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El fin de las maniobras de China da paso a un nuevo militarismo en la región

Marca así el principio de una hostilidad más militar y explícita en el estrecho de Formosa.

Taiwan Air Force aircraft lands at Hsinchu Air Base
Un avión de la Fuerza Aérea de Taiwán aterriza en la base aérea de Hsinchu.
ANN WANG

La brisa mece las copas de los árboles y las cigarras estridulan, pero se impone un rugido mecánico intermitente. El estruendo no procede de la naturaleza agreste que rodea Houlincun, "el pueblo delante del bosque", sino del emplazamiento oculto tras el vallado y protegido por soldados del Ejército Popular de Liberación: la base aérea de Longtian.

Desde aquí, aviones de combate han despegado estos días para participar en unas maniobras militares sin precedentes, con las que China pretende amedrentar a Taiwán por recibir a Nancy Pelosi. La visita de la portavoz del Congreso de EE UU, la más importante en un cuarto de siglo, ha sacudido un conflicto destinado, a corto, medio o largo plazo pero en apariencia sin remedio, a una conclusión por las armas.

"Sí, los he escuchado", contesta el obrero encargado de aprovechar las vacaciones escolares para restaurar el colegio. En la pared sonríen alineados los rostros de ciudadanos modélicos como el joven recluta Lei Feng, mitad hombre mitad propaganda. Interferencias trocean la señal de los teléfonos móviles, pitidos que evidencian la seguridad de la zona. Un vecino saluda al forastero imponiendo la obligación de obtener el permiso del responsable local del Partido Comunista.

Imágenes captadas por la empresa de observación satelital 'Planet Labs' prueban que, desde el 2021, China ha comenzado a expandir la capacidad de Longtian y otras bases próximas al estrecho de Formosa. Los cazas acuartelados en estos hangares tardarían menos de siete minutos en alcanzar la isla. Pero su misión no ha supuesto más que un espectáculo intimidatorio.

Durante los ejercicios concluidos este domingo, las fuerzas armadas han desplegado efectivos aéreos y navales en seis posiciones alrededor de Taiwán, poniendo en práctica en cuatro días el bloqueo que precedería a una hipotética invasión, la cual requeriría el mayor asalto anfibio de la historia. China también ha disparado al menos once misiles balísticos Dongfeng, los cuales por primera vez han sobrevolado la isla antes de caer al norte, este y sur de sus costas.

"La cuestión más sensible"

El régimen considera a Taiwán una provincia rebelde a la que nunca ha renunciado a someter por la fuerza; ambición que enfrenta el compromiso de EE UU de acudir en su auxilio, reiterado el miércoles por Pelosi. "No os abandonaremos", proclamó ante la presidenta Tsai Ing-wen. Por ende, el territorio representa también -en palabras del ministerio de Exteriores chino- «la cuestión más sensible de la relación» entre las dos potencias, la cual atraviesa el peor momento desde su establecimiento en la década de los setenta.

El fin de los simulacros marca así el principio de una hostilidad más militar y explícita en el estrecho de Formosa. Taiwán anunció este domingo que esta semana comenzará sus propias maniobras con fuego real, en las que pondrá a examen su fortaleza defensiva. China, por su parte, iniciará una nueva ronda en el mar de Bohai y al sur del mar Amarillo, destinada a repeler un teórico contraataque de países aliados, en particular EE UU y Japón. No en vano cinco de los proyectiles dirigidos a Taiwán acabaron en aguas de la zona económica exclusiva nipona, también una acción sin precedentes.

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