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Mohammad Shabir, periodista afgano refugiado: "Si no se frena a los talibanes, no habrá seguridad en ningún país"

Reside en Zaragoza desde el pasado mes de mayo, tras huir de Kabul, donde su rostro es uno de los fichados por el régimen talibán.

Mohammad Shabir Ahmadi, periodista e investigado, reside en Zaragoza desde el pasado mes de mayo.
Mohammad Shabir Ahmadi, periodista e investigador, en la redacción de Heraldo.
José Miguel Marco

Mohammad Shabir Ahmadi cumplió los 30 años en territorio oscense, en la localidad de Monflorite, porque tenía la certeza de que en su ciudad natal no lo hubiera hecho. A esa edad, este joven de Kabul arrastra un profundo desarraigo y una ristra de preocupaciones: la guerra, el miedo, la muerte, el exilio. En el último año ha sido apuñalado y ha enterrado a compañeros de trabajo y amigos. Su delito: ser periodista. Cumplido el año de la toma definitiva de Afganistán por los talibanes, con la mirada internacional puesta sobre Rusia y Ucrania, Shabir lanza una pregunta al aire: ¿quién se acuerda de ellos?

Su historia es la de una de tantas familias afganas que tuvieron que huir de su casa y subirse a un avión con lo puesto hace un año. La de los que consiguieron una visa para viajar a alguno de los países de occidente que entreabrieron sus puertas: EE. UU., Francia, Canadá, España… Hace un año fueron en torno a 2.500 los que consiguieron llegar. Hace apenas unos días, 300 más desembarcaban en Madrid, de los cuales 25 tienen como destino Aragón. Hoy, Shabir vive en Zaragoza junto a su familia, y trata de hacerse un hueco mientras estudia español, busca trabajo y ayuda al colectivo a través de su cargo como vicepresidente de la Asociación de Afganos de Aragón.

De los once miembros de su familia, diez consiguieron salir del país hace un año. “Aunque normalmente el plazo de espera entre la petición y la concesión de solicitudes puede llegar a ser de dos años, el Gobierno español gestionó la nuestra con mucha rapidez”, señala Shabir. Cuenta que todos ellos tienen un perfil laboral que los talibanes no aceptan y, por lo tanto, no tenían opciones de seguir si se quedaban. “Mi madre es fiscal, mi hermano ingeniero hidráulico, una de mis hermanas farmacéutica, la otra artista, mi cuñada es dentista y mi mujer, matrona”. Su padre, también periodista, tuvo que esperar más tiempo para salir de la capital. Finalmente logró huir a través de Irán.

No es un caso habitual que casi la familia al completo haya podido salir, y por eso se siente profundamente afortunado: “España es el único país que ha dejado salir a familias enteras como la mía, otros me ofrecían la evacuación exclusivamente a mí y a mi mujer”, asegura. “Si no hubiéramos podido salir todos, me habría quedado. No podía dejar allí a mis hermanos y a mis padres”.

“España es el único país que ha dejado salir a familias enteras como la mía”

Allí dejaron toda su vida. “El 25 de agosto recibí un correo electrónico que decía que debíamos estar a las 15.00 en el aeropuerto. No pudimos coger nada antes de volar. Ni ropa, ni tarjetas, ni nuestros objetos de valor. Vinimos con lo puesto, pero sabíamos que la situación era esa. Teníamos que escapar”, recuerda Shabir. Entre las pérdidas, guarda un recuerdo especial para un bien muy querido: su biblioteca de libros, entre los que destaca uno de poemas propio; textos fruto de la inspiración, que no memorizó y no puede reescribir.

Condenado por ser periodista

Cree que, hasta la fecha, es el único periodista refugiado afgano en España, junto a su padre y otra compañera a la que ubica en el norte del país. “Yo era redactor jefe en la cadena Tolo News. Un mes antes de lograr la visa para viajar a España, a pocos días de mi boda, fui acuchillado por dos hombres durante la noche. Me dijeron que mi baja duraría dos meses, pero con la llegada de los talibanes la situación empeoró. Antes de la toma de Kabul, a pesar del dolor, regresé a la oficina. No podía esperar, tenía que ayudar a mis compañeros”, recuerda.

