el diario italiano 'La Repubblica', que advierte que el buque equipa el proyectil Poseidón, también conocido como el arma del Apocalipsis, un supoertorpedo nuclear capaz de desplazarse hasta 10.000 kilómetros bajo el agua una vez disparado. Pese a su espectacular presentación como el arma definitiva, los expertos nucleares sostienen que los misiles intercontinentales almacenados desde hace décadas por Rusia pueden conseguir una devastación parecida.

Mientras Occidente escruta Moscú, Zelenski festejó este domingo la operación militar de desalojo de Liman. En su discurso matinal a la población, el presidente ucraniano ha dicho que la ciudad y su entorno se encuentran "completamente liberados". Anoche anunció también que en esta semana entrante "ondearán nuevas banderas ucranianas sobre el Donbás", convencido de que las tropas seguirán haciendo retroceder a los invasores.

Poco ha durado en el Kremlin la alegría por la anexión de las regiones ocupadas de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia. El Ejército ucraniano entró a primeras horas de la tarde de este sábado en Liman, una localidad perteneciente al óblast de Donetsk y lindante con Lugansk que contiene un gran valor militar debido a su condición de nudo de comunicaciones y a su ubicación estratégica dentro del Donbás invadido. La reconquista se produjo menos de veintiséis horas después de que el presidente Vladímir Putin firmase en una ceremonia solemne en el Kremlin los decretos de adhesión de las cuatro regiones de Ucrania para formalizar su regreso a la "patria histórica". La absorción ha sido ratificada este domingo por el Tribunal Constitucional ruso y entre este lunes y el martes serán aprobada por las dos cámaras parlamentarias. Una vez hecho, los ucranianos que viven en estos territorios pasarán a convertirse en ciudadanos rusos.

La recuperación militar de Liman se produjo de la manera más bochornosa posible para Moscú en estos momentos de euforia. Los ucranianos lograron cercar a unos 5.000 soldados rusos y rebeldes separatistas acantonados en la ciudad en poco más de una madrugada. Este sábado por la mañana les pusieron incluso unas grabaciones donde una voz femenina les instaba a rendirse por los altavoces.

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