"En la actualidad vivimos una nueva Guerra Fría versión 2.0"

El historiador Pere Cardona, autor del ensayo 'Osos, átomos y espías', cree que el enfrentamiento actual con Rusia nada tiene que ver con factores como la lucha por los recursos naturales o la supremacía económica.

Unos niños de San Petersburgo frente a una bandera nacional en el Día de Rusia.
Unos niños de San Petersburgo frente a una bandera nacional en el Día de Rusia.
ANTON VAGANOV/Reuters

El historiador Pere Cardona, autor del ensayo 'Osos, átomos y espías', cree que el enfrentamiento actual con Rusia nada tiene que ver con la Guerra Fría tradicional, sino con otros factores como la lucha por los recursos naturales o la supremacía económica, que la convierten en "una nueva Guerra Fría, versión 2.0".

Cardona señala que la Guerra Fría no deja de ser una representación de algo que convive con el ser humano desde que habitó las cavernas: "el ansia de poder y su voluntad de someter al semejante".

El enfrentamiento actual que se plasma en la guerra en Ucrania se aleja del "período comprendido entre la finalización de la Segunda Guerra Mundial y la caída del Muro de Berlín, que contuvo un fuerte componente ideológico protagonizado por dos bloques antagónicos: occidental contra oriental, sistema capitalista frente al comunista".

Tampoco, añade, existe "el omnipresente elemento cultural inherente a la Guerra Fría clásica", y recuerda que la geopolítica contemporánea ha incorporado nuevos actores como la Unión Europea e incluso ha desplazado el centro de atención hacia otros existentes como China.

En cuanto a la situación derivada de la guerra en Ucrania, "un análisis de la justificación aportada por Putin para iniciar la invasión muestra un fuerte componente nacionalista más propio de la época zarista que de la Guerra Fría. Su preocupación frente a una hipotética expansión de la OTAN o la pretendida 'desnazificación' de Ucrania, son todo un clásico".

En 'Osos, átomos y espías' (Principal de los Libros) el historiador rescata testimonios poco conocidos de lo que denomina la "intrahistoria", personas anónimas que protagonizaron o contemplaron algunos de los hechos más relevantes de la Guerra Fría.

Espionaje

Uno de esos ejemplos que Cardona explica por primera vez para el lector español es el del matrimonio Rosenberg, una pareja de militantes comunistas acusados de haber aportado información fundamental que permitió a la Unión Soviética detonar su primera bomba atómica en agosto de 1949, cuatro años antes de lo esperado, según los servicios secretos de EEUU.

"Aunque Julius, el marido, perteneció a los servicios secretos del Kremlin, su mujer, Ethel, no era integrante y por eso la estrategia del FBI pasó por inculparla como medio de presión para que Julius confesase un delito que no cometió. Está probado que Julius compartió un burdo esquema de la bomba atómica, un bosquejo que, dada su simplicidad, careció de valor para los científicos soviéticos".

Con el tiempo, Aleksander Feliksov, su controlador dentro del KGB, definió la entrega como "un garabato infantil carente de sentido", pero Estados Unidos necesitaba una cabeza de turco y, durante el juicio, diversos testigos dirigidos por el FBI inculparon a Ethel a cambio de obtener beneficios en su condena.

Con la desclasificación del material relativo al caso ha aflorado "el sucio papel jugado por la administración estadounidense durante el juicio; y el testimonio de Robert Meerepol, uno de los hijos del matrimonio Rosenberg, no solo aporta luz y documentación, sino que nos acerca al drama que vivieron tanto él como su hermano Michael tras la ejecución de sus padres en la silla eléctrica, cuando tenían 6 y 10 años de edad.

La serie televisiva 'The Americans' mostró la realidad de matrimonios soviéticos infiltrados en la sociedad norteamericana que actuaban bajo tapaderas legales, un método que, según Cardona, los norteamericanos utilizaron en menor medida, por la enorme dificultad que tenía EEUU para infiltrar agentes en la URSS.

"Los norteamericanos debieron confiar el espionaje en territorio soviético a ingenios tecnológicos como los aviones espía U2, mientras los soviéticos entraron hasta la cocina", subraya.

El matrimonio Morris y Eva Childs, antiguos miembros del Partido Comunista de los Estados Unidos, realizó trabajos de espionaje para el FBI en Moscú a lo largo de dos décadas.

En esta historia de espías, Cardona se ocupa también de dos españoles, Alejandra Suárez y Gustavo Peñalver, una agente doble y el otro, curiosamente refractario a ingresar en la Stasi pese a residir en Berlín durante veinte años.

"Peñalver es un pintor de fama mundial que, durante los años 70 y 80 residió en Berlín occidental y su testimonio nos acerca a la vida cotidiana y las constantes interferencias causadas por los servicios secretos de la Alemania Oriental en su intento por captar activos para su organización, pues el artista, por su trabajo, cruzaba de forma regular la frontera, pero por desgracia para ellos, rehuyó todos los intentos por captarlo".

Cardona rescata del olvido la historia de Alejandra Suárez, hija del famoso Trigon, un agente doble CIA-KGB destinado en la embajada soviética de Bogotá, que pone de relieve el papel de los espías estadounidenses destinados en Moscú.

En la actualidad, Cardona trabaja en un nuevo libro junto a Manuel P. Villatoro con el que ambos regresarán a la Segunda Guerra Mundial, y además está colaborando en el corto "Point Jordan", del director Pol Miró, ambientado en Normandía, sobre los jóvenes que dejaron sus vidas en las playas del desembarco y que se estrenará este otoño.

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