“Pocos días antes de mi boda, fui acuchillado por dos hombres durante la noche”

Shabir llevaba cinco años en la cadena cuando lo apuñalaron. Había dejado otra cadena afgana, One TV, para comenzar su andadura en Tolo News a principios de 2016. Debía empezar en la nueva redacción el 20 de enero, pero un atentado truncó su primer día de trabajo. “Una bomba suicida talibán hizo estallar un minibús de la cadena. Siete personas fueron asesinadas y 18 resultaron heridas. Era la primera vez que los talibanes asesinaban directamente periodistas”, indica. “Fue horrible. Lo llamamos el miércoles negro. Pero seguimos trabajando por la esperanza y el futuro de Afganistán”. Dos años más tarde, Shabir perdió a sus dos mejores amigos en otro ataque suicida organizado por ISIS. El periodista Samim Faramarz y el cámara Ramez Ahmadi. Un mes antes de ser asesinado, Samim escribía las siguientes líneas en su cuenta de Instagram, junto a la foto de los restos de un escritorio tras un atentado en un instituto en Kabul: “En una era de pasividad, realidad falsa y violencia sin sentido, ¿qué es lo que realmente debemos admirar? ¿A los líderes corruptos que nos están arrastrando a más conflictos mientras se llenan los bolsillos? ¿Al dios en disputa que está viendo cómo el mundo entero se destruye en vano? ¿O el sistema democrático altamente sobrevalorado que ya se está desmoronando? A partir de ahora lo que sabemos con certeza es que la lucha y la guerra duraderas en nuestra pequeña parte del mundo son una consecuencia directa de las luchas por el poder y la codicia. Lo que no sabemos es cuánto más va a durar ni hacia dónde nos lleva. Tampoco sabemos claramente quiénes son los héroes y quiénes los villanos. O tal vez no hay héroes y villanos y todo es un negocio”.

Restos de un escritorio tras la explosión de una bomba que mató a cerca de 60 estudiantes en un instituto en Dashte Barchi (Kabul) el 15 de agosto de 2021.
Restos de un escritorio tras la explosión de una bomba que mató a cerca de 60 estudiantes en un instituto en Dashte Barchi (Kabul) el 15 de agosto de 2021.
Samim Faramarz

A pesar de las pérdidas, Shabir cuenta que tuvieron que aceptar la realidad y seguir trabajando. “No pensábamos que fuese a llegar el día en el que ellos llegarían y nos lo quitarían todo”, lamenta. Para entonces él ya había tenido la oportunidad de salir del país en varias ocasiones: había sido invitado a varias conferencias y programas y podía optar a un visado, pero siempre había rechazado la idea. No fue hasta la toma de Kabul cuando aceptó que “quedarse significaba correr un gran peligro”.

“Muchos periodistas consiguieron salir a otros países como Estados Unidos, Canadá o Francia”, enumera Shabir, quien reitera haber sido muy afortunado: “Muchos tenían la misma visa que yo, pero los talibanes cerraron las fronteras unos días después y siguen en Kabul”, lamenta. Uno de ellos es Hasib, un excompañero de Shabir que fue gravemente herido en el atentado de 2016. “Sigue allí, no ha tenido la oportunidad de salir del país, pero debería hacerlo cuanto antes. Y como él hay muchos más. Siguen trabajando para Tolo News pero sin libertad”, asegura.

“Los periodistas ahora viven de noche. Si publicas algo en contra del régimen eres arrestado y torturado”

Lo sabe porque habla con ellos diariamente. “Ahora viven de noche”, explica Shabir. “Si publicas algo en contra del régimen, un oficial va a buscarte y eres arrestado y torturado. Muchos periodistas han sido golpeados y torturados por los talibanes, he podido ver fotos”. Por otro lado, están aquellos -millones, según Shabir- que han pasado de tener una profesión estable a formar parte de la cola del paro. “Tienes que decidir entre seguir siendo lo que eras, a pesar de las represalias, y conseguir comida para poder mantener a tu familia. Para aquellas personas que tenían esperanza en el país -periodistas, activistas, mujeres, deportistas- ese lugar es ahora una prisión”. Por ello, Shabir califica este momento como “una de las eras más oscuras de Afganistán”.

“Si las niñas no pueden ir al colegio, todo el país pierde su futuro”

Su padre, que tardó más tiempo en abandonar Kabul, cuenta lo que ha visto: “No hay libertad, no hay comida, no hay dinero, no hay trabajo y, lo peor, no hay esperanza para el futuro. Los talibanes -cuenta- no quieren abrir las escuelas para las niñas. Si ellas no pueden ir al colegio, todo el país pierde su futuro”, afirma. Mientras tanto, el colapso económico empeora la situación de las pequeñas y multiplica los matrimonios infantiles forzados

Hace un año, en una entrevista a Efe, el fotoperiodista aragonés Gervasio Sánchez  resumía la situación de las mujeres así: "Afganistán no es una postal. Afganistán es una realidad brutal, donde debajo de cada burka hay una historia de vida que no se ha sabido contar". 

