Así es el gasoducto español que podría aliviar la dependencia europea de Rusia

El canciller, Olaf Scholz, propone impulsar la construcción de una nueva vía para el gas desde España y Portugal hacia los países de Europa central.

El Midcat ha costado hasta la fecha 440 millones de euros
El Midcat ha costado hasta la fecha 440 millones de euros
Heraldo.es

Cuando Olaf Scholz puso ayer sobre la mesa la necesidad de reforzar la conexión gasística de la península ibérica con Europa todas las miradas se dirigieron a Hostalric (Gerona). Ahí termina el gasoducto Midcat, proyecto que ha costado hasta la fecha 440 millones de euros y que permitiría duplicar la capacidad de España de bombear gas Pirineos arriba. 

 

Está paralizado desde 2019, cuando los reguladores español y francés decidieron detenerlo en contra del criterio de su homólogo portugués. La razón esgrimida fue el elevado coste y la creencia de que el gas era una fuente de energía en declive, en favor de las renovables. Sin embargo, desde el estallido de la guerra, España y Francia han intensificado contactos para retomar el estratégico proyecto. Madrid quiere que la UE ayude a financiar la construcción de los 226 kilómetros que faltan entre Hostalric y la localidad francesa de Barbaira.

"En el primer año de la carrera de Económicas se aprende que ninguna estrategia de importación y exportación puede ser exitosa si todos los huevos se ponen en un mismo cesto". El canciller alemán, el socialdemócrata Olaf Scholz, lanzó este dardo envenenado a su predecesora en el cargo, Angela Merkel, por apostar durante sus 16 años al frente del país por Rusia como principal suministrador de gas. No es un problema exclusivo alemán. A principios de año, Moscú producía el 40% del gas que consumía la Unión Europea, lo que en el contexto de la guerra en Ucrania se ha convertido en una poderosa arma en manos del Kremlin para presionar a Occidente.

Para revertir la situación, Scholz propone impulsar la construcción de un nuevo gasoducto desde España y Portugal hacia los países de Europa central. De hecho, si se hubiesen reforzado antes las conexiones con la península, apuntó el mandatario germano, habría sido "una contribución masiva para aliviar y aligerar la situación" actual.

 

La iniciativa fue muy bien recibida en Madrid. "Valoramos positivamente el mensaje del canciller", se felicitó la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera. "España ha mostrado siempre su disponibilidad y reivindicado una mayor interconexión", apostilló. Scholz anunció que se reunirá con los líderes de España, Portugal y Francia, así como con la presidenta de la Comisión europea, Ursula Von der Leyen, para abordar el proyecto citado.

España y Portugal cuentan con siete plantas de regasificación, más que nadie en Europa. Para hacerse una idea, Italia apenas cuenta con tres y Alemania ninguna. Las autoridades germanas están construyendo tres plantas marinas en el Mar del Norte, pero no estarán acabadas hasta mediados de 2023. Muy tarde.

La situación estratégica de España y Portugal les permitiría importar gas licuado de países como Estados Unidos –que ya se ha convertido en el principal suministrador de gas para cubrir las necesidades españolas, por delante de Argelia–, Nigeria, Catar... a fin de reconvertirlo luego en gaseoso y bombearlo Pirineos arriba. España también podría enviar parte del gas que recibe de Argelia a través del gasoducto Medgaz, que llega a Almería. Hasta febrero también llegaba a través de un segundo conducto, el Magreb Europa, que atravesaba previamente Marruecos y cruzaba el estrecho de Gibraltar, pero las tensiones entre Argel y Rabat llevaron al Gobierno argelino a clausurar este conducto.

‘Isla energética’

¿Cuál es el problema entonces? Que, si bien la península ibérica es un actor privilegiado para recibir gas, lo cierto es que apenas tiene capacidad para enviarlo a Europa. ¿Por qué? Básicamente porque no hay conexión. Es una ‘isla energética’. Actualmente solo hay dos gasoductos que atraviesen la frontera con Francia. Uno está en Irún y el otro en el Pirineo navarro. Y entre los dos apenas pueden bombear 8.000 millones de metros cúbicos al año.

La cuestión no es baladí. Alemania recibía a principios de año el 55% del gas que consumía de Rusia (ahora lo ha rebajado al 26%), a través del gigantesco gasoducto submarino Nordstream 1, con capacidad para transportar hasta 55.000 millones de metros cúbicos anuales. El problema es que ahora ese gasoducto funciona al 20% de su capacidad. Moscú alega problemas técnicos para ello, pero Berlín denuncia un chantaje. La segunda parte de ese proyecto, el Nordstream 2, quedó paralizado por la presión de sus aliados occidentales, especialmente Estados Unidos, que veían con recelo que Alemania aumentase aún más su dependencia de Rusia.

En cualquier caso, la delicada situación ha llevado a Alemania -y al resto de países con alta dependencia de Moscú- a buscar alternativas. Por ejemplo, ha reabierto minas de carbón y se plantea retrasar el cierre de sus plantas nucleares. Pero hay otra posibilidad: sustituir el gas ruso por otro de distinta procedencia. Y ahí entraría el papel clave de la península ibérica.

Por otro lado, Scholz apeló este jueves de nuevo a la "solidaridad europea en tiempos de dificultad". Una petición que no es nueva. Alemania fue la principal promotora del plan de ahorro energético impulsado por Bruselas para que los Veintisiete rebajaran en un 15% su consumo de gas, independientemente de su dependencia de Moscú. La propuesta se encontró la oposición frontal de varios países, entre ellos España y Portugal, que lograron finalmente que se adaptase a la realidad de cada país. España se ha fijado como objetivo rebajar su consumo en un 7%.

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