Ucrania arrasa la base secreta de Wagner, la compañía de mercenarios rusos

Una indiscreción en Telegram sobre la localización de este cuartel permitió bombardear la sede de los soldados de fortuna.

Una imagen del conflicto en la región de Luhansk.
Una imagen del conflicto en la región de Luhansk.
Reuters

El ejército ucraniano consiguió hoy un gran éxito propagandístico al destruir la base de los mercenarios de la compañía Wagner en la localidad de Popansa, en Luhansk. Según los datos que se han difundido hasta el momento, el cuartel general de estos soldados de fortuna fue alcanzado por misiles de precisión norteamericanos -el sistema Himars- que ahora forman parte del arsenal del país invadido.

La presencia de las tropas de Wagner en Ucrania es uno de los secretos peor guardados de la invasión de Ucrania. Como otros ejércitos privados, Rusia está utilizando estas tropas a sueldo para aquellas misiones en las que no quiere poner en riesgo a soldados regulares y necesita llevar a cabo operaciones de alto riesgo. Por ello, los 'wagneritas' se han destacado en batallas decisivas como las tomas de Azov o Mariupol. El hecho de que se emplee a tropas privadas -en muchos casos se trata de exconvictos-les permite además actuar al margen de las normas de la guerra, por lo que estos militares están siendo acusados de crímenes de todo tipo, desde violaciones a asesinatos de civiles.

La banda de mercenarios, dada la polémica que rodea a sus intervenciones, no suele aparecer en las informaciones oficiales sobre el avance de la guerra e incluso se ha negado su participación en la invasión. Sin embargo, el pasado 8 de agosto, el corresponsal de guerra ruso Sergey Sereda divulgó en su canal de Telegram que había visitado la base de Wagner. "Llegué a Popansa y paré en los cuarteles de Wagner. Me trataron como a un miembro de su familia y me contaron bastantes historias divertidas", escribió. Este comentario fue suficiente para que los servicios de inteligencia ucranianos comenzaran a rastrear datos sobre ese cuartel general, cuya localización era un secreto hasta esa fecha.

En la madrugada del domingo al lunes, la base de Wagner fue alcanzado por misiles Himars, un sistema de ataque de precisión con el que Estados Unidos ha abastecido al Ejército ucraniano. Estos cohetes tienen un alcance de entre 180 y 300 kilómetros y están considerados uno de los sistemas de armas de mayor precisión fabricados hasta el momento en el mundo. En las imágenes del cuartel que se han mostrado en las últimas horas se aprecia como milicianos intentan sacar de los escombros a los mercenarios heridos. También se puede ver armamento destruido por las deflagraciones. El número de bajas se desconoce.

La compañía Wagner es propiedad, según los disidentes rusos, de Yevgeni Priogzhin, un expresidiario que era propietario del restaurante favorito del presidente Putin en San Petersburgo. Priogzhin, de la mano del primer mandatario ruso, fue escalando puestos en el mundo de los negocios hasta convertirse en un empresario de éxito. Entre las actividades oscuras que se le atribuyen se encuentra la organización de la compañía Wagner y la creación de la infraestructura digital desde la que se han realizado campañas de desestabilización en Occidente mediante la difusión de noticias falsas en internet.

Acusado de castración

El grupo Wagner -que toma su nombre del apodo que utilizaba uno de sus fundadores, el miembro de las fuerzas especiales rusas Dimitri Utlin- ha sido detectado en conflictos como el de Siria o Libia, así como en la rebelión prorrusa del Donbass auspiciada por Moscú en 2014. En 2018, este ejército privado protagonizó uno de sus episodios más oscuros cuando atacaron la ciudad siria de Deir Ezzor, un lugar en el que estaban desplegadas las tropas estadounidenses que se enfrentaban al Estado Islámico (Isis).

La indiscreción en Telegram que ha permitido destruir el cuartel de estos militares no es la única que se ha descubierto en las últimas horas. El consorcio de periodismo de investigación Bellingcat publicó hoy una información sobre la identificación de un soldado que actuaba con las tropas chechenas en Luhansk y que es el presunto responsable de la castración de un prisionero ucraniano y su posterior asesinato.

Los investigadores consiguieron localizar al presunto torturador por un sombrero de cowboy que llevaba en las imágenes y pudieron incluso llamarle por teléfono. El implicado negó los hechos que se le imputaban y aseguró que las imágenes de torturas correspondían a un ajuste de cuentas entre ucranianos. Este versión ha sido puesta en duda por los expertos de Bellingcat.

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