El futuro al que aspiraban no puede entenderse sin el pasado que ese país lleva a cuestas. “Más de quinientas mil personas murieron en Afganistán en la guerra contra el terrorismo de los Estados Unidos. Bajas de talibanes, fuerzas de seguridad y otros grupos terroristas, pero también de civiles. Perdimos a nuestros familiares en esos ataques, a nuestros colegas, amigos, compatriotas. No sabemos cómo ponerle fin”. Por eso, Shabir asegura que una de las cosas que más añora el pueblo afgano es la seguridad. “Porque no la ha tenido durante mucho tiempo”, argumenta. Y esa fue la promesa del régimen talibán antes de llegar al poder: control y seguridad. “Pero en estos meses ha habido varias explosiones que han acabado con la vida de muchos civiles”, añade Shabir.

"Un paraíso para terroristas"

La marcha de Estados Unidos no podía significar una tregua. Porque el problema que se cocina en tierras afganas un año después del dominio de Afganistán por los talibanes no se limita a las imposiciones del nuevo régimen. “Tras la firma del acuerdo entre Estados Unidos y los talibanes, Al Qaeda hizo un llamamiento a todos sus seguidores para que fueran a Afganistán”, advierte Shabir. “Ahora el ISIS está aprovechando la situación y atacando a los países de alrededor, como Tayikistán o Uzbekistán. Esto significa que mañana pueden atacar cualquier otro país, ampliando el radio de acción: Pakistán, Irán, China… Si no podemos convencer a los talibanes de encontrar otras fuerzas políticas en el Gobierno para formar una coalición nacional, la situación empeorará”, asegura.

“Nuestro querido país se ha convertido en un paraíso para los terroristas”

Y prosigue: “En Afganistán existen en torno a 25 grupos terroristas y muchos de sus miembros vienen de otros países, incluido Estados Unidos o Europa. Esos grupos están ahora muy activos y planean grandes ataques. Nuestro querido país, rico en recursos naturales y lleno de gente buena, se ha convertido en un paraíso para los terroristas. Y, si no se les frena, no habrá seguridad en ningún país, ni al este ni al oeste”, sentencia.

El papel de Europa y EE.UU.

A la pregunta de si cree que Europa y Estados Unidos podrían haber hecho más tiene una respuesta clara que dice ser compartida por la mayoría de los afganos. Por un lado, considera que Estados Unidos dejó “colgado” Afganistán frente a los talibanes. “Al menos podían habernos prevenido. No digo que los afganos no tengamos culpa, somos responsables de muchos problemas, no solo el Gobierno, todos los afganos. Somos los primeros responsables de nuestro país. Pero Estados Unidos tenía mucho poder y negoció con los talibanes. Los soldados afganos han sido entrenados durante los últimos 20 años bajo el liderazgo, los ideales y ayuda de los americanos, y estos cortaron la ayuda abruptamente sabiendo lo que iba a pasarle al ejército y a la gente”, opina. Por otra parte, considera que Europa “en temas de esta envergadura no tiene independencia política y apoya a Estados Unidos. Lo único que podría haber hecho Europa es ayudar a más gente a salir del país. Haber empezado meses o semanas antes, porque sabían lo que iba a pasar”, apostilla.

“Europa no tiene independencia política y apoya a Estados Unidos”

Por otro lado, Shabir señala que desde que estalló la guerra entre Rusia y Ucrania, es mucho más difícil para los afganos llegar a España. “Afganistán ha sido olvidado. Creo que nadie mejor que nosotros puede entender lo que están pasando ahora mismo los ucranianos. Sabemos lo que es estar en guerra, lo hemos sufrido durante 40 años. Sabemos lo que es ver ciudades destruidas, civiles bombardeados, mujeres, hombres y niños asesinados en la calle. Los entendemos, los apoyamos y queremos que se les ayude, pero no es una razón para olvidar a los afganos, reclama.

Volver a empezar

A pesar de todo, Shabir y su mujer, Diba Omari, piensan cada día en volver a su tierra, aunque no son muy optimistas al respecto: “No creo que podamos hacerlo en los próximos 10 años”, calcula Shabir.

“No creo que podamos volver a casa en los próximos 10 años”

Ahora están en la segunda fase de su condición de refugiados, en la que pueden tener más independencia y buscar un alquiler, estudiar el nuevo idioma, buscar trabajo, conocer sus derechos en el país… “Es duro y doloroso, es muy difícil vivir en un lugar con una lengua y cultura diferentes, pero estamos muy agradecidos por la acogida de la gente. Día tras día es un poco más fácil. Estoy seguro de que cuando consigamos un trabajo la situación mejorará”, opina. “Tenemos que tomar la oportunidad y tratar de sacarle provecho, si no, estaremos tristes siempre. Tenemos que esforzarnos por un futuro mejor”.

Ese futuro de esperanza se ha materializado en un pequeño que acaba de llegar al mundo: su primer hijo, Mohammad Subhan. Sano, rodeado de sus seres queridos y libre.

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