Muere Mijail Gorbachov, el último líder soviético

"Murió después de una enfermedad grave y prolongada", señaló el Hospital Central Clínico de Moscú en un comunicado.

Mijail Gorvachov, en 2008 en su visita al pabellón de Rusia en la Expo Zaragoza 2008.
Mijail Gorvachov, en 2008 en su visita al pabellón de Rusia en la Expo Zaragoza 2008.
Heraldo

El antiguo secretario general del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), último presidente de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), Mijaíl Gorbachov, falleció ayer en Moscú a la edad de 91 años. «Mijaíl Serguéyevich Gorbachov murió esta noche después de una enfermedad grave y prolongada», reza el comunicado difundido por el Hospital Central Clínico de la capital rusa, en donde se encontraba internado desde el comienzo de la pandemia.

Gorbachov dirigió la Unión Soviética entre 1985 y 1991 como secretario general del Comité Central del PCUS y después como presidente soviético.

Lanzó la llamada perestroika en 1985 en un intento baldío de reformar el sistema de poder soviético y su economía. Pero tuvo que dimitir, el 25 de diciembre de 1991, una vez se firmaron los Acuerdos de Belovézhskaya, que supusieron la desintegración de la URSS y su desaparición como Estado.

Nació en lo que hoy día es el territorio de Stávropol el 2 de marzo de 1931. Se licenció en Derecho en la Universidad Estatal Lomonósov de Moscú (MGU), en donde conoció a la que sería su esposa, Raísa Maxímovna. Ingresó en el Komsomol, las juventudes comunistas, y, en 1971, fue elegido miembro del Comité Central del PCUS. Llegaría a desempeñar la máxima responsabilidad dentro del partido en marzo de 1985.

Junto con las reformas, avanzó hacia un acercamiento a Occidente para poner fin a la Guerra Fría y tratar de poner fin al peligro de guerra nuclear. Gracias a él se firmaron los primeros acuerdos de desarme con Estados Unidos. En febrero de 1990, Gorbachov fue elegido presidente de la URSS, convirtiéndose en la primera y última persona en ocupar tal responsabilidad.

Fue el último líder de la Unión Soviética y una de las grandes figuras políticas del siglo XX

En agosto de 1991, sufrió un intento de derrocamiento por parte de un grupo de dirigentes contrarios a las reformas que se erigió en el Comité Estatal para el Estado de Emergencia. Aunque el golpe fracasó, le debilitó hasta el punto de que le fue imposible evitar la desintegración de la Unión Soviética pocos meses después. El objetivo del levantamiento era frustrar la firma del Tratado de la Unión, un intento de mantener el país unido mediante la transformación de sus estructuras, su democratización, descentralización e incluso revocación del modelo socialista.

Se debía haber suscrito por las distintas repúblicas a partir del 20 de agosto. Su negociación había sido extremadamente difícil y prolongada. Así que, una vez encarcelados los golpistas, un Gorbachov muy debilitado volvió sobre la idea del Tratado de la Unión y la relanzó aquel 2 de septiembre de 1991 en el Congreso de los Diputados Populares de la URSS.

Proyecto fracasado

La situación aconsejaba introducir modificaciones y el nuevo proyecto iba aún más lejos que el texto consensuado anteriormente. Lo apoyaron diez repúblicas (todas salvo Letonia, Lituania, Estonia, Georgia y Moldavia). La URSS desaparecería, pero se pretendía al menos conservar un espacio económico común y un Ejército único. Gorbachov buscaba además jugar un papel al frente del nuevo conglomerado. Pero no pudo ser. Aunque el presidente ruso, Borís Yeltsin, se presentó desde el principio como uno de los impulsores del nuevo Tratado de la Unión, lo cierto es que terminó torpedeándolo. Contó para ello con la ayuda de Ucrania y Bielorrusia.

Los dirigentes de las tres repúblicas eslavas se reunieron el 8 de diciembre de 1991 en el palacete de Viskuli, junto a la frontera con Polonia, y, además de dar por disuelta la URSS, afirmaron que el Tratado de la Unión estaba muerto. No habría ni siquiera una confederación de Estados soberanos. Gorbachov, desprovisto ya de país en donde mandar, anunció su renuncia medio mes después.

Gorbachov llegó al poder con la misión imposible de «humanizar» el socialismo real y hacerlo más eficaz. También con el objetivo de conseguir una economía más próspera, una sociedad algo más democrática y de poner fin a la peligrosa confrontación con Occidente. La Guerra Fría y la carrera de armamentos eran, no solo una seria amenaza para la seguridad mundial, sino también una auténtica losa para la economía soviética.

Tras dejar la política, creó y dirigió la Fundación Gorbachov, que estudia los problemas de la historia rusa y mundial. En 1990 recibió el Premio Nobel de la Paz y en 1996 se presentó como candidato a la presidencia rusa, obteniendo tan solo el 0,51% de los votos. Gorbachov criticó ocasionalmente la política del presidente Vladímir Putin. Su esposa, Raísa, falleció el 20 de septiembre de 1999. La pareja tuvo una única hija, Irina. El último líder soviético será enterrado en el cementerio Novodiévichi de Moscú, en el mismo sitio donde yace su cónyuge.

Varios diputados rusos expresaron sus condolencias por la muerte de Gorbachov, al que describieron como un político brillante y personalidad contradictoria. «Gorbachov fue sin duda el político más brillante de su época. Pero para todos los nacidos en la Unión Soviética sigue siendo una figura histórica compleja y controvertida», dijo el líder del Partido Liberal Demócrata, Leonid Slutski, en su cuenta de Telegram. Slutski lamentó el fallecimiento de Gorbachov, pero destacó que también lamenta que los procesos de desintegración del imperio soviético comenzaran precisamente con la perestroika.

Para el diputado comunista Nikolái Kolomeitsev, Gorbachov fue un «traidor».

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