"Estamos listos para ser mártires"

El jefe del Estado Mayor saharaui libra una lucha desigual con Marruecos: armamento de hace 50 años contra drones y vigilancia vía satélite.

Manifestación de protesta en el Sáhara ocupado por Marruecos
Manifestación de protesta en el Sáhara ocupado por Marruecos
JUAN MEDINA/REUTERS

Mohamed Luali Akeik (El Aaiún, 1950) es el rostro de la resistencia militar saharaui al régimen de Rabat. Una cara marcada por las secuelas del combate -un obús le destrozó el nervio facial en una escaramuza al sur de Tan-Tan- y el camuflaje verde oliva de su uniforme. En su cuartel de Rabouni, un fuerte con aspecto de venta manchega a escasos kilómetros del campamento de refugiados de Bojador, y flanqueado por las fotos de mártires como Mohamed Abdelaziz, Sidi Mohamed Basiri o El Wafi Mustafa Sayed, este hijo de beduinos desgrana las claves de un conflicto que dura ya 49 años y al que no se adivina un final. «Antes muerto que marroquí», proclama.

La ausencia de observadores internacionales impide conocer el alcance exacto de las hostilidades en la región. Pero Argelia, principal aliado de los saharauis y que ya ha abierto una brecha en las relaciones con España a resultas del giro de Pedro Sánchez y su apoyo al plan de autonomía auspiciado por Marruecos, ha denunciado un rosario de incidentes, todos el año pasado y todos con drones. Como el ataque que se cobró la vida de tres camioneros que regresaban desde Mauritania, el lanzado contra un convoy comercial en el que murieron una madre y su hijo o el asesinato del director de la Gendarmería saharaui, en Tifariti, la zona 'liberada' al este del muro.

A juicio de Luali, el cambio de postura de España ya ha empezado a afectar a la evolución del conflicto. «Cincuenta años más tarde, los marroquíes siguen chantajeando a España, unas veces con Ceuta y Melilla, otras con el terrorismo yihadista y otras como llave de la emigración... Pero acceder a las exigencias de Rabat significa alentar su intransigencia. Además, no está en manos de España negociar con la soberanía saharaui».

«Marruecos -añade- ha albergado siempre planes expansionistas para esta región, pero los saharauis nos hemos interpuesto». La pregunta es si renunciará a ellos. «Tengo claro que así será en cuanto sean conscientes de la amenaza que Marruecos representa para todos. Si le permiten apropiarse del Sahara, todos los demás irán después».

El conflicto «de baja intensidad», según Naciones Unidas, que enfrenta a los saharauis con Marruecos se reactivó en noviembre de 2020, «después de que la misión de Naciones Unidas MINURSO fracasase en su mandato de organizar un referéndum de autodeterminación» y de que el régimen de Rabat «rompiese» los términos del alto el fuego decretado en 1991 y desatase la crisis de Guerguerat, un puesto fronterizo desde el que la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) obstaculizaba el comercio de su belicoso vecino con Mauritania.

Una contienda desigual, con Marruecos pertrechado hasta los dientes y enfrente «un ejército de voluntarios con armamento de hace 50 años», admite Mohamed Luali. Fuentes del Polisario cifran en dos millones de dólares el gasto diario que representa para su Gobierno mantener «un muro de 2.700 kilómetros de longitud, flanqueado por una franja de 300 metros que registra la concentración de minas antipersonas y anticarros más letal del planeta, hasta 36 artefactos por kilómetro cuadrado. Aviones, blindados, drones Bayraktar, vigilancia vía satélite...», desgrana el jefe del Estado Mayor saharaui, que opone un ejército armado con cohetes obsoletos y kalashnikovs numerados a mano.

Quizá por eso, la respuesta de Marruecos esté más centrada en rechazar ataques al muro, impidiendo el acceso de las tropas saharauis a zonas ocupadas, y golpear infraestructuras que pueden servir de apoyo al despliegue militar de la RASD, lo que incluye su tráfico comercial y los pozos de agua. ¿Cómo se encara a un rival del calibre de Marruecos? «La nuestra ha sido siempre una guerra de guerrillas, de hostigamiento; golpes precisos y sorpresivos gracias a la movilidad que brinda el desierto. Y no puede ser de otra forma si carecemos de efectivos humanos, recursos materiales o alianzas poderosas. Atacar si la ocasión lo permite, y replegarnos cuando las condiciones son desfavorables».

Cambio de escenario

«La guerra que libramos hasta 1991 no tiene nada que ver con la actual. Entonces, el mundo estaba dividido en bloques: de un lado la Alianza Atlántica; de otro, los países socialistas, muchas naciones africanas y latinoamericanas que habían logrado la independencia. Argelia, Libia, Cuba, Vietnam...». El escenario ha cambiado, más aún con la guerra en Europa que ha devuelto un papel protagónico a Argelia y a su gas. «Los intereses económicos de los países han desplazado la legalidad, la justicia y los derechos humanos», sostiene Luali para explicar ese 'doble rasero' que plantea la invasión de Ucrania, y que ha llevado al apoyo casi unánime de Occidente «mientras que los saharauis no contamos para nadie».

La biografía de Mohamed Luali se ajusta a la de miles de compatriotas que tuvieron que abandonar el Sahara Occidental después de los Acuerdos Tripartitos de Madrid y que les convirtieron en invitados molestos en su propia tierra. Cuando se le pregunta por la deriva del Gobierno español en este conflicto, Luali arremete contra un país que ha «traicionado» los compromisos que había adquirido con los saharauis después de años de colonialismo.

«España ha cambiado el paso ahora, pero lo cierto es que nunca ha sido amigo de nuestra causa. Y menos que nadie, los gobiernos socialistas, que en un principio levantaron su voz por nosotros para acabar entregándonos a los marroquíes. Sus palabras se las ha llevado el viento. Todo lo contrario que el pueblo español, que es con diferencia quien más ha ayudado a los saharauis y mayor compromiso ha demostrado».

-¿Realmente cree que pueden ganar?

-Estoy seguro de ello. Con nuestra voluntad, nuestra perseverancia, nuestra resistencia. Venceremos porque tenemos la legalidad de nuestro lado y porque nuestro pueblo ha pagado un alto precio y no está dispuesto a arrojar la toalla. Estamos dispuestos a morir como mártires si es necesario para recuperar nuestro derecho a vivir como un pueblo independiente. Siempre lo he dicho, antes muerto que marroquí».

-¿Aunque eso signifique morir sin una patria?

-La patria la tenemos, es la República Árabe Saharaui Democrática. Está ahí delante, medio ocupada por el enemigo.

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