"Los rusos van a venir, seguro"

En zona de guerra. Odesa se prepara para un ataque inminente. Las barricadas jalonan las calles y hasta los niños tejen tela de camuflaje.

Voluntario en la ciudad de Odesa, a orillas del mar Negro.
Voluntarios en la ciudad de Odesa, a orillas del mar Negro.
Yulia Berdiyarona

A estas alturas, todo el mundo asume que Odesa será atacada de un momento a otro. "Los rusos van a venir, seguro", nos contaba este martes el teniente Olexiy mientras sonaban las alarmas antiaéreas en el puerto, el principal del país y un punto estratégico, objeto de deseo para las tropas de Putin. Allí se divisaron durante la mañana dos barcos rusos en la lejanía. Sonaron las alarmas antiaéreas -fueron tres toques largos y agudos- y tanto los militares como los civiles se sobresaltaron al escuchar cómo aviones volaban por los alrededores por primera vez en estos últimos días. Todo el mundo se afanaba en colocar allí y en otros puntos de la ciudad barricadas, sacos terreros que jalonan las calles y con los que se espera contener el avance de un enemigo que parece llamar ya a las puertas.

La amenaza de un ataque inminente está provocando la huida, en masa, de la población. A mediodía, cientos de personas se arremolinaban en la estación esperando al tren de las 14:15 con destino a Leópolis. En los andenes, el estoicismo de los que aguardaban tornó pronto en impaciencia, en algunos empujones y en muchos lloros en el momento de subir a los vagones.

Despedidas

Antes de la salida del tren hemos podido ver situaciones tensas y también despedidas muy emotivas, con mujeres pegando sus manos a los cristales para despedirse de hombres jóvenes que, resignados, montaban a sus mujeres y a sus hijos en el vagón. Por allí también estaba Gurharadep Singh, un estudiante hindú de 31 años que llevaba seis meses viviendo en Odesa. "La situación es ahora muy, muy complicada", nos contaba antes de marcharse.

Y, sin embargo, muchos optan por quedarse, por resistir en esta ciudad en la que se pueden ver banderas de Ucrania en cada esquina, en cada comercio pero en la que, al mismo tiempo, también viven un buen número de simpatizantes prorrusos. Ya al caer la tarde, entre una fuerte ventisca, el único edificio en el que se adivinaban luces encendidas era una escuela en la que voluntarios trabajan sin descanso preparando paquetes de comida para los soldados, tejen tela de camuflaje para las barricadas y los vehículos blindados y llenan sacos terreros. Aquí hay niños muy pequeños, de incluso siete años, y también ancianos, custodiados por soldados y guardas de seguridad.

Aquí todos comparten el mismo análisis de la situación. Los rusos pretendían atacar por muchos puntos a la vez, con una especie de golpe maestro que provocara la caída rápida del país. Pero la jugada les ha salido mal y se han empantanado prácticamente en todas las ciudades, donde se han encontrado con que los ucranianos han planteado una guerra urbana. Ahora se espera un cambio de estrategia y estarían buscando un gran ataque en Odesa, mucho más fácil que Kiev y que cerraría la entrada y salida al mar del gobierno ucraniano. La ciudad ya se prepara para un golpe inminente.

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