El arzobispo de Canterbury insiste en que el sexo gay es pecado

La asamblea de obispos anglicanos reaviva cada década disputas entre territorios del sur y del norte sobre cuestiones de género y sexo.

Catedral de Canterbury
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El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, se reafirmó este miércoles en que el sexo gay es pecado para apaciguar a la asamblea de unos 650 obispos anglicanos, que se congrega estos días. El guía espiritual de la comunión ha optado por la doctrina tradicional, para evitar más disputas públicas entre las perspectivas opuestas sobre las relaciones sexuales, en las iglesias anglicanas de diferentes países.

La diplomacia de Welby le ha llevado a confirmar "la validez" de una resolución de la Conferencia de Lambeth en 1998 que, expresaba la "fe en el matrimonio entre un hombre y una mujer, unidos de por vida". Recomendaba como "correcta" la abstinencia para los no casados, y certificaba su "rechazo a la práctica homosexual como incompatible con las Escrituras".

La fe anglicana es la tercera por número de seguidores entre las iglesias cristianas, tras la católica romana y la ortodoxa griega. Su fuente es la Iglesia de Inglaterra, nacida de la evangelización de los habitantes anglosajones emprendida por San Agustín de Canterbury en el siglo VI. La negativa del Papa al divorcio entre Enrique VIII y Catalina de Aragón selló su alejamiento de Roma en el siglo XVI.

Híbrida en rituales y doctrinas del antiguo catolicismo y de la influencia de la reforma protestante entre los británicos, la geografía del anglicanismo está ligada a la expansión colonial. En 1876, en un momento de auge del Imperio, se reunió la primera Conferencia de Lambeth. Quería coordinar a primados de las iglesias crecidas siguiendo el ejemplo de la encabezada por los monarcas británicos.

Se celebra cada diez años- con ese nombre porque la sede del arzobispo es el Palacio de Lambeth, al sur del Támesis, frente al Parlamento-, y esta vez han pasado catorce. Welby creyó que no era aconsejable reunirse en 2018 por el cariz de la división y después por la pandemia de coronavirus. No obstante, la citada conferencia no tiene poder legislativo para imponerse a las provincias del mundo.

Rarezas

Unidos por el Libro de la Oración Común del siglo XVI, cuya calidad es asociada a menudo con la fuerza de la literatura en inglés, los anglicanos divergen a menudo. Los de Hong Kong ordenaron sacerdote a una mujer en 1944. Medio siglo tardó la Iglesia de Inglaterra en seguir su senda. Los episcopalianos de Estados Unidos consagraron en 2003 a Gene Robinson como obispo de New Hampshire.

La Fraternidad de Iglesias Anglicanas del Sur Global se opone a compartir la comunión con obispos gays, como Robinson, y con quienes les apoyan. Representa, en África y Asia, al 75% de los anglicanos. Sus primados aceptan el compromiso de de 1998- "servir pastoralmente y con sensibilidad a todos, sin tener en cuenta la orientación sexual"- pero no quieren homosexuales en su Iglesia.

La diplomacia del sexo ha dejado la Iglesia de Inglaterra, que acepta el matrimonio heterosexual de sus sacerdotes, en posiciones raras. En 2005 permitió que sacerdotes gays establecieran uniones civiles, pero debían permanecer célibes. Welby, que espera culminar la presidencia de la conferencia de Lambeth sin que haya nuevas quiebras, ha invitado a cuatro obispos y obispas de Estados Unidos que son gays, pero no a sus cónyuges.

El arzobispo James Wong, primado del Océano Índico, ha asegurado que los miembros de la Alianza del Sur Global harán oír su voz con claridad. En su carta a los congregados, Welby ya advertía de que "no podemos reconciliar tales divisiones nosotros solos". "Rezo para que giremos nuestra mirada hacia Jesucristo, que tiene el poder de reconciliarnos con Dios y a unos con otros", afirmó.

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